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Lo genial del cine francés se une a la oscuridad del género policial

Connotados realizadores de la talla de Claude Chabrol, Franí§ois Truffaut o Pierre Salvadori se reúnen para dar vida un interesante ciclo de cine policial francés organizado por la embajada de Francia.


Desde los orígenes del cine, el género policial ha atraído a un sin fin de directores que, motivados por la plausible oscuridad temática, crítica social y atmósfera lúgubre, han conformado un universo fílmico de excepción y un mundo de misterio enmarcado dentro de un ambiente de calidad técnica, pureza fílmica y destreza narrativa.



Considerada como la obra precursora de cine policial, la opera prima de John Huston, El Halcón Maltés (1941) presentó los precedentes del género que materializarían cineastas venideros y que alcanzaría su máxima cumbre en 1958 con la genial cinta de Orson Welles, Sed de mal. Personajes sin escrúpulos, tramas envolventes, ingeniosas intrigas y una atmósfera oscura se trasformaban en las características principales de un cine tan singular como intenso.



Particularmente solvente en el género, el cine francés ha incursionado con gran éxito en las películas policiales, dando al séptimo arte obras tan relevantes como El inspector Lavardin (1986), de Claude Chabrol; Por fin es domingo (1983), de Franí§ois Truffaut; Detenido bajo sospecha (1981), de Claude Miller; o filmes más recientes tales como El pulpo (1998), de Guillaume Nicloux, y El caso Marcorelle (2000), de Serge Le Péron.



En el caso de Chabrol, a lo largo de su obra manifestó la tendencia hacia el género presentando en varios de sus filmes algunos de los elementos que conforman una película negra con tendencias policíacas, independiente que se aleje o no del tema del policía que atrapa al ladrón. El desprecio por la burguesía como modo de vida y la certeza de que el hombre, ante una adversidad extrema que lo lleva a una total pérdida de su dignidad, puede dejar de lado su civilidad y comportarse como una bestia, fue uno de los aspectos más trabajados por este director, quien, siempre dentro de un contexto de intrigas y sombría puesta en escena, logró una de sus máximas incursiones en las cintas policiales con la película protagonizada por Jean Poiret, El inspector Lavardin.



Por otro parte, el cineasta francés Franí§ois Truffaut, conocido por su genial libro "El cine según Hitchcock" y por algunas de sus películas tales como Los 400 golpes o La novia vestida de negro, logra su mayor vinculación en el genero policíaco con Por fin es domingo, un supuesto homenaje al maestro inglés Alfred Hitchcock.



Si bien Truffaut en este filme alcanza un lugar de privilegio dentro del cine policial francés -gracias a la lograda construcción de personajes y su dinámico juego de pesquisas para atrapar al ladrón-, cintas como La mujer de la próxima puerta y La novia vestida de negro marcaron los cimientos sobre los cuales el cine policial en Francia de las ultimas dos décadas desarrolló su base.



Filmes a exhibirse



El ciclo de cine policial francés organizado por la embajada del país europeo en conjunto con el Centro de Extensión de la universidad Católica, a exhibirse entre el 21 de noviembre y el 7 de diciembre, ofrece títulos de grandes cineastas durante los últimos 20 años para mostrar que esta tradición no solamente se mantiene fuerte, sino que incluso conoce desde hace pocos años un renacimiento espectacular.



El caso Marcorelle/L´affaire Marcorelle, (2000) de Serge Le Péron. Al final de una velada de soledad como a veces fabrica la vida cínicamente, Franí§ois Marcorelle, juez de instrucción en Chambéry se encuentra en la cama de una joven polaca, en un restaurante turco de la ciudad. Él realiza un asesinato, o eso es al menos lo que él cree, ya que para su amigo Georges sólo se trata de una de esas pesadillas de las cuales él acostumbra. El sentimiento de culpabilidad que lo corroe otorga armas a sus adversarios de Palacio. Pero esta vez, Franí§ois Marcorelle siente que no soñó. La prueba la encuentra por casualidad una tarde de verano, en la penumbra de una sala de cine.



Los mercaderes de arena/Les marchands de sable (2000), de Pierre Salvadori. En una pequeña plaza parisina, la droga se compra, se revende, las máquinas tragamonedas se instalan, los bares cambian de propietario, el dinero circula. Protagonista más o menos consciente de esos tráficos, la gente joven vive y muere. Alain, el dueño de un bar, observa ese mundo sin comprenderlo ni reaccionar, hasta el día en que una chica, Marie, le pide ayuda para encontrar a los asesinos de su hermano.



Escenas de crímenes/Scènes de crimes (2000), de Frédéric Schoendoerffer. En los alrededores de un París en invierno, una joven mujer, Marie Bourgoin, desaparece brutalmente. El único indicio es un folleto turístico olvidado en el lugar: la isla Mauricio manchada de sangre. La brigada criminal del S.R.P.J. de Versalles está encargada de la investigación. El comandante Fabián y el capitán Gómez se ponen a trabajar. Las cercanías son rastreadas, las personas son interrogadas y los indicios eventuales analizados. Ninguna pista. Algunos días más tarde, siempre en los alrededores de París, dos cuerpos son desenterrados. Uno de ellos pertenece a una joven mujer rubia, como Marie Bourgoin. Fabián sigue la pista, estudia los expedientes de las desapariciones según criterios físicos precisos. El resultado: un probable asesino en serie que impera desde varios años. Entonces para Gómez y Fabián comienza el vía crucis.



El pulpo/Le poulpe (1998), de Guillaume Nicloux. Adrien Lecouvreur, alias "El pulpo", decide irse de París, en compañía de su amiga Cheryl. Pero al llegar a Morsang, el pequeño pueblo del cual Cheryl es originaria, él descubre un nuevo misterio al cual consagrarse. La tumba de los abuelos de Cheryl acaba de ser profanada. "El pulpo" se lanza tras los profanadores.



L.627 (1991), de Bertrand Tavernier. Un investigador de la policía judicial atrae la ira de sus superiores luego de haber expresado claramente su desagrado sobre los métodos de trabajo empleados. Él se encuentra entonces trasladado a una brigada de barrio, especializada en los estupefacientes.



El inspector Lavardin/Inspecteur Lavardin (1986), de Claude Chabrol. El cuerpo desnudo y sin vida de un escritor de renombre es encontrado en una playa bretona. Lavardin investiga en un medio familiar (él tuvo hace tiempo una aventura con la viuda) y poco agradable. El cinismo lo lleva hasta inventar un culpable que no es el que ha provocado accidentalmente la muerte del detestable personaje.



Por fin es domingo/Vivement dimanche (1983), de Franí§ois Truffaut. Un tal Massoulier es asesinado de un balazo en la cabeza durante una cacería. Julien Vercel, director de una agencia inmobiliaria, es acusado de homicidio. Vercel se encontraba en efecto en el lugar del crimen y además, descubren sus huellas en el automóvil de Massoulier. Más tarde, se encuentra asesinada a la mujer de Vercel, Marie-Christine, quien de hecho, era la amante de Massoulier. Frente a tantas sospechas, Julien Vercel decide huir para encargarse de la investigación. Encontrará una valiosa ayuda en su secretaria, Bárbara Becker.



Detenido bajo sospecha/Garde í  vue (1981), de Claude Miller. Una noche de año nuevo, el inspector Antoine Gallien, secundado por Belmont, su colaborador, recibe en la comisaría al notario Martinaud. Acaban de ser descubiertos los cuerpos de dos niñas asesinadas y violadas. Martinaud conocía a una de ellas y trata de hacerse pasar por una persona influyente, pero cambia rápidamente de conducta cuando el inspector le demuestra que su carencia de coartada lo convierte en el sospechoso número uno.




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