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Menem se viene a Chile y deja a Kirchner antes el fantasma de Illia

El retiro de Menem pone a quien será el primer presidente proveniente de la patagonia argentina en una posición delicada. Del aluvión de votos que esperaba recibir el próximo domingo, y que lo colocarían como el presidente más votado de la historia del país, Kirchner pasó a ser el mandatario electo con el menor porcentaje sufragios -un 22,3%- por debajo incluso del radical Arturo Illia, quien asumió, en 1963, con el 25% de los votos y que abandonó la Casa Rosada antes de dos años.


Fue una noticia que tardó más de un día en confirmarse, pero llegó: Carlos Menem declinó su candidatura y "despejó" el camino para que Néstor Kirchner asuma como el presidente menos votado de la historia institucional argentina. Tras grabar un mensaje televisivo y firmar su renuncia, Menem se aprestaba a viajar a este lado de los Andes.



"Campaña sistemática de difamación y calumnia", dijo Carlos Menem. "Un cobarde que huye", espetó Néstor Kirchner. La campaña electoral argentina culminó en este tono, que leído desde cualquier parte del mundo encendería luces de alarma y dudas sobre el futuro institucional. Pero no es para tanto. En la política argentina la palabra tiene muy poco valor, y las fintas verbales de los candidatos en las largas 24 horas que duró la renuncia de Menem pasarán a la historia muy pronto.



Quedarán entonces vigentes las consecuencias institucionales de la decisión del ex mandatario de bajarse del ballotage a apenas cuatro días de la segunda vuelta. La junta electoral ya aceptó la renuncia a la candidatura y, en las primeras horas de hoy, comunicará al senado que de acuerdo al Código Electoral Nacional, Néstor Kirchner debe ser ungido presidente.



Entre el anuncio extraoficial del martes y la confirmación de ayer mediaron algunos pedidos de último momento que Menem desoyó y mucho del juego que a Menem mejor le sienta: poner tras de sí toda la política nacional, los medios de comunicación y el comentario de la calle, que esta vez no lo acompañó: encuestas encargadas de apuro revelaron que el 70% de la población consideraba nocivo que el ex presidente escapara.



Un dato que Menem no tuvo en cuenta. Firmó su renuncia y sus abogados la entregaron a la justicia electoral, que en minutos mandó a suspender la elección del domingo.



La defección de Menem pone a quien será el primer presidente proveniente de la patagonia argentina en una posición más que delicada. Del aluvión de votos que se esperaba para el próximo domingo, que lo colocarían claramente como el presidente más votado de la historia institucional del país pasó a ser el primer mandatario que llegará con menor caudal de sufragios, apenas el 22,3 por ciento, debajo incluso de Arturo Illia, un radical que llegó a la presidencia en 1963 con el 25% de las voluntades y tuvo que irse menos de dos años después.



En ese momento, el peronismo estaba proscrito y su líder, el mítico Juan Domingo Perón, exiliado en Europa. Cuarenta años después la situación es muy distinta. Sin ir más lejos, el fallido balotaje del domingo sería entre dos miembros del partido de Perón. Con la renuncia firmada, Menem intentó conectar precisamente con una sensación generalizada que aumentaba el desgano de muchos a la hora de votar: que se resolvía en urnas nacionales una interna peronista.



«El origen de esta situación es la maniobra del actual gobierno que frustró la realización de las elecciones internas, abiertas y simultáneas en todos los partidos políticos, que en su momento fueran aprobadas por unanimidad por el Congreso Nacional", recordó Menem, aunque no explicó por qué si esa era la causa de los males aceptó participar en el proceso electoral.



«Quedó así frustrada una voluntad de renovación política expresada por la amplia mayoría de la ciudadanía argentina", dijo luego en un spot que un equipo publicitario grabó en la residencia del gobernador de La Rioja y se emitió en varios canales de televisión al caer la tarde de ayer.



Así, intentó subirse a una reclamada renovación que tuvo su punto máximo en el "que se vayan todos", la reacción popular que precedió a la caída de Fernando De la Rúa, en 1999, y que en estas elecciones no tuvo expresión electoral alguna. Sin embargo, no había lugar para él en este anhelo popular. Por el contrario, sepultar la vieja política parecía ser la razón del voto anti-Menem que se esperaba para el domingo.



El enigma Kirchner



Se llegó a decir que siete de cada diez votantes potenciales de Kirchner decían que lo apoyarían para terminar con Menem. Una fuerza formidable, nunca vista en Argentina, que catapultaría al poder a un recién llegado a la política nacional: Néstor Kirchner, un hombre del que ni siquiera los periodistas aciertan en pronunciarle correctamente el apellido.



Lo poco que se sabe de este natural de la provincia de Santa Cruz que llega la casa Rosada con el aval decisivo del presidente saliente, Eduardo Duhalde, es que gobernó sin sobresaltos durante dos períodos la más austral de las provincias de la Patagonia continental argentina.



No le fue mal. Pero Argentina no es Santa Cruz. La Argentina endeudada hacia adentro y hacia afuera no es la Santa Cruz pequeña, sin deudas y casi sin pobreza de Kirchner. Los desafíos que afrontará entonces al hacerse cargo del gobierno dentro de apenas una semana y media son formidables, y son muchos los que piensan que la retirada menemista lo deja mal herido.



Ayer, Kirchner intentó consolidarse golpeando duro a Menem y aventando desde el discurso el fantasma del presidente débil. Sostuvo que asumirá "con coraje y decisión la responsabilidad de gobernar", y remarcó que no llega para "pactar con el pasado" siendo "presa de las corporaciones". Después prometió: "no dejaré mis convicciones, en nombre del pragmatismo, en la puerta de la Casa Rosada".



Muy rápidamente tendrá la oportunidad de demostrar con hechos sus palabras esperanzadoras. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional ya plantó su agenda para discutir con el futuro gobierno.



El organismo internacional pide aumento de tarifas y compensación a las empresas privatizadas por los efectos negativos de la devaluación del peso sobre sus deudas en dólares; mayor ajuste fiscal para incrementar el superávit logrado por Duhalde en base al cobro de retenciones a las exportaciones y un "reordenamiento" del sistema financiero con desembarco de capitales privados en la aún poderosa banca pública. De llevarse a la práctica, cualquiera de las tres medidas conspirarán decididamente contra el discurso de Kirchner.



Como si esto fuera poco, se vienen importantes vencimientos de la deuda externa hacia agosto y la protesta social de los sectores más golpeados por la crisis, de la mano de los beligerantes piqueteros, volverán apenas termine el letargo en el que los sumió el proceso electoral que miraron con desconfianza o franca oposición.



Así, la carta blanca para Kirchner durará muy poco. El novio de Anillaco lo verá, muy probablemente desde Chile, hasta donde volaría en las próximas horas para reencontrarse con Cecilia Bolocco, notoriamente ausente en el tramo final de la fallida operación retorno de su marido. ¿el otoño definitivo para el patriarca?



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