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Atentado en Irak lleva a la ONU a evaluar su permanencia en el país

Un portavoz de la ONU en la capital iraquí declaró que se había convocado «una reunión de seguridad para ver cuáles son los pasos a dar tras esta inhumana acción», mientras se supo que se sopesa la posibilidad de abandonar el devastado Irak.


Las banderas del edificio de la ONU -en la calle 42 de Manhattan con vistas al río Este- fueron arriadas en señal de duelo por el fallecimiento de Vieira de Mello y de otros funcionarios de la organización víctimas del atentado, que causó al menos, otros, 16 muertos.



La muerte del diplomático brasileño fue confirmada por el portavoz de la ONU, Fred Eckhard, quien señaló que Vieira de Mello, que había quedado atrapado entre los escombros del edificio tras la explosión del camión bomba con que se cometió el atentado, «no pudo salir con vida y ha fallecido en el ataque».



«El secretario general, Kofi Annan, expresó su rechazo más absoluto por la muerte de su enviado especial», destacó el portavoz, quien dijo que el máximo funcionario de la ONU ha reiterado que este organismo proseguirá sus tareas de ayuda humanitaria en Irak y para devolver la soberanía al pueblo iraquí.



Un camión bomba se estrelló hoy contra el hotel Canal, donde tiene su sede de la ONU en Bagdad, en un atentado que ha causado al menos 16 muertos y más de cuarenta heridos.



Si bien en un principio la información que llegó a la ONU en Nueva York apuntaba a que el diplomático brasileño había sido rescatado con vida de los escombros, aunque herido gravemente, finalmente no pudo sobrevivir al atentado.



Fuentes militares estadounidenses confirmaron que la explosión del camión bomba se produjo debajo de la ventana de una habitación en la que Vieira de Mello estaba reunido con otros funcionarios de las Naciones Unidas.



El portavoz de la ONU también confirmó la muerte de otros catorce empleados de la organización internacional que estaban trabajando en Bagdad en la recién establecida misión en el país árabe.



El representante de México en el Consejo de Seguridad, el embajador Adolfo Aguilar Zínzer, señaló que la muerte de Vieira de Mello representa «una gran pérdida para la ONU y su familia».



Añadió que «su optimismo, visión y coraje se mantendrán en Irak junto con los demás empleados de la ONU».



Vieira de Mello, de 55 años, fue nombrado delegado en Irak por Kofi Annan el 23 de mayo pasado para un periodo de cuatro meses.



El diplomático, que no hablaba árabe, rechazó dos veces la propuesta de ocupar este cargo en Irak, según fuentes diplomáticas, pero finalmente accedió por un período corto de tiempo.



Durante estos cuatro meses, Vieira de Mello, que también era Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, fue temporalmente sustituido en esa posición por el guayanés Bertie Ramcharan.



La prioridad principal de Vieira de Mello en Irak era la seguridad, así como proteger los intereses del pueblo iraquí bajo la ocupación liderada por Estados Unidos y Gran Bretaña.



Un mes después de ser nombrado enviado especial de Annan manifestó que se encontraba en una «situación extraña» en Irak, en su misión de asistir a las fuerzas de la coalición, conformadas por tan sólo dos miembros del Consejo de Seguridad.



En su última presentación sobre el tema de Irak ante el Consejo, Vieira de Mello indicó que «la democracia no puede ser impuesta» y transmitió la opinión de líderes iraquíes con quienes se entrevistó que expresaron su deseo de recuperar la soberanía del país.



Sus visiones fueron plasmadas en el último informe sobre Irak del secretario general, que se resumían en la necesidad de crear un calendario detallado para que el pueblo iraquí alcance la democracia, a través de la convocatoria de elecciones.



Reacciones internacionales



El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, lamentó la muerte de Vieira de Mello, de quien dijo que «trabajó día y noche para que los iraquíes pudieran construir su propio destino, y un futuro en paz».



En una declaración realizada esta tarde, el Secretario General de la ONU, quien se encontraba de vacaciones, lamentó la muerte de su colaborador y calificó la pérdida de De Mello como "un duro golpe para las Naciones Unidas, y para mí en lo personal".



"Es difícil aceptar la muerte de cualquier colega, pero no se me ocurre ninguna otra persona que fuera tan imprescindible como Sergio, o cuya desaparición fuera más lamentada dentro del sistema de las Naciones Unidas. Durante su carrera, sirvió de forma excepcional a la humanidad, mitigó el sufrimiento de hombres y mujeres, les ayudó a resolver sus conflictos y a reconstruir sociedades destrozadas por la guerra", dijo Annan.



El funcionario brasileño ocupó, entre otros, los cargos de oficial del Alto Comisionado para los Refugiados, Coordinador del Socorro de Emergencia, representante especial del Secretario General en Kosovo y Timor Oriental y, durante un breve lapso Alto Comisionado para los Derechos Humanos.



"En todos estos puestos sorprendió a quienes trabajaban con él por su simpatía, su energía y su capacidad para lograr los objetivos marcados, no por la fuerza sino mediante la diplomacia y la persuasión", agregó Annan.



En Irak, donde pasó los tres últimos meses de su vida, "trabajó noche y día para ayudar al pueblo iraquí a recuperar el control de su destino y a construir un futuro de paz, justicia y plena independencia. Hoy, resulta trágico que haya dado su vida por esa causa, junto con otros que, como él, eran funcionarios dedicados y muy queridos de las Naciones Unidas. Quienes lo mataron no sólo han cometido un crimen contra las Naciones Unidas, sino también contra Irak", sentenció.



"Comparto la aflicción de la familia de Sergio. Todos lo echaremos de menos con dolor, como colega y como amigo. Esforcémonos por ser dignos de su recuerdo y terminar el trabajo que él comenzó, para que su muerte no sea en vano", concluyó el secretario general de la ONU.



Annan había declarado antes de conocer el fallecimiento de Vieira de Mello que la organización continuará con su labor en el país y para «devolver la soberanía al pueblo iraquí», aunque en Bagdad la magnitud del acto terrorista provocó que la organización activara sus planes para evacuar el país al personal no imprescindible.



Un portavoz de la ONU en la capital iraquí declaró que se había convocado «una reunión de seguridad para ver cuáles son los pasos a dar tras esta inhumana acción», mientras se supo que se sopesa la posibilidad de abandonar el devastado Irak.



El presidente francés, Jacques Chirac, expresó su «ira» por el atentado, destacó la «acción inteligente y valerosa» del diplomático brasileño y dijo que el ataque en Bagdad va dirigido «contra toda la comunidad internacional».



La oficina en Ginebra de Vieira de Mello -que desde julio de 2002 era además Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU- manifestó su preocupación e indignación por el atentado, dirigido «contra personas que sólo pretenden ayudar al pueblo iraquí a recuperarse de la guerra y de años de opresión».



El presidente estadounidense, George W. Bush, aseguró por su parte que «los terroristas no decidirán el futuro de Irak» y afirmó en un mensaje televisado que, a pesar de todo, este país «está en el camino de su autogobierno» y que los terroristas «no prevalecerán».



Bush aseguró que su país proporcionará «toda la asistencia necesaria» para que continúe el «trabajo vital» que se desarrolla en Irak.



Desde el Pentágono se conoció además que EEUU sospecha que el autor del atentado puede ser el grupo extremista musulmán Ansar Al-Islam, vinculado a la red Al Qaeda.



Los ministerios de Exteriores de Rusia, Alemania, el Reino Unido y España, entre otros, la Comisión Europea y el Gobierno de Brasil -de donde era Vieira de Mello- fueron algunos de los que reaccionaron contra el atentado al poco de conocerse.



El ministerio ruso de Exteriores calificó el ataque de «acto de barbarie que no puede tener ninguna justificación» y afirmó que «esta tragedia confirma la necesidad de una participación más amplia y solidaria de la comunidad internacional en el arreglo de la situación en Irak de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU».



El ministro de Exteriores alemán, Joschka Fischer, condenó también el atentado y pidió «buscar y castigar» a sus responsables, mientras que el canciller federal alemán, Gerhard Schroeder, calificó el acto de «criminal, de fuerzas que no quieren que haya una reconstrucción pacífica de Irak».



El Gobierno británico calificó de «cruel» el atentado y el propio titular de la cartera de Exteriores, Jack Straw, afirmó que tendrá como consecuencia «reforzar nuestro compromiso para trabajar a favor del Irak pacífico, próspero y democrático que se merece su población».



El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lamentó la muerte del diplomático brasileño Vieira de Mello, por quien decretó un luto oficial de tres días y de quien dijo que su fallecimiento «es una pérdida lamentable para Brasil, ya que fue un hombre que honró la imagen del país en el exterior».



La ministra española de Exteriores, Ana Palacio, condenó «en los términos más enérgicos el salvaje y criminal» atentado y elogió el trabajo de Vieira de Mello, de quien dijo que «la comunidad internacional pierde un luchador por la paz, los derechos humanos y el Estado de derecho».



El Representante de la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea (UE), Javier Solana, condenó con dureza el ataque, al que calificó de «acto despreciable» contra personas que están trabajando por el futuro de Irak.



Solana dijo que la Unión Europea «apoya con decisión» el papel de Naciones Unidas en Irak y reiteró la determinación de la comunidad internacional en la reconstrucción de este país, «sobre la base de las resolución 1.483 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas».



El Gobierno de Brasil, que se destacó durante la guerra en Irak por su oposición a la acción liderada por Estados Unidos contra el régimen del derrocado Sadam Husein, manifestó su «rechazo de toda forma de terrorismo» a propósito del atentado.



La OTAN calificó el suceso de «acto de barbarie» y «cobarde» lanzado contra «una institución internacional que trabaja para ayudar a la población de Irak».



Amnistía Internacional también condenó el ataque, que dijo «representa un duro golpe para los esfuerzos de las Naciones Unidas en Irak en materia humanitaria y de derechos humanos», según un comunicado divulgado desde su oficina en Londres.



El Gobierno de Portugal condenó asimismo el atentado, del que dijo que «no deberá afectar la firme determinación internacional de proseguir su trabajo en Irak».

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