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La simplista intriga de Steven Spielberg

Con Tom Hanks y Leonardo DiCaprio en los roles protagónicos, este filme cuenta la historia de Frank Abagnale Jr., un joven y escurridizo estafador que simulando ser médico, abogado o copiloto de una importante aerolínea, puso al FBI de cabeza y se transformó en el más grande y famoso estafador de todo Estados Unidos antes de cumplir 21 años.


A pesar de contar con dos grandes colosos de Hollywood, como Tom Hanks (Camino a la Perdición) y Leonardo DiCaprio (Pandillas de Nueva York), la última producción de Steven Spielberg (Minority Report) no funciona tan bien como se esperaba. Las falsas y erróneas gotas de sentimentalismo, la poca dinámica narrativa y la mala distribución de los puntos de tensión, provocan que Atrápame si puedes se tan solo un filme «aceptable».



En una cinta de este estilo, el espectador espera un sinfín de engaños, acertijos y un gran ingenio del protagonista para sortear las diversas barreras a las que se vea sometido. Sin embargo, estos aspectos pasan a segundo plano para dar paso a sentimentalismos baratos y al simple ejercicio del juego de un gato y un ratón.



Uno de los errores fundamentales en que cae Spielberg radica en la distribución de la duración que otorga para la presentación de la infancia del personaje y sus posteriores crímenes. Su relación familiar, el conflicto de sus padres y los primeros pasos delectivos, terminan por aburrir.



Tal vez una presentación un poco más larga de Frank Abagnale Jr. como estafador y uno que otro flashback de su infancia habrían agilizado bastante el comienzo del filme, y por demás, cimentado el terreno para el normal desarrollo de trama.



Atrápame si puedes cuenta la historia -basada en hechos reales- de Frank W. Abagnale (Leonardo DiCaprio) quién trabajó como médico, abogado y copiloto para una importante compañía aérea, todo antes de cumplir los 21 años. Un maestro del engaño, también era un brillante falsificador cuya habilidad para realizar fraudes le otorgó millones de dólares en fondos robados.



Carl Hanratty (Tom Hanks), un agente del FBI, hizo su misión principal atrapar a Frank y llevarlo ante la justicia, pero este hábil y sagaz delincuente siempre le llevaba unos pasos de delantera, retándolo a que continúe la persecución.



Inicialmente al menos, la meta de Frank no es el ansia egoísta de encontrar un atajo hacia la vida fácil, sino recuperar el tipo de vida que perdió su deshonesto padre (Christopher Walken), quien es perseguido por la Superintendencia de Contribuciones por evasión de impuestos. El hijo también se imagina que con suficiente dinero puede reunir a sus padres, los cuales se separan al principio de la cinta.



En una de las escenas más «fuertes», o emotivas de la película, un abogado le comunica al muchacho que sus padres se están divorciando y le pide que escoja con quién vivir. Frank se niega y se escapa del hogar para comenzar a vivir múltiples identidades en su nueva carrera de falsificador de cheques.



Aunque no lo aparente, a Frank le duele la soledad. En la intimidad, apabullado por ser quien no es, su único vínculo real consigo mismo es su padre, a quien ve esporádicamente esperando la más mínima señal de reintegración familiar. Pero también, paradójicamente, tiene una unión inquebrantable con Hanratty, con quien se comunica cada víspera de Navidad.



Los puntos más altos de la película son sin duda las actuaciones. Tom Hanks, en un papel que le acomoda bastante por su estampa de bonachón, no tiene que hacer un esfuerzo muy grande para interpretar al amable y un tanto torpe detective del FBI, Carl Hanratty. DiCaprio caracteriza de gran manera al más grande estafador de la historia de Estados Unidos, en un trabajo más que interesante.



Aquí es donde Spielberg se detiene para ahondar en la complejidad de los personajes, por un lado haciendo debatir a Frank entre sus ganas de volver a unir a sus padres divorciados y los lujos que es capaz de darse con su perspicacia, y por otro estableciendo una especie de lazo afectivo entre policía y ladrón en lo que podría ser la versión burda de la relación entre Al Pacino y Robert de Niro en Fuego contra Fuego, película dirigida por Michael Mann.



Si bien, Atrápame si puedes presenta solvencia, buenos giros de ritmos y un interesante tono de comedia con ciertos toques dramáticos, no pasa de ser un trabajo simple, previsible y a ratos un tanto lento, donde pesa más la normal curiosidad del espectador que la intriga que debiera generar un filme de esta categoría.
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