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Defensores de Mery con fuego cruzado

El entonces detective primero les hizo saber a los detenidos que todos estaban siendo espiados. Les recomendó silencio. Sacó a algunos de la cárcel. ¿Cómo no defenderlo hoy? «Son todos masones o con cargos públicos», replica el otro bando.


Víctimas de la tortura de aquellos años han llamado por teléfono estas últimas semanas al director de Investigaciones. Varias personas se han comunicado también con sus asesores para manifestarle el apoyo y agradecimiento por lo que hizo por ellos en el pasado.



En Linares, dar con un defensor de Mery significa ir descubriendo a varios, algunos asentados en otros lugares y otros viviendo aún en la ciudad. Uno de ellos es Ariel Muñoz Seguel, hombre del PS que fue parte de la querella presentada en 1999 por ex presos políticos.



"En la última reunión de la Agrupación yo demostré mi malestar porque todo se centró en el problema de la Odette. Les dije que no dudaba de lo que decía ella, pero planteé: fuimos maltratados por Cabezas, por Zincke, por muchos, pero ¿por Mery? Teobaldo Peña dijo: sí, y muchos. Y yo les pregunté: ¿quiénes? Él no pudo contestar. Acá todos sabemos por quiénes fuimos violentados".



Muñoz Seguel -quien antes del 73 había sido dirigente del PS, de la Fenats local, de la Asociación de Salud por la Séptima Región y a quien el golpe lo pilló como regidor de la zona- fue torturado en dos ocasiones: el 17 y el 27 de septiembre.



Según Muñoz: "Nelson Mery no me tocó, sólo me hizo una pregunta delante del mayor Zincke, el capitán Romero y el sargento Aguilar, después de mi segunda sesión de tortura. Este último le dijo a Zincke: éste es Ariel Muñoz. Zincke hizo un gesto despectivo para que Aguilar interrogara. Querían saber de armas, de la militancia de los médicos del hospital. La única participación de Mery en eso fue preguntarme qué significaba CONAS, porque en una de mis cajas habían encontrado un documento de la Comisión Nacional Agraria. De ahí, nunca más me interrogó".



"Conocía a Mery de antes. Nos debemos haber encontrado alguna vez en un negocio que estaba en Benjamín Novoa con Valentín Letelier, que era de mi amigo y camarada Enrique Mardones. Mery iba a tomar refrescos ahí y en el negocio lo querían mucho", agrega.



Sobre su detención recuerda que fue "en el hall del hospital, el sábado 15 de septiembre a las 11 horas. Fue Investigaciones. Uno preguntó: ¿lo amarramos? y Mery dijo: ‘no, yo sé con quién estoy tratando’".



Muñoz Seguel continúa su relato afirmando que "el 17 de septiembre, a las 8 de la mañana, nos llevaron a pie hasta la Escuela de Artillería. Sentados en el hall vimos desfilar a muchos presos hacia el cuarto oscuro. Como a las 7 de la tarde me tocó a mí. Ahí hubo torturas, golpes con laque, corriente, la escalera de 45 grados con la cabeza abajo. A las 9 de la noche, en la pieza contigua a la sala del televisor, reunieron a 30 o 35 presos. Ahí estaba lo más granado de los dirigentes. Ahí estaba Carlos Villalobos, el actual alcalde de Linares. No pasó nada, pero estando en el exilio un ex preso político me contó que esa noche nos iban a fusilar y el coronel Gabriel del Río no dio la orden".



Del Río era Jefe de Plaza y superior de todas las autoridades administrativas de Linares y de la Escuela de Artillería. Fue pasado a complemento tres meses después de este episodio. Mery, en conocimiento que su jefe se iba, le pidió que lo liberara de su calidad de oficial de enlace para poder volver a su unidad de origen. Lo que ocurrió el 28 de diciembre de 1973.



La imagen de un Nelson Mery «incómodo» con la labor encomendada, se refuerza al escuchar el testimonio de una persona que en la época inmediatamente posterior al golpe debió compartir en varias ocasiones con el detective Torres, a quien se le identifica como el jefe de Mery en la Escuela de Artillería y como uno de los más agresivos del grupo de torturadores.



"Torres repetía constantemente que Mery era un maricón, que no quería ir a la Escuela. Le había pedido irse y volver a sus labores en la institución. Torres se enojaba porque Mery nunca quería participar en el trabajo que allá hacían", sostiene.



Ariel Seguel, que ya en democracia fue presidente del PS por la comuna, fue trasladado a Chacabuco el 23 de abril de 1974. Dice no tener problemas en hablar con la prensa sobre su experiencia, pero teme ser descalificado. "Temo que se diga que el PS quiere proteger a Mery y que eso lo perjudique", aclara.



"No sé si su actitud hacia mí fue por simpatía personal o por humanitarismo. Pienso que él no estaba grato en esa función. Nunca escuché que un preso político haya sido violentado por Mery. Él fue llamado y tenía dos alternativas: o asumía el papel que tuvo o desobedecía y formaba parte de los fusilados. Esa resolución está mediada por principios y Mery no era un revolucionario socialista".



Mery recomienda silencio



Otra de las personas que defiende a Nelson Mery en medio de las denuncias en su contra es Sergio Castillo Gajardo, militante del PS que fue detenido el 15 de septiembre de 1973 y estuvo tres años preso. Hoy es uno de los encargados de la Agrupación en Parral.



"Una vez me estaban interrogando. Era tarde. Me preguntaban por un supuesto plan de asalto a la Escuela y dónde estaban unas armas que unos jóvenes habían enterrado. Todos salen fuera a buscar a otro detenido para interrogarlo. Mery se quedó. Estaba escribiendo a máquina, alejado en un rincón. Cuando salieron los otros, me hizo un gesto con el pulgar para que me quedara callado. Cuando llegaron no hablé. Recibí unos cuantos golpes más y ‘te fuiste’".



Castillo se expresa a favor del director de la policía civil: "Mery era un funcionario que donde pudo hacer un servicio lo hizo".



El veterinario Luis Palma Guzmán vive hoy en Temuco. Tiene 73 años y testimonia que el director de Investigaciones fue el artífice de su libertad. "Él hizo todos los trámites para acelerar mi interrogatorio. Unas amistades se contactaron con mi señora y ella recurrió a Mery para saber qué era de mí. Él recorrió la cárcel y el regimiento, y ahí me encontró. Estuvo permanentemente informando a mi señora sobre mi situación", cuenta.



Palma estuvo 59 días en la cárcel y era trasladado, de vez en cuando, a la Escuela de Artillería, junto a otros detenidos. En el recinto castrense estuvo tres veces, donde tuvo la oportunidad de conversar con Mery. Relata también que en su calidad de médico veterinario debió atender a algunos detenidos y agrega que a él no lo torturaron físicamente, "pero sí sicológicamente".



En esas conversaciones con Mery, éste le hizo saber que todos estaban siendo espiados. "A través mío mandó algunos consejos para los detenidos: que no se fueran de boca, porque estaban escuchando todo. Recuerdo que uno de los altos jefes del PC, un señor de apellido Cuevas que era uno de los jefes de la CORFO en Linares, decía constantemente que cuando saliera libre iba a dejar la grande, y Mery le dijo que callara, que no podía decir esas cosas adentro", cuenta el veterinario.



"Yo sé de otras personas que Mery ayudó a sacar de la detención. Un señor Bustos y un señor Silva. La información que existía en esa época era que la única persona que podía ayudar para saber dóndo alguien estaba detenido era Mery. Eso circulaba incluso en la cárcel. No conocí a nadie más que ayudara a los detenidos. Tal vez, en la cárcel, teníamos cierta ayuda del alcaide de aquel entonces, pero después le pillaron un panfleto del PC y lo sacaron de ahí".



Luis Palma relata cómo fue su liberación: "La última vez que me trasladaron al regimiento, Mery me recibió en una pieza y me presentó a quien, tengo entendido, era el fiscal. Me preguntan quién era yo y por qué creía que estaba detenido. Contesté que suponía que por haber sido presidente del PR y por mis reuniones en la Intendencia. Me pasó un papel y me dijo: firme aquí y váyase. En ese momento tienen que haberme entregado un certificado de detención, que usé para que me pagaran el sueldo de los dos meses en que no pude ir al trabajo. El documento me devolvía la libertad".



Sobre la denuncia de Odette, Palma tiene una opinión negativa: "Yo creo que esto es una maquinación. No había tomado contacto con Mery sino hasta hace algunos días y estuve conversando telefónicamente con él. Para mí todo esto es un proceso anti-Mery. No me cabe duda que se trata de una escalada más de este tipo. Un sector político no puede soportar que él tenga tanta información sobre las torturas y los torturadores. Él tiene que conocer, además, quiénes fueron los grupos civiles que recorrieron los campos y sobre sus actuaciones se tejen muchas atrocidades. Se habla de civiles que arrancaban los ojos de sus víctimas antes de matarlos. Antes del golpe habían equipos de Patria y Libertad que actuaban protegidos por los militares».



Otro testimonio que suma a favor de Mery por estos días es el de Nelson Castillo. El hombre padece hoy de un cáncer terminal. "Comprenderá usted que con mi enfermedad no tengo necesidad de andar diciendo nada. Yo me ajusto estrictamente a la verdad", introduce.



Atestigua que Mery no participó en ningún interrogatorio o tortura a las cuales fue sometido en la Escuela de Artillería. "Yo estuve detenido más de un año, y los nombres de los torturadores que se repetían: Nelson Volta, Carlos Neves (ambos detectives); el capitán de Ejército Claudio Lecaros y los encapuchados de Carabineros. El de Mery nunca lo escuché".



Aclara, sí, que el hecho de que Mery no lo haya torturado no implica que pueda asegurar que no estuvo presente en interrogatorios con otras personas.



Castillo ubica a Odette Alegría en aquella época de reclusión. "No tengo derecho a poner en duda lo que ella señala y me parece sumamente increíble que una mujer pueda llegar a autoagraviarse. Pero instancias para haber denunciado un vejamen de esa naturaleza tuvimos muchas, en la misma Escuela, con el capellán, que era con quien todo el mundo descargaba sus cuitas. Y afuera, en la Vicaría. Y bajo el alero de la Iglesia sí que no había problema. Es más, nos incentivaban a decir todo lo que habíamos sufrido".



El Mostrador.cl pudo saber que el nombre de Odette Alegría no figura en los archivos de la Vicaría de la Solidaridad. Ella no se acercó al organismo ni ningún otro a hacer estas denuncias.



Fuego cruzado



El temor manifestado por Ariel Muñoz de ser descalificado por su testimonio a favor de Mery queda claro tras preguntar a Teobaldo Peña, el presidente de la Agrupación, respecto al porqué algunos de sus ex compañeros defienden al director de Investigaciones.



Peña cree que ese tipo de versiones está mediada por la protección que la masonería debe hacer de sus hermanos. También, por el hecho de que algunos de ellos figuren hoy en puestos públicos, como es el caso del gobernador Rodrigo Hermosilla.



"Así como Mery defendió a sus hermanos masones, ellos tienen que defenderlo ahora. Lo reprochable sería que no lo hicieran. Pero cualquier declaración de ese tipo es débil. Yo también podría declarar que no me torturó y que tuve diálogos con él mientras me torturaban. Incluso hay un par de ancianos por ahí a los que Mery apareció salvándolos de las torturas. A Lisandro Fuentes le tomó declaración y no lo pasó para adentro. Se puede encontrar mucha gente y muchas mujeres que digan que no torturó, pero en todos los regímenes de ese tipo siempre va a haber una persona que las hace de bueno. Además, no hay torturador que no haya tenido una actitud humanitaria. A los torturadores no los escogieron al azar", explica.



Según Peña, en la década del noventa no existían espacios para que las víctimas de torturas dieran a conocer su testimonio y es por eso que hoy surgen este tipo de acusaciones. "Los espacios los hemos ido ganando nosotros", concluye.



La duda respecto a lo que pueda sostener Peña surge de otro lado, uno más independiente de lo que hasta ahora se ha relatado.



El mencionado Humberto Araya, quien recabó testimonio sobre Mery y convive con una sobrina de Odette Alegría, sostiene que en todas estas acusaciones que van y vienen hay mucho de fantasía.



No se refiere específicamente al tema de Odette, sino más bien a los relatos que han construido muchos de quienes fueron torturados en aquella época. "Yo escucho a veces versiones de gente que dice que le hicieron esto y lo otro, y resulta que yo estuve detenido con ellos y me consta que no fue así. Tal vez a otro detenido sí se lo hicieron, pero todos quieren figurar como los más afectados", sostuvo. Y mencionó que Peña podía ser uno de ellos.



Una ciudad fragmentada, versiones que se contradicen, personas que se retractan. Así está Linares en el invierno del 2003, lo mismo que Nelson Mery, lo mismo que Odette Alegría: haciendo frente al pasado que vuelve, una y otra vez.



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