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Estudio desnuda origen de pugnas entre profesores y alumnos en Santiago

Que los jóvenes vistan al estilo hip-hop o gótico, que se traten de flaites o hagan ver a un profesor que en la web dice algo distinto a lo que está explicando, son algunas situaciones que explican las malas relaciones en los colegios. Maestros ven a alumnos agresivos y los adolescentes los califican como autoritarios.


El sentirse incomprendidos por formas de vestir, hablar y exigencias de materiales que no pueden cumplir los jóvenes, son algunas de las causas que generan fuertes conflictos entre alumnos y docentes en colegios de nivel socioeconómico medio y bajo, según un reciente estudio del departamento de Educación de la universidad de Chile, denominado Profesores y alumnos: resonancia de un desencuentro.



La investigación realizada durante el 2003 indagó el comportamiento de estudiantes y docentes de primero, segundo tercero y cuarto medio de colegios en que se habían presentado fuertes agresiones verbales y hasta físicas hacia los maestros.



Se exploraron las relaciones en un colegio municipalizado de la comuna de Santiago de nivel socioeconómico medio bajo, un establecimiento de Puente Alto de nivel socioeconómico bajo y un colegio del sector oriente de la capital de nivel socioeconómico medio. No se identificaron los nombres de los centros educativos para no estigmatizar a los alumnos.



El estudio identificó que las formas de vestir y lenguaje usado por jóvenes son foco de conflicto entre profesores y alumnos. "Para los adolescentes reviste gran importancia el modo de vestir, pues es el factor de unión con sus pares que, en muchos casos, son reemplazantes de las familias si en éstas hay conflicto", explicó a El Mostrador.cl la coordinadora del estudio y académica del departamento de Educación de la universidad de Chile, Mónica Llaña.



La exploración detectó que en los establecimientos hay una brecha "profunda" entre la cultura de los jóvenes y la de los profesores. Debido a ello, los alumnos se sienten "abusados" por parte de quienes ejercen la autoridad en las aulas.



La profesional sostuvo que los resultados del análisis no implican que la situación sea similar en todos los colegios de Santiago, sino que es una radiografía que se puede repetir si los alumnos tienen problemas económicos y sociales parecidos.



Según el estudio, los profesores encuestados califican recurrentemente a los estudiantes como agresivos, insolentes, sin hábitos de estudio e irresponsables. Los alumnos ven a sus maestros como autoritarios, burócratas, desconfiados, sin vocación y que no se dan a respetar en clases.



El análisis demuestra que los jóvenes presentan como "comportamiento de resistencia" en las instituciones el fumar marihuana, tomar pastillas, se escapan del colegio y hablan en códigos inentendibles para los docentes. Dentro de las aulas tienen un comportamiento aún peor: interrumpen las clases y tiran bombas de humo y de mal olor.



En el estudio se usó como metodología de investigación una etnografía, es decir, observaciones reiteradas a grupos de jóvenes durante un determinado período. Un equipo de investigadores presenció situaciones como la entrada al colegio, recreos y ciertas clases donde se sabía que habían problemas, según lo que informaron los profesores. Adicionalmente, se entrevistaron en forma individual y grupal a "informantes clave" como alumnos, profesores y directivos de los colegios. Se realizaron, a la vez, grupos de
discusión entre alumnos.



Qué molesta a los profesores



Según el estudio los profesores se encontraban en una situación laboral compleja, pues tienen jornadas »agotadoras»: laboran en colegios en jornada doble y hasta triple, con cursos de 40 alumnos.



La investigadora Llaña detectó en el liceo evaluado en Puente Alto que uno de los focos de conflicto entre profesores y estudiantes es que los docentes no se interesaban por problemas personales de jóvenes, lo que genera una respuesta agresiva de los alumnos.



Otro problema en este establecimiento es que cuando se hacen exigencias sobre uso de materiales, como computadores o máquinas de escribir, que los estudiantes no pueden cumplir, los maestros protestan. Ante ello también se ocasiona una pugna, pues el alumno se siente agredido.



Según el análisis, en los tres colegios se reveló que algunos profesores ven como elemento negativo que los alumnos usen el pelo largo, lo que hace que los estudiantes sean sancionados.



Otro de los elementos que genera conflicto es que los alumnos contradicen en clases a los docentes por tener más información, lo que genera molestia en los maestros. La directora del estudio asegura que en esos casos el docente debe poseer un rol mediador.



Datos por establecimiento



Según la investigadora, se identificó que el tipo de familia era determinante en cómo se relacionan los alumnos en las escuelas. En el liceo de Puente Alto se identificó que los jóvenes de familias con antecedentes de tráfico de drogas y violencia intrafamiliar, manifestaban expresiones de violencia más marcadas contra el sistema escolar.



Se identificó en este liceo de alumnos de bajos ingresos el liderazgo femenino negativo es más fuerte, con presencia de peleas entre mujeres y daño físico. Pese a ello, en el sector oriente también el liderazgo femenino negativo estaba presente, aunque sin violencia extrema.



En el establecimiento de clase media del sector oriente se identificó que los cambios en la estructura familiar -con presencia de madres jefas de hogar proveedoras-, los estudiantes se sentían abandonados, lo que según la investigadora abre la posibilidad de que caigan en las drogas.



Soluciones a los protagonistas



A modo de solución a los problemas detectados, se construyeron modelos de intervención de acuerdo a las necesidades de cada centro escolar. Los talleres son de carácter sicológico, socio antropológico y pedagógico.



De acuerdo al diagnóstico, en Puente Alto, por ejemplo, se implementaron talleres de apoyo sicológico para elevar niveles autoestima, compresión de si mismos y respeto hacia el resto.



Los modelos van dirigidos también a profesores para que se transformen en actores comprensivos de los cambios presentes en las familias, la globalización y expectativas de los jóvenes de hoy.



Una de las soluciones que da la investigadora para mejorar las relaciones entre profesores y alumnos es que se "democratice" el sistema de elección de uniformes escolares y de apariencia personal de los jóvenes dentro de los establecimientos.



La profesora Llaña asegura que para implementar soluciones en los colegios en riesgo se deben disponer de más recursos. La idea es que se implementen los talleres a lo largo de, al menos, seis meses, con el fin que los alumnos y profesores experimenten cambios.



La académica está evaluando realizar este tipo de investigaciones
en regiones y para ello se está buscando recursos.



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