El paraguas de la coalición angloamericana comienza a gotear por varios puntos. Irak está destruido física y moralmente. La ilegalidad y el descontrol son generalizados, y la ayuda humanitaria no llega para paliar necesidades apremiantes. Para empeorar las cosas, las misiones secretas que buscan los depósitos de armas químicas no han encontrado las evidencias que le den legitimidad a la ocupación.
En Irak, varias batallas se desarrollan en distintos frentes. Una se libra en la zona norte por donde deberían pasar las unidades móviles encargadas de «encontrar» las evidencias de los arsenales químicos que condenarían al régimen, y que le darían la legitimidad a una invasión que hoy, a todas luces, no tiene. Un escenario que preocupa a EEUU y al Reino Unido que dan las primeras luces de otros combates que se dan libran en otros ámbitos.
El paraguas de la coalición angloamericana comienza a gotear por varios puntos. Irak está destruido física y moralmente. La ilegalidad y el descontrol son generalizados y la ayuda humanitaria no llega para paliar necesidades apremiantes. Para empeorar las cosas, las misiones secretas que buscan los depósitos de armas químicas no han encontrado las evidencias que le den legitimidad a la ocupación.
Como señalamos en estas páginas en febrero pasado, EEUU y Gran Bretaña tras la invasión -planificada hace casi dos años- no tendrían escrúpulos para "implantar" las pruebas de la existencia del arsenal químico del derrocado régimen de Sadam Husein.
Asimismo, en los primeros días de guerra denunciamos la detección de operativos especiales que buscaban reclutar científicos iraquíes que ayudaran a «elegir los mejores lugares al interior de Irak para sembrar las armas químicas».
Si bien todas estas operaciones, hasta ahora, no han tenido éxito y la "impunidad" que otorga operar en zonas desprovistas de periodistas acreditados por el Comando Central, no ha sido suficiente. El proceso de implantación se ha visto retrasado por la resistencia focal que todavía ofrecen las pocas unidades militares y paramilitares iraquíes aún operativas. Asimismo, los aliados no han logrado introducir en Irak las unidades móviles -camiones laboratorio- que están esperando en la frontera con Kuwait o en Turquía. El traslado tampoco ha podido realizarse por aire porque los aviones están con su capacidad copada con el transporte de tropas, apoyo logístico y armamentos.
Sin embargo, el Comando Central mantiene el optimismo y declara que "el descubrimiento de este arsenal repartido por todo Irak -y escondido en forma muy hábil-, será finalmente encontrado aunque tomará muchos meses". Otras fuentes, consultadas por El Mostrador.cl señalan que se están fabricando in situ las pruebas en zonas militares ocupadas y donde no se permite el acceso a la prensa.
La preocupación por este tema ha causado profunda preocupación en ciertos medios -BBC y The Guardian- que han sido tratados con hostilidad por las tropas en terreno y por las presiones que han recibido desde "arriba" para que moderen sus comentarios en contra de los procedimientos utilizados.
En este contexto, nuestros contactos en Irak aseguran que "el pillaje y la catarsis de libertad y anarquía que se vive en el país no significa la compra de la complicidad de las personas. Son cosas distintas. Puede haber pillaje, pero el engaño y la mentira son fuertemente castigadas por los códigos del islamismo. No tendrán aliados internos, salvo los kurdos".
Según analistas, el ingreso de pruebas a territorio iraquí debería hacerse por el frente norte, vía Turquía, a través de la zona kurda una vez que cesen las duras batallas que aún se libran. Fuentes iraquíes señalan que todavía hay una fuerza del antiguo gobierno que -golpeada pero no diezmada- está luchando cuerpo a cuerpo en distintos frentes con las fuerzas especiales aliadas: el servicio secreto de Sadam.
"Mientras no exista un gobierno constituido, las guerras paralelas y con diferentes objetivos continuarán y seguirán alimentando el caos", aseguran.
Como corresponsal, nos consta que el cerco sobre la prensa que sospecha de la implantación de pruebas, existe desde el período de las inspecciones de la ONU. Junto a otros corresponsal con quienes estuvimos en Bagdad durante las inspecciones, constatamos que la sobreprotección de los inspectores, fue acordado -con un protocolo de por medio- entre la ONU y el gobierno iraquí a instancias de EEUU. En este acuerdo se exigió que se mantuviera a la prensa lo más alejada posible de todo el proceso. Entre los corresponsales, predominaba la idea de que en el gobierno de Irak se "veía a todo el mundo como espías potenciales". Pero, en el fondo a nadie se le escapaba, menos ahora, que la presión venía de mucho más arriba y no de un gobierno que estaba cada vez más acorralado.
A detener el fraude
El secretario general de la ONU, Kofi Annan declaró -con una energía que no se le veía desde hace tiempo- que el proceso de inspección fue interrumpido por la guerra, pero que el mandato para que se reanude reside en la ONU. Así, Annan continúa una batalla soterrada con la administración Bush, la cual debe hacerla con precaución para que EEUU le entregue un rol sustantivo a la ONU en la actual etapa.
"Para acorralar a este grupo de cabezas térmicas de la administración Bush, que tiene todo ese poder de armamentos para negociar, es necesario ductilidad y fuerza al mismo tiempo. Blair ha funcionado a medias, y la única variable que favorece la pronta entrada de la ONU como proveedor de un paraguas que legitime cierta autoridad dentro del Irak, es precisamente que sigan ocurriendo más desgracias y que la situación se haga insostenible", nos dice un funcionario que participa en las operaciones de emergencia desde Kuwait, y que es de la opinión de que "cada día que pasa, EEUU comete más errores".
"El único que puede hace que la situación no se haga peor y casi irreversible por el daño total que se está produciendo en el país en todos sus aspectos, es el Secretario General, quién ya empezó a perturbar la paciencia de Bush, con sus anuncios de regreso de los inspectores de armas a Irak y la llamada de atención que hizo para que asuman la responsabilidad de ley y orden", agrega nuestra fuente interna.
Bush y Blair no tienen más alternativa que acelerar el proceso de orden y seguridad, y detener un proceso de hostilidades que están fabricando ellos mismos. Prolongar el conflicto -amenazando extenderlo a Siria e Irán- está frenando el progreso de estabilización. Pero en esto radica el problema de legitimación: los aliados deben "encontrar" las armas químicas por las que desencadenaron el conflicto.
El modelo que los ingleses están aplicando en Basora, que operan con mayor cautela y cálculo político, ha sido avasallado por Donald Rumsfeld y el propio George Bush, quienes han privilegiado utilizar el derrocamiento del régimen de Sadam Husein en la política doméstica- de cara a la reelección- en desmedro de la necesidad de encontrar la legitimidad de la guerra en el ámbito del derecho internacional, como piensan los británicos.
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