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La importancia de un programa artístico como el del San Ignacio El Bosque Opinión

La importancia de un programa artístico como el del San Ignacio El Bosque

Luis Montes y Luis Prato
Por : Luis Montes y Luis Prato Artista visual, Doctor en Bellas Artes Académico y Senador Universidad de Chile Ex alumno San Ignacio A.O./Artista visual, Doctor en Bellas Artes Decano Facultad de Artes UC Ex alumno San Ignacio A.O.
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El arte se ha constituido en un lugar donde se permite el pensamiento crítico acerca de cuestiones fundamentales para la sociedad contemporánea: el valor de la memoria, las formas en que la historia se constituye en relato, las expresiones del poder, la voz de las minorías, la transformación de las relaciones sociales, entre otras. En ese sentido, el programa de formación artística del Colegio San Ignacio El Bosque deja entrever una perspectiva de gran interés para la formación de los estudiantes de enseñanza media: los invita a comprender críticamente su contexto a través del valor de la construcción simbólica, propia del arte contemporáneo, pero sobre todo, les abre la posibilidad de interpelar al otro en un diálogo conducido a través de la obra.


La intervención artística por parte de los estudiantes de 4° año medio del Colegio San Ignacio El Bosque ha tomado un vuelo sorprendente en los últimos días, no solo por el nivel del debate, sino también por las personalidades involucradas en la discusión. Aunque cabe preguntarse si el caso habría llegado tan lejos de haberse tratado de otro tipo de establecimiento, lo que queda patente es que el conflicto se ha desplazado definitivamente fuera del ámbito pedagógico, lugar desde el cual no debió haber salido.

Primero, cabe destacar que lo que el San Ignacio El Bosque ha puesto en marcha es un programa de formación artística que comprende el valor del arte contemporáneo como una herramienta pedagógica. La propuesta del colegio conduce a los estudiantes desde la experiencia estética a una reflexión profunda sobre el acontecer en el contexto histórico, cultural y social, lo que resulta tremendamente asertivo desde la perspectiva de la educación ignaciana, preocupada por formar personas insertas en el mundo y capaces de su transformación.

El arte se ha constituido en un lugar donde se permite el pensamiento crítico acerca de cuestiones fundamentales para la sociedad contemporánea: el valor de la memoria, las formas en que la historia se constituye en relato, las expresiones del poder, la voz de las minorías, la transformación de las relaciones sociales, entre otras. En ese sentido, el programa de formación artística del Colegio San Ignacio El Bosque deja entrever una perspectiva de gran interés para la formación de los estudiantes de enseñanza media: los invita a comprender críticamente su contexto a través del valor de la construcción simbólica, propia del arte contemporáneo, pero, sobre todo, les abre la posibilidad de interpelar al otro en un diálogo conducido a través de la obra.

La polémica mediática en torno a un proyecto escolar, sin embargo, impide la realización de una conversación efectiva dentro del colegio acerca de los proyectos de intervención artística de los estudiantes, lo que era el objetivo central desde un inicio, quedando definitivamente truncada, dadas las condiciones impuestas por la interpelación proveniente desde la política.

La discusión naturalmente se ha ocupado de aquello que a la esfera pública le interesa debatir: una perspectiva ética determinada por márgenes no solo fuera del campo del arte contemporáneo (que sería una perspectiva factible para someter el conflicto), sino también fuera de la óptica pedagógica. Por lo tanto, las preguntas verdaderamente centradas en la acción de los estudiantes no han podido ser realizadas y, por ende, no se ha permitido el real sentido del ejercicio artístico/educativo.

[cita tipo=»destaque»]El debate entre los estudiantes y entre los mismos jóvenes y los docentes debió ser guiado por los profesores, que han concebido un programa desde al arte contemporáneo, pero también a la luz de la pedagogía ignaciana. ¿Cómo podría ser posible, en el actual escenario, la aplicación del ciclo propio del proyecto pedagógico jesuita –un proceso que considera el contexto, la experiencia, la reflexión, la acción y la evaluación–, para que esta última pueda efectivamente abordar aquello que debiese ser el centro del debate? Esta noción emana del propio proyecto educativo de los colegios jesuitas y estaría enfocada fundamentalmente a considerar a los estudiantes como sujetos en formación, cuyo trato y exigencia debe corresponder a su etapa formativa.[/cita]

El debate entre los estudiantes y entre los mismos jóvenes y los docentes debió ser guiado por los profesores, que han concebido un programa desde al arte contemporáneo, pero también a la luz de la pedagogía ignaciana. ¿Cómo podría ser posible, en el actual escenario, la aplicación del ciclo propio del proyecto pedagógico jesuita –un proceso que considera el contexto, la experiencia, la reflexión, la acción y la evaluación–, para que esta última pueda efectivamente abordar aquello que debiese ser el centro del debate? Esta noción emana del propio proyecto educativo de los colegios jesuitas y estaría enfocada fundamentalmente a considerar a los estudiantes como sujetos en formación, cuyo trato y exigencia debe corresponder a su etapa formativa.

Creemos que, en definitiva, es fundamental considerar programas como el que se ha llevado a cabo en el Colegio San Ignacio El Bosque. Para comprender el valor del arte como campo de reflexión y diálogo sobre el contexto contemporáneo, pero fundamentalmente como lugar de formación de sujetos capaces de mirar críticamente su entorno, de comprender su situación y transformar el mundo en que viven.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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