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Crónicas cínicas XXII

– Así que estamos "Lyncheanos" ¿ah? ¿Carretera Perdida? ¿Camino de los Sueños? ¿Cómo le pudieron poner los traductores argentinos a Mulholland Drive ese nombre tan gil? Será pa que los sudacas podamos cachar mas fácil de qué se trata la película. – O sea sí, claro. Es que sentado aquí en esta carretera, por razones de atmósfera, y de color me acordé de David Lynch. ¡Putas que estaba buena Mulholland Drive, compadre!


Al atardecer, sentados sobre sus mochilas en plena Pampa del Tamarugal, el Gordo y Murillo conversan mientras esperan que alguien los lleve a dedo más hacia el norte. Una camioneta que los había tomado en el cruce del camino a Pica los ha dejado 60 kilómetros más allá, poquito antes de la frontera fitosanitaria de Cuya. Están a la entrada de una huella que se interna en la pampa hacia la cordillera.



Los de la camioneta se dirigían a la mina "Mi Cholita". Al bajarse, los mineros buena onda les ofrecieron subir con ellos al campamento, invitándolos a comer y a chupar y asegurándoles que al día siguiente los sacaban temprano en la mañana a la carretera. Ellos agradecieron, pero prefirieron quedarse ahí, en la Panamericana, para tratar de llegar a Arica esa noche y así seguir al día siguiente a la Paz.



Hay un vientecito leve que les pega en el rostro mientras miran la espectacular puesta de sol. Murillo, mas ágil, de tanto en tanto se para a hacer señales a los autos que pasan. El Gordo ha sacado una marraqueta con tomate de su morral y llama al Negro para que lo acompañe a comer:



– Ven a comerte un pancito Negro, estamos en la Carretera Perdida y cuando oscurezca, si no nos llevan, se va a convertir en El camino de los sueños, así es que es mejor que atinemos con el hambre antes de que caiga el manto de la noche y con ella empiece una aventura que no podremos controlarÂ…



Riendo el Negro se acerca y le dice:



– Así que estamos "Lyncheanos" ¿ah? ¿Carretera Perdida? ¿Camino de los Sueños? ¿Cómo le pudieron poner los traductores argentinos a Mulholland Drive ese nombre tan gil? Será pa que los sudacas podamos cachar mas fácil de qué se trata la película, supongo que de eso estái hablando Gordo ¿no?

– O sea sí, claro. Es que sentado aquí en esta carretera, por razones de atmósfera, y de color me acordé de David Lynch. ¡Putas que estaba buena Mulholland Drive compadre!

– Estoy contigo Guantón, Mulholland Drive esta súper bien, me gustó más que Carretera Perdida, esta última de Lynch la encontré más redonda, más puntuda, de una narrativa más literaria y a la vez más cinematográfica. Me sentí presenciando una importante expansión del lenguaje cinematográfico, fue como estar mirando una maravilla de pura luminosidad estética.



Con una sonrisa socarrona, el Gordo le dice a Murillo:



– Ja, ja, ¿Una maravilla de pura luminosidad estética? ¿no estarás sobreactuando con las palabras Negro?

– No, compadre esa frase describe bien la sensación que sentí al verla, me encantó que me hiciera leso, que me hiciera creer que estaba viendo un thriller perturbador, ambiguo, pero thriller al fin y que al final sólo fuera el reordenamiento de hechos dolorosos desde la fabulación de una mente neurotizada por un abandono. Que fuera una trágica historia de amor construida en la mente.

– Sí, esta bien, te estaba puro palanqueando, es que a veces le ponís con las palabras, NegroÂ… A mí también me funcionó no sólo en el nivel de la estructura narrativa, como tú dices, también es una peli que se maneja en tantos niveles, compadre, me encanta que use el lenguaje de serie negra, que es la forma que tomó la tragedia en Hollywood, me encanta a la altura que deja a la industria cinematográfica, con su frivolidad, su tontera y su crueldad. Me encantó el caméo de la cafetería, construido con puras citas e ironía y el del teatro del silencio, por su sutileza y su poesía, sobre todo la Llorona de Los Ángeles. En fin, me encantó su maravillosa capacidad narrativa, su sentido estético, su astuciaÂ… ¡qué querís que te diga!

– Sí, en muchas partes de la película uno cree estar más bien en el Hollywood de los años cincuenta… En la gran época del cine como mito y como logro.

– Debe ser por la elección de la ropa, por los tonos de voz, por la ingenuidad de los diálogos. Es muy re cléver el puta madre de Lynch, compadre.



El sol está rojo y va cayendo lentamente para hundirse en el horizonteÂ… Una luz color sangre les baña el rostro. Esto le recuerda al Gordo otra película que vieron antes de partir a dedo rumbo a Bolivia. Cuando el Gordo iba a comentar El Aro, Murillo se le adelanta y le pregunta con cara de inocente, dándole un codazo en las costillas:



– Y hablando de trágicas historias de amor, ¿cómo está la Laura Gordo?



El Gordo paranoico lo mira con cara de malas pulgas, diciéndole:



– ¿Por qué trágicas historias de amor? ¡Negro pendejo!, ¿tú creís que la Laura no me pesca? Pa que sepái la noche antes de partir, ¿te acordái que te dije que no podía quedarme a dormir en tu casa? No fue por ataos con mi vieja, fue porque tenía una cita con ella, y me fui en micro a Puente Alto, y a pesar de que su hermano chico roncaba en la cama del lado, igual me metí por la ventana a la pieza de la Laura y pinchamos grosso, y nos amamos y me volví a Santiago a las 5de la mañana en otra micro de mierda que no pasaba nunca y estaba llena de curados pesados que se la pasaron hueveándome todo el viaje y no me bajé, pa no fallarte ¡Negro maricón! ¿Trágicas historias de amor ah?



El Negro se da cuenta que su amigo está muy ofendido, así es que prefiere arreglarla al tiro, antes de que se les vaya el viaje a la cresta por su sistemática e irrefrenable tendencia a molestar a su amigo con bromas crueles y de mal gusto, tocándole siempre los mismos puntos débiles. Sin vacilar, pone una rodilla en tierra y le dice:



– Gordo, soy un estúpido y te pido perdón. Te quiero mucho y me duele hacerte estas bromas pendejasÂ… ¿me perdonái?



El Gordo estaba a punto de aceptar las disculpas de su amigo, cuando para una LUV vieja que lleva una betonera y unos sacos de cemento. Los dos salen corriendo y se subieron a atrás. El Gordo le grita a los de adelante:



– ¿Nos lleva hasta Cuya, amigo?
– Vamos hasta Arica, le dice el chofer.
– ¡Descueve, nosotros también!



Los pionetas que viajan en la cabina les dicen que suban no más. El Gordo les da las gracias y se acomoda con su amigo contra la ventana trasera del vehículo para que el viento les dé mas suave. A punto de desaparecer, el sol está más rojo que nunca. Los dos son felices. Esa noche llegarán a su destino.



El Gordo saca su última marraqueta con tomate. Mientras masca, mirando el sol se vuelve a acordar de El Aro



– Ese rojo del sol es el mismo de El Aro, ¿cachái?

El AroÂ… sí, a mí me gustó el lado inverosímil de la historia, esa cosa formal que tiene de usar el lenguaje de la imagen como materia, sin ningún atisbo de interés por hacer la historia creíble. Eso la transforma en un thriller infantil casi -hay que ser muy re pendejo pa asustarse con tremenda patraña- pero funciona a un nivel de pura forma: buenas atmósferas, actuación razonable, foto impecable.

– Tú sabes, Negro, que esta historia fue un tremendo hit en Japón. Su reputación partió de la novela de "Suzuki Koji", después los enfervorizados japoneses se comieron tres versiones cinematográficas: la primera se llamó "Ringu" el 98, después hicieron un drama radial y dos series pa la tele, más un remake llamado sutilmente "The Ring Virus" y pa terminar con el mito, el barsa de William Malone se la plagió entera para hacer un shocker llamado "Fear Dot Com" -en vez de ser una cinta de video, es un mail que, si lo bajas, te mueres- y terminando con la explotación de este mito urbano, Hollywood se pone con esta versión dirigida por Gore Verbinski, que le trae además la participación de Naomi Watts, la rucia de Mulholland Drive. ¡Tremendo tour de force pa un material compadre!

– Cacho que venías preparado, internet mediante, Gordo, porque tanta erudición seguro la conseguiste en el ciber de Vallenar, donde te tuve que sacar a la rastraÂ… Pero, ahora que me cuentas los detalles se entiende. El argumento tiene esa cualidad estilística rara, que tienen los truculentos mitos narrativos japoneses. ¿Godzila?

– Es súper japonesa. Hecha por los gringos pierde su chiste. Tratemos de conseguir en Santiago la versión japonesa, seguro que es mucho mejor y que ya alguien se la consiguió…



El sol se ha terminado de ocultar, el viento frío les pega en el rostro y les quita las ganas de seguir hablando. La camioneta disminuye la velocidad. Está llegando a Cuya. Los chicos se relajan pues saben que después de este control, en una hora a lo más, estarán mirando el Pacifico.



* Luis Mora, realizador, comentarista y profesor de cine.
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