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Exclusivo: Descubren laboratorio de guerra bacteriológica del Ejército

El recinto, ubicado en Carmen 339, Santiago Centro, hoy alberga al Archivo Judicial. El juez Madrid estableció que a este recinto llegó la Toxina Botulínica comprada en 1981 por el ex Bacteriológico (hoy ISP). El hecho coincide con la muerte de reos en la Cárcel Pública el 8 de diciembre de ese año, el mismo día que Frei enfermó, en un periplo que terminó con su deceso en 1982.


El ministro en visita Alejandro Madrid, que sustancia el proceso por la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva, está en un momento clave de la investigación, luego de que descubriera, gracias a la declaración de un importante testigo, el laboratorio de armas químicas y bacteriológicas más secreto del Ejército, cuya ubicación en Santiago Centro, nunca antes había sido divulgada y era virtualmente un secreto de Estado guardado en muy pocas bocas.



Madrid descubrió que el recinto estuvo ubicado en calle Carmen 339, en Santiago Centro, en lo que hoy son las dependencias que albergan al Archivo Judicial. También estableció que la compra de Toxina Botulínica que hizo el ex Bacteriológico (hoy ISP) en 1981 fue a parar a este laboratorio. Este hecho coincide con la muerte de reos en la Cárcel Pública el 8 de diciembre del mismo año. Ese día es el mismo en que Eduardo Frei cayó enfermo, en un periplo que terminó con su muerte el 22 de enero de 1982.



Pero los anversos y reversos de esta historia tienen una lógica judicial más compleja, donde la comprensión de los vínculos entre instituciones, nombres, fechas y personalidades políticas de principios de los 80, entregan un panorama aterrador, no sólo de relaciones internas del país, sino también de las vinculadas a un posible conflicto bélico con Argentina.



Una de las pruebas clave de esta compleja trama la entregó el actual profesor de la Universidad de Chile y coronel (R) del escalafón de veterinaria del Ejército y quien participó en este proyecto, Sergio Rosende Ollarzu, a cuya declaración tuvo acceso exclusivo El Mostrador.cl.



"En el año 1977, aproximadamente, oportunidad en que estaban malas las relaciones bilaterales con Argentina, recuerdo que me llamó a su oficina mi jefe el Médico Eugenio Tastest Solís (hoy fallecido), donde me presentó al Médico de Sanidad de nuestra Institución militar, el Dr. Eduardo Arraigada Rehren, donde me entero que este último estaba a cargo de un proyecto de crear un antídoto de Ántrax, ya que por información de Inteligencia se sabía que Argentina tenía una Escuela de Guerra bacteriológica y se temía que si existía una eventual guerra con ese país, se presumía que iban a contaminar la población animal o las aguas. Fue así que mi jefe me pidió que trabajara con el Dr. Arriagada para crear un suero anti carbunclo (ántrax). Este proyecto duró hasta el año 1991 aproximadamente, para lo cual me visitaba periódicamente el doctor Arriagada en mi laboratorio. Tomé conocimiento que cuando comencé a trabajar este proyecto, en el año 1977, Arriagada Rehren trabajaba para el Servicio de Inteligencia de la época".



Este medio pidió la opinión del abogado de la familia Frei, Alvaro Varela, quien declinó hacer comentarios, ya que argumentó tener el deber establecido en la ley de guardar celoso secreto del sumario.



Fue este primer testimonio de Rosende, como su vínculo con la inteligencia de aquellos años, el que encendió las sospechas del ministro Madrid, como también del equipo de investigadores de Interpol, liderado por el comisario Nelson Jofré. Esto, debido a que existían pruebas anteriores vinculadas al otrora Bacteriológico, actual Instituto de Salud Pública (ISP), que avalaban las dudas sobre la producción de armas químicas y venenos.



Laboratorio encubierto



Pero no se trataba de las ya mencionadas -y ampliamente publicadas- como el gas Sarín que apareció en el expediente del caso Letelier, o de las que eventualmente se produjeron en el Complejo Químico del Ejército, ubicado en Talagante. Era sencillamente una sorpresa, incluso para el propio Jofré, quien, pese a su dilatada trayectoria como investigador, jamás había oído de la existencia de este recinto, maquillado como el "Laboratorio de Diagnóstico del Ejército", en calle Carmen 339.



Pero la lógica investigativa de Madrid fue más allá. ¿Quién era el doctor Eduardo Arriagada Rehren? Se trataba nada menos que del jefe de Sanidad del Ejército, con grado de general, durante el mando del general Ricardo Izurieta.



Las pruebas, en todo caso, iban en diversas direcciones. Quizás más allá de las que el análisis judicial podía llegar en una primera mirada. El ministro Madrid, entonces, junto a la policía, comenzó a cruzar líneas. Sergio Rosende había trabajado en el Ejército, como veterinario, era también profesor en la Universidad de Chile y tenía vínculos en el Bacteriológico de la época. Un informe anterior, que fue publicado por el autor de esta nota en el libro Crimen Imperfecto, entregó las primeras luces de las ya, a esa altura, no tan misteriosas coincidencias.



Sergio Rosende, efectivamente aparecía vinculado a la compra y entrega de una potente toxina, llamada Clostridium Botulinum (que provoca el botulismo), como también a la petición de unos ratones de laboratorio en el ex Bacteriológico, según lo declaró en el proceso otro veterinario, llamado Sergio Romero Medel, para probar, supuestamente, la inocuidad de unas conservas que comería personal del Ejército.



El tema del paso del tiempo, es decir desde el año 1977 que menciona Sergio Rosende como inicio del programa de Guerra Bacteriológica vinculado al Servicio de Inteligencia de la época hasta 1981 y de ahí en adelante, es vital para seguir comprendiendo el hilo de esta compleja trama que es la prueba clave que tiene Madrid en su poder para acreditar que el ex presidente Frei pudo haber sido envenenado.



La madeja se desenreda



Pero los vínculos continuaban entre Rosende y Arraigada Rehren. Esta vez, con la llegada a Chile de la toxina botulínica que provoca el botulismo. Y fue precisamente el Químico Farmacéutico, Marcos Poduje Frugone, experto en liofilización del ISP, quien en su declaración entregó los detalles.



La liofilización es un procedimiento que consiste en deshidratar sustancias sin utilizar calor. Es decir, el producto se congela, se somete a un alto vacío, se sublima el hielo y se deja seco el producto y convertido en polvo.



La declaración de Poduje es elocuente: "En el año 1981, entre el 22 de julio y el 7 de agosto, el comandante Fuenzalida me telefoneó para que fuera a buscar un paquete a la Cancillería. En esos días yo me encontraba enyesado, por lo que me trasladé en auto hasta el lugar. La Cancillería estaba en La Moneda, donde se me hizo firmar un documento y se me entregó un paquete pequeño. Al llegar al Instituto abrí el paquete y extraje un tubo con la leyenda Clostridium Botulinum, el que procedí a guardar inmediatamente en el refrigerador por tratarse de una bacteria bastante peligrosa. Al lunes siguiente me dirigí con el tubo en cuestión hasta la oficina del jefe del Laboratorio, Hernán Lobos, pensando que él las había solicitado. Sin embargo, él desconocía el hecho así que procedí a preguntarle al coronel Larraín, quien se molestó porque tenía las toxinas y discutimos. El coronel se quedó con las toxinas y nunca supe qué pasó con ellas y quién las había pedido", declaró.



El coronel Joaquín Larraín y comandante Jaime Fuenzalida, entonces, fueron dos nuevos nombres. Pero viejos conocidos -judicialmente hablando- para el ministro. El primero fue director del Bacteriológico tras el golpe militar y el segundo, jefe de finanzas y seguridad del recinto.



Ambos habían declarado, en una primera oportunidad, desconocer la llegada a Chile de la Toxina Botulínica, como también a Sergio Rosende y Arraigada Rehren. Pero las pruebas obtenidas por Madrid anularon sus negativas y las convirtieron en contradicciones que no pudieron sostener en el proceso.



La historia, posteriormente, tras las averiguaciones de Madrid, comenzó a volverse más transparente, coherente, lógica y jurídicamente sustentable.



Sergio Rosende era amigo del director del Bacteriológico, el coronel Joaquín Larraín. Eduardo Arraigada Rehren, era el jefe del proyecto de guerra bacteriológica contra Argentina, en caso de conflicto. Hasta ahí hablamos de 1977.



Toxina importada de Brasil



La petición de la toxina botulínica se hizo a Brasil en 1981. Cuando ésta llegó a Chile, Arriagada Rehren y Sergio Rosende fueron a buscarla al Bacteriológico. Es aproximadamente julio de 1981, el laboratorio de calle Carmen 339 sigue funcionando.



En diciembre del mismo año, los miristas Ricardo Aguilera y su hermano Elizardo permanecían detenidos en la galería N° 2 de la ex Cárcel Pública por Ley de Seguridad Interior del Estado. En la misma situación estaba quien fuera el jefe de las Milicias de Resistencia del MIR, Guillermo Rodríguez Morales, "El Ronco", junto a Adalberto Muñoz Jara. Junto a ellos, los reos comunes, Víctor Hugo Corvalán Castillo y Héctor Pacheco Díaz. Todos cayeron misteriosamente enfermos de botulismo. Sólo se salvaron los presos políticos. Corvalán y Pacheco fallecieron por "intoxicación aguda inespecífica". Nunca se hicieron análisis de sus restos.



Sin embargo, este hecho no tendría nada de particular, salvo por el análisis que en un informe policial del caso de la muerte de Frei hace la subinspectora Palmira Mella y el Comisario Nelson Jofré.



"Es dable señalar la fecha del día 8 de diciembre de 1981, día en que se intoxicaron cuatro reos comunes y cuatro reos subversivos -miristas- en la ex Cárcel Pública de Santiago por toxina botulínica. Ese es el mismo día en que el ex Presidente de la República Eduardo Frei Montalva, sufrió una grave infección, donde fue intervenido nuevamente con diagnóstico de peritonitis aguda", señala el documento.



Si sumamos este hecho al mismo análisis que hizo el especialista de liofilización, Marcos Poduje el 81, el cuadro va quedando cada vez más claro.



"Esta situación con las toxinas me llamó la atención y meses más tarde la relacioné, leyendo la prensa, con la intoxicación de unos militantes del MIR", dijo Poduje.



Incluso es más, también es dable relacionarla con el testimonio prestado por el ex agente de la DINA, Michael Townley, ante la fiscalía de Estados Unidos, el 14 de marzo de 1978.



"Después de mis viajes por Europa a fines de 1975 me dediqué en forma casi exclusiva al desarrollo del Sarín y a terminar el laboratorio de la casa de Vía Naranja y la planificación de productos como el Sarín y el Tabún y de elementos de alta toxicidad como Clostridium Botulinum, entre otros", relató Townley a los fiscales en su país.



El informante y el liofilizador



Con los elementos que ya sumaba el proceso, el ministro Madrid y la policía siguieron el camino de las relaciones entre los hechos. El siguiente, de seguro, fue otro fragmento de la reveladora declaración de Marcos Poduje.



"El coronel Larraín me solicitó que reparara el liofilizador. Cuando lo arreglé, el uniformado me ordenó que lo llevara hasta la Vicaría de Carabineros, ubicada en calle San Isidro donde lo recibiría un veterinario. Finalmente, como no estaba quien lo recibiría quedó detrás de un altar. Desconozco qué sucedió con el aparato", recordó Poduje en el proceso.



La idea investigativa de Madrid es clara. Si se pudo liofilizar la toxina botulínica, bien podría haberse echado en los alimentos de los miristas que estaban en la ex Cárcel Pública. Nadie lo habría notado. Además el aparato fue dejado bastante cerca de donde estaba el laboratorio del Ejército. Desde calle San Isidro hasta Carmen, hay sólo unos pocos metros.



Pero ¿cómo inoculársela a Frei? Y aquí entra Luis Becerra, quien fuera su chofer y hombre de confianza, quien según se descubrió luego fue informante de la CNI, durante muchos años. En otras palabras, ¿por qué no habría podido aprovechar la oportunidad de su cercanía con Frei para usar cualquier sustancia producida en Carmen 339?



Peticiones contestadas



Cuando el pasado viernes 23 de septiembre la senadora Carmen Frei dio una conferencia de prensa en la sede del Congreso en Santiago, conocía toda esta información, pero no podía divulgarla.



Paralelamente el ministro había mandado un segundo oficio reiterando al Ejército que respondiera sus requerimientos sobre este laboratorio de guerra química, como también los listados del personal de inteligencia de aquellos años, desde el año 1975 en adelante.



Pero el mismo viernes, tras la conferencia de prensa, el Ejército hizo lo suyo: envió una repuesta, cuyo contenido hasta ahora se desconoce oficialmente, pero que según fuentes consultadas por este diario, señalaría que no existe información sobre esos hechos.



En todo caso, fue coincidente que la institución respondiera el mismo día en que Carmen Frei expuso ante los medios los primeros indicios claros de que su padre pudo haber sido víctima de un proyecto secreto que quizás, a través de documentos oficiales nunca pueda ser conocido judicialmente.



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