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Cómo Correa fue bajado de la micro

La pelea por el nombre del Plan de Transporte Urbano de Santiago (PTUS) fue sólo la última de una sucesión de pugnas donde el trofeo era ser el «hombre clave» de la modernización del sistema. Correa tuvo la poca habilidad política de enfrentarse con quienes tenían con Lagos mejor »llegada» que él. Así fue como quedó fuera de recorrido.


Por lo menos esta vez le dieron las gracias públicamente. Germán Correa fue despojado ayer en forma oficial de su cargo de coordinador del Plan de Transportes Urbano de Santiago (PTUS) por el propio Presidente de Ricardo Lagos, pero se cuidó tener "el detalle" de expresarle en La Moneda el agradecimiento hacia la labor que desarrolló.



"Terminada esta labor, yo quisiera agradecer a Germán Correa el trabajo que ha desempeñado. Germán tiene una historia, en este ámbito, antigua. Fue el primer ministro de Transportes de los gobiernos democráticos de la Concertación. En ese cargo se ganó respetabilidad y profesionalismo por la forma que abordó los desafíos de ese momento", dijo el Mandatario.



Lagos destacó además "el trabajo silencioso y a ratos incomprendido que significó hacer este plan, ahora nos permite mirar con mucho optimismo que el compromiso que teníamos de entregar a Santiago con un Plan de transporte distinto y moderno, va a ser una realidad gracias a muchos y, en particular, al esfuerzo de Germán durante este año".



Con esta formalidad, negociada por el Directorio de Transportes de Santiago -misma instancia donde se fraguó la salida de Correa- se trató de endulzar la abrupta remoción con la que Lagos puso fin a una larga sucesión de tensiones y discrepancias el personero y algunos destacados miembros de dicho órgano.



Aunque, en los despachos de estos se insistió en que, "en justicia", Lagos trató de ser salomónico a la hora de solucionar el conflicto permanente del Directorio, y que así como destituyó a Correa, también convirtió al Directorio de un órgano asesor quitándole la capacidad de decisión que hasta ahora había tenido.



El Presidente comunicó a la ciudadanía que se había "aceptado la renuncia" de Correa al PTUS después de una reunión en el palacio de Gobierno donde también asistió el Ministro de Obras Públicas, Transportes y Telecomunicaciones, Javier Etcheberry, Todas las versiones recogidas ayer por El Mostrador.cl apuntan a que el hecho que Etcheberry hubiera restado su apoyo a Correa selló la decisión de Lagos de prescindir de él.



Pugnas arrastradas



Lagos no escabulló el bulto de las "discrepancias". "Hacer un Plan de esta envergadura implica debatir distintas opciones y posibilidades. Pero lo importante es cómo somos capaces de procesar las diferencias. Ahora tenemos un Plan coherente que convoca a todos y eso es lo que aquí tenemos presente", dijo.



De hecho, todo indica que nadie en el Directorio de Transportes de Santiago fue capaz de procesar las diferencias. En la instancia participan los ministros de Transportes, Javier Etcheberry y de Vivienda, Jaime Ravinet; el subsecretario de Transportes, Guillermo Díaz; el director de Conama, Gianni López; el secretario ejecutivo de Sectra, Aldo Signorelli; el Intendente, Marcelo Trivelli; el directo del Metro, Fernando Bustamente y hasta el lunes -cuando renunció- el ex director de Concesiones, Gibrán Harcha.



La explicación más honesta respecto al origen de las pugnas al interior del Directorio la dio una fuente del Ministerio de Transportes: todos los integrantes de dicha instancia querían lucirse, "apropiarse", del PTUS.



Esto significó que por un lado, Germán Correa viera que en numerosas oportunidades sus decisiones fueron sobrepasadas o cuestionadas por el Directorio con razón o sin ella, lo que generaba constantes peleas. Por el otro lado, buena parte del Directorio estimaba que Germán Correa "nunca entendió que él era un gerente que debía ejecutar lo que este Directorio decidiera respecto del PTUS"; es decir criticaban que el personero quisiera reservarse toda la capacidad de decisión.



Según aseguraron fuentes de Transportes, estas pugnas solían enfrentar a Correa sobre todo con el intendente Trivelli, con el ministro Ravinet y con Gianni López, de CONAMA; grupo que solía cerrar filas frente al ex gerente. Estos tres miembros del directorio, por otra parte, son los que más poder tienen si es que esto puede medirse a partir de su "llegada" con el Presidente Lagos.



Ravinet es uno de los actores DC con mayor peso específico dentro del gabinete y se maneja con cierta paridad frente a Lagos. Trivelli tiene una calidad de "estrella mediática" en la medida que es uno de los funcionarios más conocidos por la ciudadanía, que más aparece en la televisión, y que puede enfrentar a Lavín en la cancha comunicacional lo mismo que en la de tenis. Gianni López estaría "bien considerado" por Lagos: es el único director de CONAMA al que los ambientalistas respetan y al que los diputados "verdes" no le han exigido la renuncia.



En este escenario, el poder que respaldaba a Correa solía ser el ministro Etcheberry. Así habría sido hasta hace unas semanas, cuando Etcheberry decidió no seguir jugándoselas por un actor considerado tan conflictivo. Correa se quedó sin apoyos políticos en su gestión y Lagos resolvió en favor de sus más cercanos.



Puntos en contra



La lista de quejas de los enemigos de Correa dentro del Directorio es larga. Una de las principales -que sería compartida por Lagos- es que en un tiempo tan difícil como éste, en que el Gobierno necesita exhibir ante la ciudadanía sus logros para intentar contrarrestar los escándalos, Correa no logró presentar la propuesta final del Plan de Transporte Urbano de Santiago, en qué consistíría y cómo iba a ejecutarse.



Se suponía que la propuesta en detalle debía estar lista y ser presentada con todas las fanfarrias del caso, en noviembre pasado y luego en marzo. Se asegura que Correa no logró elaborarla del todo -pese a que Lagos la dio ayer por concluida- y dilató
largamente en estudios y consultorías.



Los itinerarios propuestos para ejecutar la modernización del sistema de locomoción están fijados. La precalificación de las empresas que participarían en la licitación debía hacerse en noviembre y la licitación en abril próximo. De hecho, las micros amarillas tienen como plazo legal para dejar de funcionar este fin de año, y las reglas con que esto se hará aún no se conocen.



Otro tema importante que contó como anotación negativa para Correa fue su tendencia a beneficiar excesivamente a los empresarios micreros en el diseño del PTUS.



Su «favor» hacia el gremio microbusero se habría evidenciado aun más durante el episodio del paro que los empresarios del transporte hicieron en agosto pasado en protesta contra la licitación del Metrobús. En esa oportunidad, Correa habría adoptado frente a la prensa un papel de mediador exitoso que Trivelli no agradeció.



Fuentes de la Intendencia Metropolitana aseguran que Correa trató de influir para que el intendente de la Región Metropolitano Marcelo Trivelli desertara de las querellas contra los microbuseros para "ayudar" al gremio y mostrar su "buena voluntad" hacia los planes que sugeriría en el futuro.



Aparecer como «el pacificador» le significó perder las simpatías y buenas relaciones que tenía con el Intendente, y junto con él, la distancia de López y Guillermo Díaz.



Aunque Correa ganó en ese episodio la contienda por posicionarse, de ahí en adelante Correa salió perdiendo siempre dentro del Directorio porque no se lo perdonaron. El surgimiento de la alternativa del tranvía como plan que podría reemplazar el PTUS de Correa fue la más fuerte señal de los enemigos que se había ganado.



Otras menundencias



El Directorio se quejaba también de la escasa proyección comunicacional de Correa. Lagos hubiera querido lucir cada uno de los pasos que avanzara el PTUS porque le importa mucho que la nueva era de la locomoción santiaguina sea una de las obras por las que sea recordado. Y Correa no presentaba «ningún producto» a los medios de comunicación: en definitiva, sería culpable de cultivar el bajo perfil.



Se acusa, además, a Correa, de no tener ninguna flexibilidad hacia los modos de debatir y resolver que «ahora» se estilan -¿pragmatismo?- y seguir aferrado, en cambio, a los esquemas políticos usados en tiempos de Aylwin.



Por último, hay quejas en el «área chica»: lo han acusado de filtrar a la prensa el «detalle» que el hijastro de Ravinet -Raúl Aldunate- sería uno de los principales beneficiados si se implementa el Plan Tranvía porque es concesionario de los buses híbridos contemplados en ese plan.



De hecho, el Plan Tranvía es entusiastamente apoyado por Ravinet y Trivelli, pese a los numerosos cuestionamientos técnicos en torno a su viabilidad. Aunque el plan de tranvías para Santiago, que sería ejecutado por la empresa Sacyr, no tiene el grado de avance del PTUS, se lo llegó a presentar al público como la «alternativa» a la propuesta de Correa.



La pintoresca pugna por el nombre del PTUS, que Correa perdió y Trivelli ganó -y así se lo hizo notar en térmimos comunicacionales- fue la gota que rebasó el vaso dentro de la sucesión de conflictos.



En suspenso



La llegada del radical Aldo Signorelli (secretario ejecutivo de Sectra) pone un punto de suspenso respecto de cómo se llevará en adelante el emblemático PTUS o Plan Trasantiago como ahora se llama.



Si bien Lagos anunció que el PTUS está concluido y que Correa dará a conocer sus alcances en los próximos días, son numerosos los detalles que están por resolver. Ahora el poder de decisión sobre el PTUS parece radicado en el ministro Etcheberry, ya que el Directorio queda como instancia consultora.



El tema más acuciante es si este traspié que implica la salida de Correa no significará que la ambición del Presidente por dotar a Santiago de un transporte a la altura del siglo XXI, del Plan Bicentenario y de las grandes capitales, estará dentro de los plazos fijados.



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