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Cumbre en La Araucanía: pongámonos serios por favor Opinión

Cumbre en La Araucanía: pongámonos serios por favor

Diego Ancalao Gavilán
Por : Diego Ancalao Gavilán Profesor, politico y dirigente Mapuche
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Para que un diálogo sea efectivo, no solo debe haber gestos del pueblo mapuche, como se ha hecho por años, sino que también se necesita un gesto concreto del ministro de Desarrollo Social para poder avanzar, como, por ejemplo, paralizar los proyectos hidroeléctricos en comunidades mapuches. Ese sería un acto de fe pública creíble. Del mismo modo, otro gesto importante y concreto sería aprobar la Ley de Universidades Indígenas Interculturales Estatales y públicas o que se ponga en votación y se apruebe el Ministerio Indígena.


Pese a todas las mesas de diálogo y a las iniciativas de los gobiernos en implementar políticas públicas, que parecen demostrar una preocupación gubernamental por incorporar la visiones indígenas, estas carecen de efectividad y se destruye toda su buena voluntad al aparecer megaproyectos como el de Ralco, por ejemplo, donde se echa por tierra todo el discurso de respeto y reconocimiento de los derechos indígenas, demostrando que el bien superior del poder económico está por sobre el bien social, cultural y ecológico de los pueblos indígenas.

De tal manera, para que un diálogo sea efectivo, no solo debe haber gestos del pueblo mapuche, como se ha hecho por años, sino que también se necesita un gesto concreto del ministro de Desarrollo Social para poder avanzar, como, por ejemplo, paralizar los proyectos hidroeléctricos en comunidades mapuches. Ese sería un acto de fe pública creíble. Del mismo modo, otro gesto importante y concreto sería aprobar la Ley de Universidades Indígenas Interculturales Estatales y públicas o que se ponga en votación y se apruebe el Ministerio Indígena, además de una verdadera participación política indígena y autonomía territorial y cultural.

No podemos seguir permitiendo proyectos de desarrollo indígena como el Chile Indígena y Orígenes, que lo único que han hecho es comprar o coartar dirigentes, poniéndolos a trabajar en esos programas, dividir a las comunidades y hacerlas pelear por una vaca y un invernadero.

[cita tipo=»destaque»]Señor ministro de Desarrollo Social, lo invito a hacer una política indígena en serio, hablemos de reconocimiento constitucional, de derechos colectivos al territorio, al desarrollo económico, cultural y político. No podemos sentarnos en una mesa que no tenga estos puntos básicos aprobados como gesto de voluntad política y fe pública del Gobierno, no podemos sentarnos en una mesa en que ustedes parten con modificaciones a la Ley Indígena para vender nuestras pocas tierras, y arrendarlas a ustedes mismos. Necesitamos ponernos serios.[/cita]

Estamos maduros políticamente, ministro, y no podemos permitir que se siga tratando a los Mapuche como niños, que necesitan su tutela, como si no pudiéramos pensar por nosotros mismos. Dialoguemos, pero hablemos de política en serio. Si no es capaz de estar a la altura de este desafío, no puede ser considerado como una opción presidencial para Chile, porque demostraría que los desafíos del país son demasiado grandes para la pequeñez de nuestros políticos que dirigen el país.

Lo invito a hacer una política indígena en serio, hablemos de reconocimiento constitucional, de derechos colectivos al territorio, al desarrollo económico, cultural y político. No podemos sentarnos en una mesa que no tenga estos puntos básicos aprobados como gesto de voluntad política y fe pública del Gobierno, no podemos sentarnos en una mesa en que ustedes parten con modificaciones a la Ley Indígena para vender nuestras pocas tierras, y arrendarlas a ustedes mismos. Necesitamos ponernos serios.

El movimiento mapuche se enfrenta con herramientas jurídicas y policiales esgrimiendo que pone en peligro el Estado de Derecho, pero no se buscan medidas de carácter jurídico y político que permitan resolver la génesis del problema, que no es solo mapuche, es un problema de Estado, ya que cruza todo el convivir cultural y político de Chile.

En efecto, sentarse en esa cumbre sin estas garantías mínimas, podría considerarse como un respaldo a una errada política indígena que trata de resolver un problema de Estado reduciéndolo solo a pobreza (como si los grandes empresarios fueran la salvación), delincuencia y violencia, con subsidios económicos a dirigentes, considerándolos mapuche buenos, y encarcelando y judicializando a los que no apoyan al Gobierno, tratándolos como los mapuche malos.

Señor ministro, hablemos en serio, sin esta justicia social en Chile, no es posible la paz social ni el desarrollo económico.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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