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La expresionista visión apocalíptica de Danny Boyle

Con un cierto aire al cine de John Carpenter, Extermino conmociona y aterra al mismo tiempo. Desde su espléndida secuencia inicial hasta sus dos finales -el segundo después de los créditos- la cinta logra además de conformar un gran trabajo de puesta en escena, establecer una ácida reflexión sobre el inminente futuro de la raza humana.


Caminado entre el thriller y el género de terror, la nueva película de Danny Boyle intenta recuperar lo mejor de la cinematografía de los muertos vivientes y zombies -en una especie de homenaje a las cintas de culto del cine B- mezclando sangre, desenfreno, angustia, furia, una terrible sensación de soledad, una reflexión analítica sobre la naturaleza humana y por supuesto horror.



Con este filme centrado en el comportamiento de personas cotidianas encuadradas en situaciones límite, Boyle ha querido indagar en el lado más oscuro de la condición humana plasmando en el celuloide su terrorífica y apocalíptica visión sobre el futuro de la sociedad. El virus alude claramente a la furia y por ende autodestrucción del hombre y sus prójimos.



Boyle arroja como sub lectura un mensaje aterrador que por debajo de su supuesta oda al cine bizarro y anticomercial, logra crear esa sensación de verosimilitud que permite que el espectador se cuestione a sí mismo.



Una frase de un mayor del ejército de resistencia, en las afueras de Manchester, pone de manifiesto la visión que Danny Boyle tiene de las plagas que afectan a las sociedades.



Conversando con sus subalternos, el mayor señala: "yo creo que estamos en un estado de completa normalidad porque afuera yo solo veo gente matando gente, que es lo que vi cuatro días antes de que explotara el virus, y los cuatro días anteriores y los cuatro anteriores a esos".



La historia de Exterminio gira en torno a un peligroso y mortal virus que es liberado en Gran Bretaña cuando activistas de los derechos de los animales dejan en libres a primates que han sido empleados en investigaciones científicas.



El virus, transmitido a través de la sangre, hace que el infectado en cosa de segundos se convierta en una bestia sanguinaria con alta violencia y peligrosidad. Este estado de zombie hace que tanto seres humanos como animales adquieran una especie de locura asesina, para lo cual la única forma de detener al infectado es matándolo antes de que se "trasforme".



28 días después de que el virus se ha expandido un grupo de sobrevivientes tratará de mantenerse unido y luchar contra esta plaga mortal. A todo esto Jim (Cillian Murphy), un mensajero ciclista se levanta de un coma profundo y ve que la ciudad de Londres está completamente desolada.



Sin entender qué pasa y al intentar escapar de una multitud de atacantes, Jim es rescatado por estos sobrevivientes que le explican lo sucedido. De ahí en adelante todo será una carrera por sobrevivir.



Lo que más impacta en la película de Danny Boyle es la secuencia inicial -definitivamente lo más logrado del filme- en la que Jim, tras su coma se levanta de un hospital desolado y comienza a caminar en un paseo alucinante, por un Londres desierto. A medida que el protagonista avanza por la ciudad vemos como lugares reconocibles por todos se encuentran totalmente vacíos, desabitados.



El espectador, al igual que Jim, va viviendo segundo a segundo -en un gran acierto entre el montaje y la música incidental- la terrorífica sensación de abandono al descubrir que toda Inglaterra ha sido evacuada.



Introduciéndonos en una atmósfera un tanto oscura y desconocida, Boyle logra desarrollar una historia en la que se aleja de los clásicos zombies -pero conserva la esencia de las aquellas cintas- para elaborar un trabajo de mezcla de géneros, potente tanto visual como argumentalmente, misterioso y aparentemente visionario. Es de esperar que su teoría futurista no se concrete.

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