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«Operación Trivelli»: los entretelones de una partida que sigue pendiente

Molestia de directivas partidarias, resquemor del gobierno y rumores que llegaron a ser titulares forman parte del curioso cóctel en el que quedó involucrado ayer Marcelo Trivelli, intendente de la Región Metropolitana y eventual presidenciable.


Aunque lo de ayer fue una simple alarma, el intendente de la Región Metropolitana tiene de cualquier forma sus días contados en su cargo. Primero, porque todos los partidos de la Concertación, sin excepción, han pedido en algún momento su cabeza; y segundo, porque en La Moneda estiman que sus continuas declaraciones sobre sus aspiraciones presidenciales no corresponden a una autoridad, menos en el marco de gestión que intentará implementar el Ejecutivo para terminar su período y cumplir la aspiración de entregar el mando a algún nuevo presidente de la Concertación.



Tan clara es la eventual salida de Marcelo Trivelli que ayer el gobierno dio dos señales potentes al respecto. La primera fue la instrucción del Presidente Lagos a todos los funcionarios -ministros, subsecretarios, intendentes y gobernadores- en el sentido de que el Ejecutivo será neutral y prohibió a sus personeros pronunciarse sobre el tema presidencial, ya sea para referirse sobre el candidato que prefieren, el mecanismo que debe tomar el oficialismo para elegir al abanderado o la oportunidad en que esto debe hacerse.



La segunda señal la dio el vocero del Gobierno, Francisco Vidal, quien tras desmentir el alejamiento inmediato de Trivelli de su cargo, dijo que "no confundan esto con algo que puede ocurrir por la imposición de la Ley, porque el 11 de diciembre vence el plazo para que todo aquel intendente o gobernador que legítimamente aspira o pretende aspirar a un cupo parlamentario tiene que renunciar, de acuerdo a la ley».



A esto se suma la molestia que generó en el gobierno el trascendido, pues aseguran que lo más probable es que éste haya salido del propio círculo del intendente. Las cuentas que se sacan en el Ejecutivo es que acaparando la portada de un diario podría acusar una operación política para derribarlo. Con esto Trivelli quedaría como una víctima de los políticos tradicionales que lo sacaron de su cargo por no haber "intervenido" en la contienda municipal a favor de su bloque; en el fondo, por haber hecho "bien la pega".



Cuestión de tiempo



Pero aunque ayer en el gobierno desmintieron el alejamiento del intendente, en privado reconocieron que sólo era cosa de días.



Esto porque el Ejecutivo espera la respuesta de subsecretarios, intendentes y gobernadores, sobre sus aspiraciones parlamentarias -o presidenciales, según sea el caso- además de un análisis detallado de los resultados de las elecciones municipales, con el fin de evaluar dónde pueden concentrar votación y qué personeros podrían resaltar su capital político en las próximas parlamentarias.



El triunfo inesperadamente holgado de la Concertación en los comicios pasados, dio al gobierno el impulso para pensar en qué distritos podría llegar a doblar si el intendente o el gobernador o algún subsecretario aprovechara su capital político en la zona.



Sin embargo, saben que la única manera de lograr el objetivo es tomar las cosas con calma y aprovechar los cálculos para mantener o mejorar la gestión en aquellos distritos en los que no les fue tan bien.



Junto con los cálculos se hará una evaluación de los personeros con el fin de limpiar aquellos lugares donde las autoridades "no caminan y mascan chicle al mismo tiempo o simplemente que atornillan al revés". Es decir, aquellos funcionarios que no tienen muy buena gestión o aquellos que teniéndola no son capaces de comunicarla políticamente.



Todos piden la cabeza de Trivelli



Pero no sólo el gobierno quiere deshacerse de Trivelli. El PPD es el que tiene la factura más importante: el intendente no sólo no guardó patriótico y concertacionista silencio cuando Adolfo Zaldívar aceptó negociar el cupo edilicio por Santiago, sino que nunca dejó de repetir que él lo habría hecho mejor y que la gente lo prefería a él.



No estuvo dispuesto a aportar "altruistamente" su innegable capital político para disputarle la alcaldía a Pablo Zalaquett (UDI) en La Florida, cuestión que pesa más todavía ahora que los números demuestran que lo más probable es que, de haberse "sacrificado", hubiera ganado. Apenas participó y obligado -dicen en la DC- en no más de cuatro actividades de la candidatura de Schaulsohn, cuando lo que se esperaba es que, no habiendo querido ser candidato ni en Maipú ni en La Florida, se hubiera dedicado a acompañar mañana y tarde al postulante PPD.



No sólo en los partidos -DC y PPD- estaban conscientes de esto, sino que no dejaron de hacérselo notar al ministro Francisco Vidal (PPD) uno de los más cercanos a Lagos.



Pero también el Partido Socialista tiene un agravio que cobrar: la abierta actitud de "atornillar en contra" que consideran tuvo Trivelli para con la candidatura de Germán Correa. Esta fue una de las campañas más épicas porque era una de aquellas por las que buena parte de la Concertación no apostaba un peso. Después de demostrar su plena vigencia política, sacando apenas dos mil votos menos que Zalaquett, Correa estuvo en posición de hacerle notar a Insulza algo que en La Moneda ya sabían: durante toda la campaña, Trivelli se dedicó a jugar fútbol con el alcalde UDI, prestándose para unas fotos de prensa que indudablemente le servían a Zalaquett para demostrar su transversalidad. Peor aún, dicen en el PS, al menos tres veces Trivelli realizó actividades formales como intendente en La Florida, a las que no invitó a Germán Correa.



Y aún queda la cuenta DC. Lo que rebalsó el vaso de agua en la Falange fue la arremetida presidencial de Trivelli el martes en La Segunda y que repitió ayer en Canal 13. Adolfo Zaldívar ya sabía que las giras de Trivelli por el país fueron tanto para apoyar candidatos a alcaldes como para conseguir votos de las directivas regionales con vistas a levantar su candidatura en el Junta Nacional, que se hará pronto en la DC (y de la cual debe salir el abanderado falangista).



Pero ahora que Adolfo salió fortalecido y respetado en la DC, el levantamiento agresivo de un nuevo precandidato que se sume a Soledad Alvear, a Eduardo Frei, y al propio Adolfo, es intolerable. La cuenta de la DC, o al menos de los colorines, es que sin la Intendencia como plataforma, el «fenómeno Trivelli» se desinfla.

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