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¿Qué esperar de las elecciones presidenciales en Brasil? Opinión

¿Qué esperar de las elecciones presidenciales en Brasil?

Talita Sao Thiago Tanscheit
Por : Talita Sao Thiago Tanscheit Licenciada en Ciencias Sociales por la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio) (2011). Magíster (2014) y Candidata al Doctorado (desde el 2015) en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (IESP-UERJ)
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Aunque preso y sin posibilidades de competir luego que el Tribunal Supremo Electoral de Brasil vetara ayer su candidatura presidencial, el ex presidente Lula encabeza todas las encuestas de intenciones de voto, teniendo como principal adversario la candidatura ultraconservadora de Bolsonaro. Según el Instituto Datafolha, Lula tiene el 39% de las intenciones de voto, seguido por el 22% de Bolsonaro, el 8% de Silva, el 6% de Alckmin y el 5% de Gomes, estos 3 últimos estando técnicamente empatados dentro del margen de error del 2%. Con el probable rechazo de la candidatura de Lula, Bolsonaro tendría el 22% de las intenciones de voto, seguido por el 16% de Silva, el 10% de Gomes, el 9% de Alckmin y el 4% de Fernando Haddad, vice de Lula y su sucesor caso el expresidente no pueda ser candidato.


El 7 de octubre de 2018 se celebrarán las elecciones nacionales en Brasil, en las que trece candidaturas concurren a la Presidencia de la República, destacándose las cinco más competitivas: de Ciro Gomes, del Partido Democrático Laboral (PDT); de Geraldo Alckmin, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB); de Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL); de Marina Silva, de la Red Sustentabilidad (REDE); y de Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT).

Aunque preso y sin posibilidades de competir luego que el Tribunal Supremo Electoral de Brasil vetara ayer su candidatura presidencial, el ex presidente Lula encabeza todas las encuestas de intenciones de voto, teniendo como principal adversario la candidatura ultraconservadora de Bolsonaro. Según el Instituto Datafolha, Lula tiene el 39% de las intenciones de voto, seguido por el 22% de Bolsonaro, el 8% de Silva, el 6% de Alckmin y el 5% de Gomes, estos 3 últimos estando técnicamente empatados dentro del margen de error del 2%. Con el probable rechazo de la candidatura de Lula, Bolsonaro tendría el 22% de las intenciones de voto, seguido por el 16% de Silva, el 10% de Gomes, el 9% de Alckmin y el 4% de Fernando Haddad, vice de Lula y su sucesor caso el expresidente no pueda ser candidato.

A un mes y medio de la realización de la primera vuelta, estas elecciones se destacan por su alto grado de incertidumbre en relación a sus resultados, que viene acompañado bajo la mirada atenta de los demás países de América Latina. Desde 1994, las seis elecciones presidenciales celebradas en Brasil fueron polarizadas entre el PSDB y el PT, de las cuales el PSDB venció dos elecciones en primera vuelta con Fernando Henrique Cardoso (1994 y 1998) y el PT venció cuatro elecciones en segunda vuelta con Lula (2002 y 2006) y Dilma Roussef (2010 y 2014), destituida en 2016 a través de un impeachment extremadamente controvertido y en que la literatura académica nombró «golpe parlamentario», siendo sustituida por el entonces vicepresidente Michel Temer.

[cita tipo=»destaque»]Sin una candidatura de sucesión a Temer, la tradicional disputa entre gobierno y oposición ya no existe, y nuevos elementos se colocan en estas elecciones. Por un lado, la improbabilidad de la candidatura de Lula y las dudas sobre su capacidad de transferir sus votos a Haddad, conjugada las bajas intenciones de voto de Alckmin. Aunque sea el gobernador del estado con el mayor número de electores y que tenga el apoyo del empresariado y de los partidos de centro, los más importantes del país, el candidato está desde hace meses estancado en las encuestas de intención de voto.  Por otra parte está el favoritismo de Bolsonaro, que viene siendo comparado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. ¿Sería el fin de la polarización histórica entre el PT y el PSDB en las elecciones presidenciales de Brasil? No es lo que dice una gran mayoría de la Ciencia Política en Brasil.[/cita]

Sin una candidatura de sucesión a Temer, la tradicional disputa entre gobierno y oposición ya no existe, y nuevos elementos se colocan en estas elecciones. Por un lado, la improbabilidad de la candidatura de Lula y las dudas sobre su capacidad de transferir sus votos a Haddad, conjugada las bajas intenciones de voto de Alckmin. Aunque sea el gobernador del estado con el mayor número de electores y que tenga el apoyo del empresariado y de los partidos de centro, los más importantes del país, el candidato está desde hace meses estancado en las encuestas de intención de voto.  Por otra parte está el favoritismo de Bolsonaro, que viene siendo comparado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. ¿Sería el fin de la polarización histórica entre el PT y el PSDB en las elecciones presidenciales de Brasil? No es lo que dice una gran mayoría de la Ciencia Política en Brasil.

En una federación como Brasil, formada por 26 estados y 5.570 municipios, el tamaño del partido político y de su coalición electoral es central para la competitividad de su candidatura en la disputa presidencial, una vez que define: i) el tiempo de cada partido en la franja electoral, medido por la cantidad de Diputados Federales que cada coalición posee; ii) la penetración territorial del partido, medida por la cantidad de alcaldes y gobernadores de los partidos integrantes de la coalición; iii) el financiamiento de la campaña electoral, en que cuanto mayor sea la alianza mayor la suma del fondo partidario y la recaudación a través de donantes de campaña.

En este sentido, la candidatura del PSDB y del PT tienen un amplio favoritismo en relación a la de sus principales adversarios. Alckmin tiene una coalición integrada por nueve partidos políticos y 6 minutos y 30 segundos de franja electoral, seguido por Lula, con cuatro partidos y 2 minutos y 7 segundos, Gomes, con dos partidos y 33 segundos, Bolsonaro, con dos partidos y 15 segundos y Silva, con dos partidos y 8 segundos. En un país en el que el 97% de los hogares tiene televisión, la franja electoral que se inició el 31/08 ejerce una influencia significativa sobre la decisión del voto y es la gran apuesta de la candidatura de Alckmin, el actual gobernador de São Paulo, y también del PT, que cuenta con eso para asociar Haddad, el ex alcalde de São Paulo y profesor de la prestigiosa Universidad de São Paulo, a Lula.

La dificultad de Bolsonaro está en crecer entre los dos grupos principales del país: las mujeres, que representan el 52,5% del electorado, y las personas de baja escolaridad y renta, que representan el 56% del electorado. Entre las mujeres, Bolsonaro tiene apenas el 14% de los votos, y entre los pobres, el 10%. Su rechazo, que actualmente es el más alto, llegando al 39%, es del 43% entre las mujeres. Contrario a las demandas por igualdad de género, conquistar el voto de las mujeres ha sido una verdadera pesadilla para Bolsonaro.

En un libro lanzado recientemente, David Samuels y Cesar Zucco identifican que casi la mitad del electorado de Brasil define su voto en base a su simpatía o antipatía al PT, independientemente de que Lula sea candidato o no y de la memoria de sus gobiernos. Más que una fuerza electoral, el PT sería un fenómeno único en la historia del país y el representante de la izquierda frente al electorado, correspondiendo a los demás partidos competir por el otro electorado, el de la derecha, que ha estado representado hasta ahora por el PSDB. Es a través de estos dos partidos que el electorado ha dado sus respuestas a los rumbos de la democracia en Brasil. Si las encuestas de intención de voto vienen demostrando lo contrario, cabe esperar que el mes de septiembre traiga buenas sorpresas. Solo así para evitar que candidaturas conservadoras y con aversión a la democracia y a los derechos humanos, como la de Bolsonaro, lleguen a gobernar el país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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