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Desencanto poco habitual entre norteamericanos e israelíes

El cambio de tono de EEUU respecto a la política de Israel sucede en momentos en que la Casa Blanca no quiere implicarse más en el conflicto palestino-israelí y centra su atención en dos temas claves: la guerra cada vez más compleja en Irak y el inicio de la campaña electoral decisiva para el presidente George Bush.


Israel se ha enzarzado en una discusión pública poco habitual con Washington, al censurar la decisión del secretario de Estado Collin Powell de recibir a los arquitectos de la Iniciativa de Ginebra, previsiblemente a finales de semana.



El Gobierno israelí recibió con irritación la comprensión que mostró el secretario de Estado norteamericano, Collin Powell, hacia esa iniciativa, que constituye, según los analistas, un signo alentador que podría transformar la paz virtual, diseñada por representantes de la sociedad civil israelí y palestina, en una paz real.



Durante su visita a Marruecos, el jefe de la diplomacia estadounidense reiteró su intención de reunirse con los promotores del plan, el ex ministro israelí Yossi Beilin y el ex ministro de palestino Yasser Abed Rabbo. Al mismo tiempo, subrayó que Estados Unidos reconoce a la Hoja de Ruta, como el único plan de paz valido para Oriente Medio.



Sin embargo, noticias aparecidas en la prensa estadounidense indican que la reunión se llevará a cabo con el subsecretario de Exteriores, Wiliams Burns, y con Elliot Abram. Colin Powel sólo «pasará» a saludar a los invitados. De esta forma, la administración Bush trata la iniciativa de Ginebra a un nivel que no afecta ni a su política ni a sus relaciones con Ariel Sharon.



Las conversaciones previstas en Washington han provocado inusuales y duras críticas de Israel hacia EEUU. Los norteamericanos han mostrado impaciencia por la actitud de Sharon ante la Hoja de Ruta destinada a poner fin a la violencia entre los dos pueblos.



La disputa pública entre Israel y su más importante aliado llegó a su máxima expresión cuando el viceprimer ministro israelí, Ehud Olmert, señaló descontento por el elogio expresado por Washington hacia la iniciativa de Ginebra, un plan de paz no oficial que fue lanzado en una ceremonia celebrada en Suiza.



Incluso, un consejero del primer ministro israelí, Ariel Sharon, instó a Washington a no inmiscuirse en la política israelí. «No queremos discutir con Powell», dijo el portavoz del Gobierno, Avi Pazner. El viceprimer ministro israelí advirtió al secretario de Estado que sería un error dar su visto bueno a la iniciativa alternativa.



Visiones encontradas



En la Jerusalén oficial niegan rotundamente la existencia de una brecha con Washington, al que siempre han considerado como su máximo aliado. El embajador de Israel en Estados Unidos, Dany Ayalón, dijo a un canal de televisión israelí que no se trata de un cambio en la política de Estados Unidos respecto a Israel, y que el entendimiento y la amistad con ese país son profundos y seguirán así, aunque no siempre concuerden en todos los aspectos.



Sin embargo, el diario Haaretz informa que en recientes conversaciones con funcionarios israelíes, la administración estadounidense planteó algunas exigencias al Gobierno de Ariel Sharon: no deportar al presidente de la Autoridad Nacional Palestina Yasser Arafat y no provocar con sus acciones un «terremoto» en Oriente Medio.



El director de la presidencia del Gobierno israelí, Dov Waisglass, uno de los principales hombres de confianza del primer ministro Sharon, fue objeto de severas exigencias por parte de Washington: el desmantelamiento de las colonias ilegales en Cisjordania y Gaza, frenar la construcción de nuevos asentamientos y cambiar el recorrido del muro que Israel construye, de forma tal que anexe el mínimo de territorios palestinos. Ya el mes pasado, e ignorando las objeciones israelíes, Estados Unidos votó en el Consejo de Seguridad de la ONU la resolución 1515, que avala la ‘Hoja de ruta’.



Ese mismo día, el presidente norteamericano, George W. Bush, criticó duramente la política israelí en los territorios. Días más tarde en Londres, Bush reiteraba sus críticas contra la política de Ariel Sharon referente a las colonias ilegales y aunque reconoció el derecho de Israel a proteger a sus ciudadanos, recortó el presupuesto para financiar las actividades de Israel.



Analistas aseguran que la administración Bush se muestra decepcionada con respecto a Ariel Sharon, y no está satisfecha de su política, de ahí que las críticas se hayan hecho públicas y explícitas. En Jerusalén, preferían a la Consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, como responsable del dossier israelí palestino, porque mantuvo siempre estrechas relaciones con Israel. Respecto a Collin Powel, estiman que el secretario de Estado tiene menos simpatías con las posiciones israelíes.







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