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Equipo científico de la U. de Chile rastrea origen químico del Parkinson

De comprobarse la hipótesis en que trabajan, en el futuro las cerca de 30 personas que sufren del mal en Chile, podrían recibir nuevos tratamientos incluido el trasplante de cultivos celulares.


Una prometedora línea de esta siguiendo un grupo científico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile para determinar la eventual relación entre el Parkinson y el funcionamiento de una enzima encargada de evitar que se formen sustancias tóxicas que destruyan neuronas durante la oxidación de la dopamina, neurotransmisor del cerebro relacionado con el movimiento.



De comprobarse esta hipótesis, en el futuro sería factible aplicar nuevas estrategias terapéuticas entre las que se incluye el trasplante, lo que podría ayudar a los pacientes aquejados de Parkinson que -hasta ahora- han cifrado sus esperanzas en la controvertida utilización de las células madre.



Los científicos chilenos señalan que esta enzima, conocida como DT Diaforasa, previene la reacción tóxica que mata a las células dopaminérgicas, provocando la alteración del sistema nervioso central. "Hemos estudiado este tema en tubo de ensayo, a nivel celular y en ratas. Si los resultados continúan presentándose tan auspiciosos como ha sido hasta ahora, podríamos tener buenas noticias en el corto plazo", dijo el doctor Juan Segura-Aguilar, miembro del Departamento de Farmacología Molecular y Clínica del Instituto de Ciencias Biomédicas.



El académico explicó que sus investigaciones se ven refrendadas por estudios realizados recientemente en China, los cuales permitieron comprobar que cuando la DT Diaforasa está inactiva -debido a un polimorfismo o mutación genética- aumenta en 3,8 por ciento la posibilidad de desarrollar Parkinson.



"Nos propusimos indagar sobre este polimorfismo en Chile y el papel neuroprotector de esta enzima en transplantes de animales con parkinsonismo experimental, para lo que era necesario contar con una sala aséptica que nos permitiera desarrollar el cultivo de líneas celulares libres de contaminación. Con la ayuda de una empresa especializada en el área, conseguimos instalar un laboratorio con tecnología de punta en la Facultad de Medicina que cumple con las normas internacionales de Good Medical Practice (GMP). En él podremos realizar manipulaciones genéticas de células para elevar el nivel de expresión de DT Diaforasa lo que, potencialmente, podría prevenir procesos degenerativos de la enfermedad", reseñó Segura-Aguilar.



Los científicos plantean que, de comprobarse la mutación genética, el valor predictivo de la muestra sería muy significativo, ya que quienes presenten polimorfismo estarían en riesgo de desarrollar Parkinson.



"Si comprobamos que el mal funcionamiento de la enzima es uno de los mecanismos que estimula la aparición del Parkinson, entonces podríamos atacar el problema buscando soluciones concretas. Tal vez sería factible analizar el consumo de alguna planta que favoreciera la producción de esta enzima, o bien podríamos preparar cultivos celulares para llevar a cabo trasplantes experimentales en animales que, en caso de ser exitosos, más adelante podrían aplicarse en seres humanos", agregó el especialista.



Síntomas e irrupción



El Parkinson es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central que, por lo general, irrumpe después de los 50 años de edad y afecta a 1,9 de cada 1.000 habitantes. Se origina por lesiones en el sistema cerebral nigroestriado -compuesto por la sustancia nigra y el núcleo estriado- que se encarga del control y coordinación del movimiento, del tono muscular y de la postura.



En estas funciones intervienen dos neurotransmisores en un constante equilibrio y balance que actúan de modo opuesto: la dopamina, que se ubica en las terminaciones axonales de las células originadas en la sustancia nigra, y la acetilcolina, que está instalada en las terminaciones axonales de las neuronas estriatales.



Los primeros síntomas del Parkinson son dolor articular, rigidez muscular y temblor involuntario en manos y antebrazos. También suelen afectar la voz (monótona y a menudo entrecortada), y aumenta en la apertura de los párpados.



Una vez declarado el mal, los pacientes tiemblan constantemente, en especial sus brazos, situación que puede aumentar con la ansiedad. Asimismo, hay rigidez y disminución de la mímica (el rostro pierde capacidad gestual) y suele venir aparejado con depresión y debilidad muscular.



"cada vez que realizamos un movimiento específico, como recoger una hoja de papel, se envía una señal al sector del cerebro que está encargado de controlar los movimientos para que libere un neurotransmisor conocido como dopamina. El neurotransmisor se trasladará a la membrana que separa a esa neurona del exterior, y lo hará contenido en una vesícula protectora que lo ayudará a producir la liberación sináptica", explicó el doctor Segura-Aguilar.



"Una vez que sale de la célula es captado por un receptor de otra, dando inicio a una escalada de reacciones que permitirá llegar, finalmente, al músculo y ejercer el acto de tomar la hoja de papel. En tanto, la dopamina que no fue usada y que quedó en el exterior de la célula, volverá a ser captada por ella, gracias a un transportador que cumplirá la labor de reciclarla", agregó.



El problema ocurre cuando la dopamina no es contenida correctamente por las vesículas, en estos casos se produce oxidación y la irremediable muerte de las células dopaminérgicas. Sin embargo, estas células cuentan con un mecanismo protector conocido como enzima DT Diaforasa, que impide que se produzca la toxicidad de la célula y el proceso de oxidación. Si esta enzima no funciona correctamente, ya sea por una causa endógena (polimorfismo genético) o exógena, las células comenzarán a morir y aparecerá el Parkinson.



"Nosotros creemos que esta enzima podría ser una respuesta al Parkinson. Si conseguimos detener su funcionamiento errado o fomentar su producción, podríamos atacar una enfermedad invalidante que hasta ahora no tiene cura", concluyó el académico.

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