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Ministro Moreno: ¿el patrón del bien o del mal? Opinión

Ministro Moreno: ¿el patrón del bien o del mal?

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Como ministro de Relaciones Exteriores de Piñera 1, le tocó ayudar al deshielo entre guerrilla y Gobierno colombiano en La Habana. Moreno no pasará a la historia, ni se moverá en las encuestas, si no se atreve a repetir lo que experimentó: basta de planes inocuos, mejoras continuas menores, acelerar la marcha del pesado Estado y, a lo patrón, repartir nuevas especies exóticas a los «pobres» mapuche. Moreno y la derecha deben pasar de los diálogos intrascendentes y de las consultas rutinizadas a crear un proceso de reconocimiento, negociación y empoderamiento sin miedo a los mapuche.


A pocos días de asumido el nuevo Gobierno, se botaron a la basura miles de libros que preparó la Universidad de Chile con la sistematización final de las propuestas por región del proceso constituyente indígena. Una profesional mapuche de carácter sereno y sabia en la importancia del respeto, reconocimiento y reforma para empoderar a los pueblos/naciones indígenas recibió, ante su reclamo, la sentencia lapidaria de la nueva jefatura empresarial de Piñera y su ministro Moreno: «Olvídese de derechos y enfóquese en lo productivo».

El ministro Moreno enfatiza que el problema de La Araucanía es pobreza y tierras que han sido entregadas y no tienen «uso productivo», que el clima ha cambiado y que los frutales (como el avellano europeo) son la nueva viga maestra del desarrollo, como fueron el «paraíso forestal» con los pinos y eucaliptus en el pasado, los castores depredadores de la Isla de Tierra del Fuego, los conejos angoras y otras ilusiones y soluciones mágicas, como aquellas que llegaban a Macondo en los circos de América Latina.

El discurso empresarial productivista, como un metalenguaje minimizador de los mapuche («perezosos con sus tierras», «incapaces del autodesarrollo», «cooptados por los violentistas»), pueden hacer de Alfredo Moreno otro fiasco y agravar el llamado «conflicto».

En el año 1993, cuando en Rancagua se hizo en madera un homenaje al lonko Guaglén y plantamos un canelo, el poeta Elicura Chihuailaf enseñó que los mapuche no eran agricultores sino cultura del bosque, del lugar diverso en que lo divino mantiene su vida. Pascual Levi, el lonko de Alto Bío Bío recuerda que mapuche no significa gente dueña de la tierra, sino que «personas con el espíritu de la tierra».

Diego Ancalao, vicepresidente de pueblos naciones indígenas de la Federación Regionalista Verde, dirigente mapuche nagche (de las tierras bajas de Purén), nos pidió acompañar a lonkos a plantear, al ministro en La Moneda, avanzar en apoyo al capital social y reconocimiento, como lo obrado con maoríes en Nueva Zelandia. Moreno insistió en que la tesis del problema es la tierra colectiva y profetizó la tierra del arrendamiento productivo y la prosperidad milenaristas del Reino que «habrá de devenir capitalista».

[cita tipo=»destaque»]No hay comprensión de la asimetría actual en el apoyo a grandes propietarios del centro para succionar el agua en paltas, olivares y frutales, versus las miserias con los mapuche y la falta de pasos relevantes: plurinacionalidad, región autónoma, Universidad Indígena, no más planes y ley de rentas regionales que asegure por ley el fondo de convergencia de diez años y estructural para el Wallmapu y superar brechas de todo tipo. La prioridad debiera ser hacer pagar para reinvertir en desarrollos diversos y sustentables a las forestales y celulosas que anuncian planes, billonarios en dólares, de ampliación de sus rentables negocios en territorio mapuche.[/cita]

No hay comprensión de la asimetría actual en el apoyo a grandes propietarios del centro para succionar el agua en paltas, olivares y frutales, versus las miserias con los mapuche y la falta de pasos relevantes: plurinacionalidad, región autónoma, Universidad Indígena, no más planes y ley de rentas regionales que asegure por ley el fondo de convergencia de diez años y estructural para el Wallmapu y superar brechas de todo tipo. La prioridad debiera ser hacer pagar para reinvertir en desarrollos diversos y sustentables a las forestales y celulosas que anuncian planes, billonarios en dólares, de ampliación de sus rentables negocios en territorio mapuche.

Invitado por la Comisión Justicia y Paz y laicos de Concepción, presencié el diálogo franco, áspero y en su conflictividad, respetuoso, celebrado en el salón del Obispado entre el ministro Moreno, dirigentes mapuche y la intelectual Natalia Caniguán, que le recordó que la «tierra para los mapuche no es un cosa a la cual sacarle renta con un tractor».

Con la Escuela de Chicago eso es casi un choque de civilizaciones. En ese metadiscurso, Alfredo Moreno aparece como el huaso rico que es prepotente, avasallador y oligárquico. Pero hay otro Moreno que, tímidamente, se emocionó al valorar «que no pasó nada» cuando se dejó por fin al machi Celestino Córdoba visitar su rehue, que «somos todos iguales» en las sesiones de coaching de la otredad que comienzan a explorar, y allí salió la historia de que él tenía tierras e inversiones en Colombia y que, como ministro de Relaciones Exteriores de Piñera 1, le tocó ayudar al deshielo entre guerrilla y Gobierno colombiano en La Habana.

Moreno no pasará a la historia, ni se moverá en las encuestas, si no se atreve a repetir lo que experimentó: basta de planes inocuos, mejoras continuas menores, acelerar la marcha del pesado Estado y, a lo patrón, repartir nuevas especies exóticas a los «pobres» mapuche. Moreno y la derecha deben pasar de los diálogos intrascendentes y de las consultas rutinizadas o llevadas a la hoguera –como esos informes del sueño reconstituyente que sus funcionarios botaron a la incineradora–, a crear un proceso de reconocimiento, negociación («la Santidad de negociar», parasafreando al Papa Francisco) y empoderamiento sin miedo a los mapuche.

Esta noche, cuando al gueto del Barrio Alto santiaguino vuelva el ministro por las carreteras bajo el Mapocho, quizás recuerde los abrazos en La Habana y el cansancio de esperar la «devolución» en el Wallmapu.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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