Aunque la oposición insiste en que el Gobierno no ha respetado los acuerdos para mantener los equilibrios en el directorio del instituto emisor, afirman que no están moviéndose para levantar un candidato que llene el cupo que se producirá en el consejo del Central si la renuncia de Massad, por la que claman varios sectores políticos, se concreta.
A pesar de que en la derecha existe consenso en torno a que el presidente del Consejo del Banco Central, Carlos Massad, debió renunciar apenas estalló el escándalo que dejó al descubierto la venta de información privilegiada al holding Inverlink, en el sector aseguran que no existe una especial preocupación por su reemplazo. De hecho, hay quienes ni siquiera desean "mezclar los temas".
En Renovación Nacional estiman que es intolerable que quienes deben asumir las responsabilidades políticas, frente a las distintas irregularidades descubiertas, no lo hagan. En ese contexto, siguen considerando con fuerza que Massad debe renunciar. Sin embargo, no creen que sea el momento para pensar en quién reemplazaría al presidente del organismo estatal.
No obstante, eso no significa que en la oposición no estén molestos ante la actual composición del Consejo del Banco Central, particularmente en la UDI. En la tienda de Pablo Longueira insisten en que la consejera María Elena Ovalle Molina no es de su línea. Pero admiten que desde hace un tiempo su votación ha ido a la par con la de Jorge Desormeaux, quien sí es de «sensibilidad de derecha».
En vista que el nombramiento de Ovalle habría roto los equilibrios al interior del Banco Central, puesto que la consejera no cuenta con la confianza de la oposición, existe un acuerdo tácito con el gobierno para designar el 2005 -cuando corresponde su reemplazo- a un representante de la derecha.
Esta consideración tiene su fundamento en un acuerdo al que se habría llegado entre el gobierno y la oposición en cuanto a que para conservar los equilibrios dentro del organismo se deberían nombrar dos consejeros de la línea oficialista y dos de oposición, dejándose el cargo de presidente del BC en manos de un consejero de la coalición gobernante.
La molestia de la derecha se debe a que este acuerdo no se habría respetado con el nombramiento de María Elena Ovalle.
Un saludo a la bandera
Aunque en la oposición estiman que esta vez, en el caso hipotético de que Massad renuncie, le correspondería al sector colocar a un consejero de su confianza, están ciertos de que eso no ocurrirá. En este escenario, poco alentador para la Alianza por Chile, presentar posibles candidatos sería sólo un saludo a la bandera, aunque al menos en la UDI están dispuestos a realizar el trámite, pero sin gastar, innecesariamente, demasiadas energías en el empeño.
Su posición se fundamenta en que lo más probable es que tengan que esperar hasta el 2005 para reemplazar a Ovalle. No obstante, siempre hay nombres circulando en el ambiente opositor como los de Juan Andrés Fontaine y Felipe Larraín, entre otros destacados economistas del sector.
En todo caso, con renuncia o no de Massad, la misma evaluación se hará a fines de año. En diciembre de 2003, el vicepresidente del Consejo del Banco Central, Jorge Marshall Rivera -de tendencia PPD-, concluye su período de diez años en el organismo, siendo el más antiguo de los cinco integrantes. Pero incluso ante esta realidad, la derecha sigue conservando una actitud de resignación. Aunque darán la batalla -dicen algunos dirigentes de la oposición-, lo harán concientes de que deben esperar hasta el 2005.
La conflictiva salida de Massad
La tranquilidad con que la derecha ha tomado este tema se debe, además, a que en el sector estiman que el gobierno no ejercerá ninguna presión sobre Carlos Massad para que renuncie. Por un lado, porque eso sería darle en el gusto a quienes están pidiendo su cabeza. Pero también -y más importante todavía- porque el reemplazo crearía un nuevo punto de conflicto dentro del oficialismo.
Cabe recordar que los partidos Socialista y Radical no tienen ningún representante en el Consejo del Banco Central, mientras que la DC -incluido el presidente de la instancia- tiene dos (José de Gregorio) y el PPD, uno. Esto, sumado al escándalo que enfrenta el instituto emisor y al cuestionamiento que se le hace a la actuación de Massad, podría desatar algunas ambiciones que sólo contribuirían a aumentar la ya difícil situación de la administración Lagos.