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Argentina: entre la angustia y la bronca Opinión

Argentina: entre la angustia y la bronca

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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En diciembre de 2017, el dólar se cambiaba a 18 pesos. Pero a mediados de año la economía tuvo otro espasmo y el dólar saltó a 28. El Gobierno gastó una millonada vendiendo reservas para estabilizar el mercado, pero al final todo fue insuficiente y recurrió al FMI, obteniendo un préstamo de 50 mil millones de dólares, obviamente, sobre la base de un programa de austeridad y estabilización. La situación se estabilizó por unas semanas, pero el lunes 27 de agosto empezaron días negros para el presidente Mauricio Macri.


Como una pesadilla que se repite, los argentinos ven con desconsuelo que, una vez más, se reinstala la inestabilidad económica.

El lunes 27 aterricé en Buenos Aires, cambié a 30 pesos el dólar y, a mi regreso ese viernes, ya había subido a 40.

La devaluación progresiva tuvo un espasmo súbito la semana pasada.  Pero no es solo el tipo de cambio, porque las autoridades –para retener los depósitos– elevaron la tasa de interés al 60%, quizás la más alta del planeta. Qué decir del fantasma de la inflación para los consumidores y del encarecimiento del crédito para las pymes, mientras los pronósticos hablan de una inflación en torno al 40% para fin de año, muy distinta del 15% planificada. Todos coinciden en que la economía se contraerá de aquí a diciembre, las diferencias son en cuánto.

En diciembre de 2017, el dólar se cambiaba a 18 pesos. Pero a mediados de año la economía tuvo otro espasmo y el dólar saltó a 28. El Gobierno gastó una millonada vendiendo reservas para estabilizar el mercado, pero al final todo fue insuficiente y recurrió al FMI, obteniendo un préstamo de 50 mil millones de dólares, obviamente, sobre la base de un programa de austeridad y estabilización. La situación se estabilizó por unas semanas, pero el lunes 27 de agosto empezaron días negros para el presidente Mauricio Macri.

Los fantasmas del default, del corralito, de la hiperinflación, reaparecen para las familias, en una sociedad donde desde hace años la pobreza empieza a crecer, especialmente por el deterioro de las extendidas capas medias. Y aquí es posible distinguir diferencias entre jóvenes y adultos. En una reunión con dirigentes juveniles de Rosario, la inmensa mayoría miembros de la sub-30, la sensación que predominaba ese día era de bronca, luego de una conferencia del jefe de gabinete que trató de calmar al mercado, sin éxito, ya que el peso se devaluó más de un 10% en pocas horas. Como dice esa canción de los setenta, “bronca contra los que ríen satisfechos”.

Distinto es el ambiente que predominaba cuando me reuní con profesores universitarios recientemente jubilados: tenían una actitud de abatimiento. También hay bronca, pero predomina el malestar sordo y desconsolado.  ¿Por qué esta diferencia? Puede ser la experiencia: a los jóvenes les pregunté cuántas hiperinflaciones llevaban en el cuerpo y todos dijeron que esta era la primera, en cambio, los mayores reconocen varias, la de Alfonsín, el fin de la paridad cambiaria de Menem (un peso = un dólar) o el corralito del 2001.

[cita tipo=»destaque»]Cristina y Macri poseen –en encuestas previas a esta semana– un apoyo de poco más de un 30%, pero ambos también tienen más de un 50% de rechazo. Un alto dirigente peronista me comentaba que el dato más importante para el futuro es saber si Cristina va a ser candidata el próximo año o no. Al cateo, está el resto del peronismo, especialmente algunos gobernadores que podrían apostar a la reunificación de los descamisados, y en el oficialismo afilan sus espadas algunas cartas ante la eventualidad de que Macri se baje, como la gobernadora María Eugenia Vidal de la provincia de Buenos Aires o el gobernante de capital federal.[/cita]

Cuando las autoridades tratan de explicar que la crisis se debe a causas del mercado mundial, a la lira turca o la guerra comercial, la pregunta salta sola: ¿y esto por qué no pasa en Chile? Por primera vez, el peso argentino vale menos que el peso uruguayo, solo los separa el Río de la Plata, la pampa es la misma, entonces muchos argentinos se preguntan por qué.

¿Y la política?

El Gobierno se apoya en una coalición donde esta el PRO, el partido de Macri, el Partido Radical, aunque sectores importantes se han pasado a la oposición y las fuerzas de la combativa Elisa Carrió. Bajo el nombre de “Cambiemos”, obtuvieron un importante triunfo en las elecciones legislativas del año pasado, pero hoy ese apoyo amenaza con diluirse.

Muchas de las medidas que se ofrecen afectan a las bases sociales del macrismo, empezando por las capas medias que demandaban orden frente a los piqueteros (manifestantes cotidianos que no son disueltos por la policía) y que ahora ven que subsisten programas de apoyo a los más desfavorecidos, pero poco apoyo para ellos. Tampoco están felices los exportadores agrícolas que sufrirán una retención, aún no precisada, del retorno de sus exportaciones, la principal fuente proveedora de divisas para Argentina.

Es difícil concebir hoy una reelección del presidente Macri, las elecciones son a fines del próximo año, tiempo muy breve para que dé frutos una recuperación económica.

¿Y la oposición?

La principal carta de la oposición es Cristina Fernández, posee voto duro, militante, que incluye peronismo y que abarca a diversas sensibilidades de izquierda. Pero el kichnerismo está golpeado por diversas denuncias de corrupción que desnudan ese otro fantasma que la mayoría de los argentinos ya no quiere ver más. El episodio de los “cuadernos” está en pleno desarrollo y a saber a dónde llevará.

Cristina y Macri poseen –en encuestas previas a esta semana– un apoyo de poco más de un 30%, pero ambos también tienen más de un 50% de rechazo. Un alto dirigente peronista me comentaba que el dato más importante para el futuro es saber si Cristina va a ser candidata el próximo año o no. Al cateo, está el resto del peronismo, especialmente algunos gobernadores que podrían apostar a la reunificación de los descamisados, y en el oficialismo afilan sus espadas algunas cartas ante la eventualidad de que Macri se baje, como la gobernadora María Eugenia Vidal de la provincia de Buenos Aires o el gobernante de capital federal.

Este lunes 3 de septiembre, el presidente Macri anunció un paquete de medidas, la mayoría de las cuales se habían filtrado el fin de semana: reducción de ministerios, retención parcial de los retornos de exportaciones, medidas de austeridad, a la vez que mantenimiento de políticas sociales. A renglón seguido, el ministro Dujovne amplió el detalle de las medidas, previo a su partida a renegociar con el FMI, esta vez para solicitar un anticipo de lo que dicho fondo entregaría el 2019.

Una conclusión queda clara de la semana pasada: las autoridades económicas han perdido credibilidad ante el mercado y la población. ¿Podrán recuperarla? Falta aún el resultado de las negociaciones en Washington, pero la incertidumbre se mantiene y es difícil combatir una subjetividad. Sea la bronca o la angustia, lo cierto es que los argentinos no están tranquilos en estos días.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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