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Viera de Mello: «mi método no es el de tribunal, lo mío es persuadir…»

En marzo de este año, Vieira de Mello concedió una entrevista en la que se explayó ampliamente sobre la situación de los derechos humanos en América Latina, Estados Unidos y Medio Oriente y que hoy le ofrece El Mostrador.


Designado en septiembre último como Alto Comisario de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Sergio Vieira de Mello vive con atención el fenómeno de su compatriota Lula da Silva.



El Secretario General de la ONU, Kofi Annan, le fijó como misión promover las libertades públicas y derechos individuales en el mundo, lo cual se trasluce en cuatro prioridades: proteger a las poblaciones civiles en situaciones de conflicto armado, fortalecer el Estado de Derecho en los 192 países miembros de la ONU y traducir en las legislaciones de cada uno de ellos las normas internacionales en materia de derechos humanos. Y, por último la difícil tarea de evitar que éstos no sean avasallados por la lucha contra el terrorismo.



Annan y Vieira de Mello se parecen, aunque los separen diez años de edad y los colores de piel no sean exactamente iguales. Ambos provienen de países en vías de desarrollo y han hecho carrera en la ONU por los mismos andariveles, socorriendo refugiados a partir del ACNUR y asistiendo regiones maltrechas por cataclismos naturales o litigios de violencia, como enviados especiales de Naciones Unidas.



Por eso nadie se extrañó cuando el ghaneano Annan lo nombró, pues Sergio Vieira de Mello venía de coronar dos misiones extremadamente difíciles: administrar Kosovo después de los bombardeos de la OTAN, sujetando las veleidades independentistas y el revanchismo de los albaneses con la «autonomía sustancial» que le fijara el Consejo de Seguridad de la ONU, atajando paralelamente la depuración étnica emprendida por los serbios, y hacer de la ex-colonia portuguesa de Timor Oriental, ocupada por Indonesia, un nuevo Estado después de cinco lustros de oscurantismo y espanto.



"Me siento auspiciado por el arribo de Lula a la presidencia de Brasil y fue un placer estar con él allí en la ceremonia el 1 de enero pasado cuando asumió, a pesar de que no tuvimos mucho tiempo para charlar de lo que a mi me habría gustado: el gran desafío de restaurar los derechos económicos, sociales y culturales en Brasil, de su plan para erradicar la pobreza y el hambre, ya que Lula quería hablar de cómo organizar con Kofi Annan la mediación en Venezuela con el grupo de países amigos y entonces ayudé en los contactos previos y al final todo se encarriló", explica.



El Alto Comisario ocupa un despacho con vista al lago en el segundo piso del Palacio Wilson, en honor del fenecido presidente estadounidense, el protestante y amigo de Ginebra Woodrow Wilson, paladín de los derechos humanos.



En su oficina, el rincón de los recuerdos agrupa regalos, fotos, artesanías y obras de arte de los lugares donde este políglota nacido en Brasil, formado universitariamente en Francia, país donde su familia se puso al abrigo de la dictadura. No ha cesado de viajar por los puntos calientes del globo desde que entrara en el ACNUR en 1969: Bangladesh, Sudan, Chipre, Mozambique, Perú, Camboya, el Líbano y los Grandes Lagos del África, en el nudo del genocidio ruandés.



¿Que proponen para Venezuela?
-Hay que encontrar una forma constitucional para resolver la crisis, sin apartarse de la legalidad. Deben desecharse las soluciones extra-constitucionales y volver a la razón. Si la oposición cree que tiene el apoyo de la mayoría de la población el referéndum lo dirá y la Constitución de Venezuela prevé esa posibilidad. Ni Lula ni Kofi Annan buscan sustituir la mediación de Cesar Gaviria, de la OEA, sino de reforzarla, incluyendo la participación del ex-presidente Jimmy Carter, para que todos se comprometan con un mecanismo democrático de pacificación y las dos partes cesen los excesos de las últimas semanas».



Su cara afilada se tensa al evocar la herencia de impunidad de las dictaduras que asolaran América Latina, un azote que sufrió en carne propia. Está informado que la Corte Suprema de Argentina tiene sobre la mesa dictaminar sobre las leyes de punto final y obediencia debida.



"A Brasil, Chile, Uruguay y Argentina les digo que hay crímenes que en derecho internacional son imprescriptibles y no pueden ser prescriptos ni perdonados por leyes de amnistía adoptadas democráticamente. En la esfera nacional, los países pueden hacer lo que quieran, pero deben saber que el derecho internacional prevalece sobre el nacional; la legislación de un país es sólo válida dentro de ellos, no es reconocida en el plano mundial si trasgrede los principios vigentes en la ONU. No hay que sorprenderse entonces si países como Bélgica, que reconocen la universalidad de esos principios, emitan pedidos de captura contra los autores de genocidios o crímenes de guerra perpetrados no importa donde, como han hecho con Ariel Sharon por las masacres de Sabra y Chatila. La postura de Naciones Unidas es incólume, como con la pena de muerte; somos contrarios. Ese es nuestro mensaje", dice.



Mensaje a EEUU



Uno de los temas que le ocupa es el de la improvisada penitenciaría de Guantánamo, la base militar norteamericana en la isla de Cuba, donde 620 talibanes prisioneros de la guerra en Afganistán, están hacinados en un limbo legal que escapa a las salvaguardas de los derechos humanos instauradas por las Naciones Unidas. Sergio Vieira de Mello asume que la cuestión es delicada.



"Tengo simpatía para con el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos y me causa náuseas lo acontecido el 11 de septiembre y les reconozco el derecho y el deber de protegerse", señala. Luego toma aire y recupera el hilo: "Deben protegerse porque una de las críticas fue que no supieron prever los atentados, entonces no los critiquemos porque tratan hoy de prevenir nuevos ataques".



"Pero un país como Estados Unidos, que es una democracia, no puede tener una política en que el fin justifica todos los medios. A pesar del trauma del 11 de septiembre el fin no justifica todos los medios, porque es la democracia la que se debilita. Entiendo la lógica de autoprotección pero es peligroso, como ha dicho uno de los jefes de la CIA, que después del 11 de septiembre se han sacado los guantes. Eso significaría que dejan de lado compromisos internacionales, normas y valores a los que Estados Unidos contribuye más que cualquier otro país", agrega.



Luego dice señalando el techo: "Ni que se hubieran olvidado lo que pregonaba el que figura ahí arriba", en alusión al nombre del extinto presidente Wilson, inscrito en el frontispicio del Palacio que sirve de escenografía a esta entrevista.



"Quisiera que el Gobierno de Estados Unidos, poco a poco se dé cuenta de que no solamente van contra sus propios principios de libertad, lo más importante de la Constitución, sino que están dando un mal ejemplo al resto del mundo porque los otros los imitan y dicen ‘si Estados Unidos lo está haciendo yo también lo puedo hacer, ¿no?‘. Este es un poco el mensaje que voy a tratar de pasar de la manera más constructiva posible dentro de unos días cuando me reciban".



"Mi estilo no es el de un tribunal, abrir la ventana y empezar a gritar condenas y acusaciones, aunque de tanto en tanto deberé hacerlo. Mi método es conseguir resultados, persuadir. La universalidad de los conceptos de justicia e igualdad de la persona humana están en los tratados de la ONU, pero esos papeles no sirven si se quedan archivados en nuestro cuartel general de Nueva York y no se transforman en obligaciones para los Estados. Las afirmaciones teóricas y abstractas de la ratificación de un instrumento internacional no me interesan. Es mi propósito que los gobiernos incorporen el derecho internacional a sus leyes internas y que las implementen en políticas, y llegado el caso, si hay falencias, que reconozcan que deben corregirlas", dice el Alto Comisionado.



Pocas horas antes de la entrevista, Sergio de Mello ha ungido a la magistrada francesa, Christine Chanet, como su representante personal en La Habana. La maniobra es ultrasensible y probablemente determine el voto sobre Cuba que cada año resuelve la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.



"No le pido a nadie algo diferente a lo que le reclamo a los demás. Espero que el Gobierno cubano coopere con ella y conmigo porque Christine Chanet no va a investigar, va a dialogar con el Gobierno; no hay nada de agresivo en esta petición, que es constructiva. Estamos hablando de mejorar derechos individuales de la persona humana. Si le planteo a mi país, Brasil, que hay derechos que no se respetan, que aun hay casos de tortura y malos tratos, perdura el hambre y la humillación, falta educación y atención médica, ¿por qué no le voy a decir a Cuba lo que le corresponda? México y Argentina dejan entrar a los relatores y grupos de trabajo de la ONU. No veo motivos para que Cuba no se sume", señala.



Añade además que "hace falta coraje para reconocer que no todo es perfecto. En ese sentido le he manifestado al Gobierno de España nuestro deseo de ayudarlos a que no cometan errores en la lucha antiterrorista, y el Comité contra la Tortura de la ONU les acaba de advertir su inquietud por la cantidad de denuncias de tortura a los detenidos acusados de pertenecer a grupos terroristas y en reacción ellos me han invitado a examinar la problemática y la vamos a abordar con franqueza…".



En definitiva, el credo de Sergio Vieira de Mello es la democracia a secas. Es conciente que ciertos sondeos de opinión consignan que el paso de las dictaduras a las democracias no aportan el bienestar económico suficiente a la población latinoamericana, afectando su credibilidad, amenazando la estabilidad. "No creo que si le plantearan a nuestro pueblos la elección entre el retroceso a las dictaduras y la superación de las dificultades manteniendo las democracias opten por la primera. Y tampoco creo que se les deba dar la oportunidad porque, a veces, la mayoría no tiene razón. Como estimaba Churchill, de todos los sistemas, la democracia es el menos peor".



Medio Oriente



El Alto Comisario se revuelve en la butaca y sabe que no se puede zafar de saltar al Medio Oriente, por más que la entrevista fue pedida para pasar revista a los temas de América Latina.



"De Irak prefiero no hablar dado que es resorte del Consejo de Seguridad y porque estamos todos cansados con el monopolio que ejerce en las relaciones internacionales; ustedes los periodistas, como les ha dicho Kofi Annan, tienen una gran responsabilidad en hacerle el juego a ese monopolio", explica.



"Lo que sí me preocupa es el conflicto palestino-israelí, uno de los grandes focos de inestabilidad internacional. Hay una radicalización de las posiciones. La violencia se ha transformado en odio. Eso aleja la solución. Si el primer ministro de Israel continua golpeando a los palestinos utilizando fuerza excesiva como las incursiones previas a las elecciones que lo reconfirmaron en su puesto, y se los he dicho verbalmente y por escrito, y los palestinos prosiguen con las bombas humanas, que son un crimen contra la humanidad porque matan indiscriminadamente, la situación de los derechos humanos en los territorios ocupados continuará empeorando y no se aplacará la inseguridad en la que viven los israelíes", expresa.



"Con esas estrategias ninguna de las dos partes conseguirá que el adversario modifique su posición, al contrario. La única solución es salir de ese engranaje de penalizar colectivamente a los israelíes y palestinos, lo que en fin de cuentas acrecienta la violencia, y escuchar lo que propone la ONU, en consonancia con los Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea, el llamado «cuarteto»: crear un Estado Palestino y garantizarle fronteras seguras a Israel para que se establezca la paz. No hay otra salida", concluye.





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