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Fonasa no descartó que hepatitis C pueda ser cubierta por el Plan Auge

El doctor Alvaro Erazo, que dirige la entidad, afirmó que si se dan las condiciones sanitarias y técnicas, la cobertura de la enfermedad que ataca el hígado podría llegar a ser garantizada por el Estado en tres años más. Pese a este anuncio, los enfermos de hepatitis C señalaron que se requiere presupuesto "con urgencia" para enfrentar la afección ahora y no después.


Una de las enfermedades virales de mayor prevalencia en el país es la hepatitis C, que según estimaciones de la Asociación Chilena de Hepatología podría llegar a manifestar sus síntomas hacia el año 2007 en 36 mil personas, tres mil de las cuales necesitarían un nuevo hígado. Si se considera que en el año 2000 sólo hubo 49 trasplantes de este órgano, la situación se pronostica como preocupante.



Frente a la elevada cifra mencionada por los especialistas se pone de manifiesto la importancia que se le debe atribuir a esta temática. Por ello, el director de Fonasa, Alvaro Erazo, señaló que a futuro no se descarta la eventual inclusión de la hepatitis C en el plan Auge de salud, si se dan las condiciones sanitarias, epidemiológicas, técnicas y financieras para tal efecto.



"El plan Auge tiene una lógica de actualización cada tres años. De tal manera que no cabe duda que esta enfermedad, así como otros problemas de salud, va a estar en el análisis de su eventual incorporación al sistema de garantías" señaló Erazo, quien señaló que se deben considerar factores como el impacto en la población, para que el ministerio de Salud decida correr con los gastos derivados de esta afección.



No obstante, el alto costo para detectar y tratar la enfermedad, llevó, hace pocos días, a la Corporación de Ayuda al Paciente con Hepatitis C (Corpahc) y a la Asociación Chilena de Hepatología a solicitar a Fonasa más recursos para el tratamiento piloto de 60 pacientes al año, seleccionados de acuerdo a su gravedad, y también para que los exámenes de diagnóstico puedan ser codificados (pagados con bonos)



De estas demandas, el doctor Erazo señaló que Fonasa sólo incluyó en su paquete presupuestario recursos para los exámenes que determinan la presencia del virus en la sangre (habrá que esperar hasta el 30 de noviembre, para saber si el Congreso aprueba o rechaza ese ítem). No obstante, el presidente de los hepatólogos, Marco Arrese, señaló que no se ha vislumbrado "un gesto" del Estado, que permita cubrir las terapias.



El especialista aclaró que si se destinan recursos para los enfermos de hepatitis C del sistema público, se sentará un precedente para los enfermos afiliados a las isapres, que en la actualidad no cubren el tratamiento "ni siquiera a través del seguro catastrófico". Para Arrese, el propósito es que se logre lo mismo que hace unos años, cuando Fonasa comenzó a financiar los trasplantes hepáticos, ejemplo que fue seguido por el sector privado de salud.



Tanto Arrese como la presidenta de la Corporación de Ayuda al Paciente con Hepatitis C, Carolina Hernández -que sufre la enfermedad- remarcaron que las autoridades de salud no tienen conciencia de la magnitud del problema, más allá de las restricciones presupuestarias que se argumentan desde el Gobierno para no cubrir el tratamiento de hepatitis C, que, manifestaron, se requiere con urgencia.



Frente a este planteamiento, el director de Fonasa, Alvaro Erazo, señaló que se contempla la posibilidad de iniciar terapias en el año 2004, una vez que se dé el visto bueno de parte de la División de Rectoría del ministerio de Salud, que deberá respaldar su decisión en el análisis técnico del equipo de hepatólogos, que trabajan en el hospital San Juan de Dios, quenes, según el doctor Erazo, cuentan con experiencias positivas en la materia.



De qué se trata la hepatitis C



El virus de la hepatitis C se encuentra en la sangre de las personas infectadas y su período de incubación varía entre seis semanas y seis meses. A diferencia de la hepatitis A y B que se transmiten fácilmente, la variante C se transmite por transfusiones de sangre; de la madre al niño a través de la placenta o por relaciones sexuales. También se describe la vía intranasal, por medio del uso de cocaína.



Sin embargo, más del 40 por ciento de las personas infectadas no tienen historias de factores de riesgo, lo que sugiere una vía de transmisión desconocida. Asimismo, investigaciones en Japón y Estados Unidos han calculado que desde la infección hasta el reconocimiento de hepatitis crónica pasan entre 10 y 13 años; 20 años hasta la cirrosis y 30 ó más hasta el cáncer hepático.



Sólo un 25 a 30 por ciento de las infecciones presentan síntomas, que pueden ser tan leves como un resfrío, náuseas, fatiga, pérdida de apetito, fiebre, cefalea y dolor abdominal. El resto de las personas infectadas con el virus de la hepatitis C no están concientes de su infección hasta que aparecen los signos de daño hepático, a menudo décadas después del contagio.



En los Estados Unidos, la Hepatitis C es responsable de unas ocho mil a 10 mil muertes anuales y la cirrosis que ésta provoca es la causa número uno de transplante de hígado. De acuerdo al doctor Arrese, la prevalencia de la hepatitis C en Chile (alrededor de 120 mil personas que han estado en contacto con el virus) es similar en países de la región, como Argentina, Brasil, Perú y Bolivia, y también en naciones europeas occidentales, como España y Francia.



Visión legislativa



Uno de los parlamentarios que apoya a los enfermos de hepatitis C es el diputado UDI, Marcelo Forni (la otra es la diputada María Angélica Cristi, que también integra la comisión de salud de la Cámara). Forni afirmó que el país requiere una mayor toma de conciencia frente a la hepatitis C, que según expresó se convertirá, dentro de 10 años, en una pandemia incluso mayor que el virus del Sida.



Al igual que Carolina Hernández y el doctor Arrese, Forni señaló que hasta el momento sólo ha visto buena disposición de parte de Fonasa "pero nada concreto" e indicó que el presupuesto para un tratamiento (ocho millones de pesos anuales por persona, que permite la recuperación de entre 40 y 70 por ciento de los pacientes) es casi cuatro veces menor que un trasplante (en caso de daño hepático irreversible) que cuesta 30 millones de pesos.



El diputado manifestó que una buena alternativa es llevar adelante una campaña de prevención, que apunte al grupo de riesgo, compuesto por personas que portan piercings en distintas partes del cuerpo; aquellos que recibieron transfusiones de sangre hasta el año 1993 y consumidores de drogas intravenosas. En todos estos casos, los síntomas de la enfermedad tardan de 10 a 15 años en manifestarse.

Forni apuntó a que la situación "ideal" es que la hepatitis C sea incluida en el plan Auge, pero expresó que un primer paso es que se den las condiciones necesarias, para que esta enfermedad pueda ser diagnosticada a tiempo, antes de que sea necesario un trasplante de hígado, que está lejos de ser una solución definitiva, puesto que como el virus permanece en la sangre, el nuevo órgano también podría verse perjudicado.

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