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La nueva agonía fílmica de Johnny Depp

Caminando entre las aventuras y la comedia, esta nueva, taquillera y típica cinta sobre piratas genera la extraña sensación de estar frente a un trabajo entretenido y potente, con dinámicas escenas de combates y ágiles persecuciones, pero que, sin embargo, se torna predecible, aburrido, torpe y algo siútico en el desarrollo de la infaltable historia de amor.


Sin cuestionar la calidad como actor de Johnny Depp, es un hecho evidente que el otrora genial actor lleva varios años participando en cintas sin ninguna relevancia, cayéndose estrepitosamente del pedestal alcanzado con cintas como El hombre manos de tijera y Ed Wood de Tim Burton, Sueños de Arizona de Emir Kusturica, Dead Man de Jim Jarmush o la delirante Pánico y locura en Las Vegas de Terry Gillian.



Al igual que muchos destacados intérpretes, Johnny Depp parece haber perdido el rumbo al incursionar ilógicamente en trabajos medianos que no hacen más que ensuciar una brillante filmografía. Ídolo de adolescentes y adultos, este extravagante y controvertido actor, acostumbrado a interpretar papeles oscuros y llenos de misterio, aparentemente ha sucumbido ante las garras de la industria, acumulando títulos más bien mediocres en donde la taquilla funciona como motor principal.



Películas como La última puerta de Roman Polanski, La leyenda del jinete sin cabeza de Tim Burton, Inhala de Ted Demme o Desde el infierno de Albert y Allen Hughes, se han trasformado en el camino de celuloide que lo ha ido enterrando poco a poco. Si se analiza la carrera filmografica del actor nacido en Owensboro, Kentucky, desde 1999 con el filme de Polanski se observa la cuesta abajo que ha ido tomando, llegando probablemente al más comercial de sus trabajos, con La Maldición del Perla Negra.



Pese a no realizar una mala interpretación, su nuevo filme a cargo del director Gore Verbinski (El Aro y La Mexicana), se enmarca dentro de un género de cintas para ser vistas por adolescentes en sus vacaciones de invierno, sin mucho contenido ni mucha cabeza. Comicidad, una que otra explosión, persecuciones, una historia de amor y muchos piratas, se convierten en los ingredientes indicados para llenar las salas por un par de semanas.



Es indudable que la construcción del personaje que Johnny Depp encarna y desarrolla, debe ser una de las interpretaciones más pintorescas y llamativas en tornos a las superproducciones sobre piratas, sin embargo y a medida que avanza el relato, rápidamente nos damos cuenta que la historia no tiene pies ni cabeza y que su destino más próximo y el de su protagonista, sea el olvido.



Histriónico, extraño y extravagante, el actor intenta manejar y robarse la película a su parecer, guiándola y conduciéndola por un camino más cómico que de aventuras, pero el contexto en que intenta semejante proeza traba su esfuerzo, restando seriedad a la narración y disminuyendo su calidad como el actor de primera que todos conocimos años atrás.



La historia gira en torno a las andanzas del pícaro y seductor Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp), para quién las cristalinas aguas del Caribe, al igual que todos los mares del mundo, representan un gigantesco escenario lleno de misterio y aventuras. Pero la idílica vida de Jack zozobra cuando su enemigo, el astuto Capitán Barbossa (Geoffrey Rush), le roba su barco, el Perla Negra, y ataca la ciudad de Port Royal, secuestrando a Elizabeth Swann (Keira Knightley), la preciosa hija del Gobernador (Jonathan Pryce).



Will Turner (Orlando Bloom), el amigo de la infancia de Elizabeth, se une a Jack para requisar el barco más rápido de la flota inglesa, el HMS Interceptor, en un acto de galantería para rescatarla y de paso recuperar el Perla Negra. Pero el prometido de Elizabeth, el ambicioso y atractivo Comodoro Norrington (Jack Davenport), persigue al dúo y a su particular tripulación a bordo del HMS Dauntless.



Aunque Will no lo sabe, Barbossa y su tripulación son víctimas de un conjuro por el que están condenados a vivir eternamente y a transformarse cada noche en esqueletos vivientes. El conjuro sólo puede romperse si devuelven el tesoro que un día robaron. Los increíbles enemigos de los protagonistas cobran vida mientras que los valientes héroes luchan sin descanso contra Barbossa y su invencible tripulación de piratas del Caribe.



El gran problema de La Maldición del Perla Negra radica en la casi total dependencia de su personaje protagónico, llevando este sobre sus hombros todo el peso de un filme que a pesar de todos los intentos por hacer reír a la platea a cada instante -por momentos lo logra- se torna un tanto aburrida, torpe, previsible y por supuesto cliché.



Si bien es cierto Johnny Depp hace una tarea titánica por sacar adelante este modesto trabajo en términos cinematográficos -de hecho su interpretación es lo único rescatable a pesar de ser engullido por esta superproducción-, la cinta de Verbinsky cae y abusa de sus recursos y no intenta salir de los clásicos parámetros dentro de los que se mueven este tipo de filmes, llamadas tan sólo a pasar un rato con la mirada perdida y un par de cabritas en la boca.

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