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Bush en la APEC: una movida más en el tablero de la lucha antiterrorista

La visita a Chile y la reunión cumbre de APEC se inscriben, para el Presidente de EEUU, en la necesidad imperiosa de legitimar políticamente la estrategia de la lucha global contra el terrorismo, que le ha dado una razón de ser a su éxito político interno.


Los amplios y ambiciosos objetivos de la agenda del recién reelecto Presidente George Bush con vistas a la reunión de la APEC, a realizarse en Santiago, constituyen un puzzle que se encoge y se expande como una hidra de mil cabezas. En un sentido bien básico, la APEC Chile vendría a ser la gran oportunidad para cualquier mandatario de su envergadura con el fin de estrenar su confirmada investidura y enviar señales políticas por doquier.



Aún así, esta visita presidencial tiene un condimento adicional: la contienda electoral que venció estrechamente se convirtió al final en una verdadera disyuntiva planetaria, luego de que los medios en el mundo masivamente expresaran el rechazo de una parte importante del planeta a su reelección. Nunca antes en la historia de los EEUU, un presidente generaba tanto rechazo, ni en los peores períodos de Richard Nixon, cuando no podía bajarle la intensidad al conflicto en Viet Nam.



La APEC en Santiago tiene esa rara característica de ser el primer gran acto oficial internacional de un Presidente rodeado de características muy especiales, más allá de las horripilantes imágenes de la guerra por Irak, concentradas ahora en Fallujah. Independientemente de los temas a tratar en la agenda oficial de tinte comercial, para nadie es novedad que la APEC es una oportunidad única para exponer los últimos refinamientos de la estrategia contra el terrorismo. El Presidente Bush está en Chile en medio de un cuadro de conflictos con desenlaces prolongados e inciertos, en Irak y en el conflicto palestino-israelí.



Al mismo tiempo, la visita a Chile es una oportunidad para enfrentarse cara a cara y sondear a varios jefes de estado de dos regiones absolutamente opuestas, en cuanto a los criterios de importancia estratégica. Una, la ubicada en el Asia, es considerada como una zona estratégica principal; y la otra, América del Sur, es definida a intervalos históricos como más periférica, pero está concebida también como la base de sustentación territorial del coloso estadounidense.



Regreso a las raíces históricas de dominio en la región



Los Estados Unidos tienen una trayectoria de casi 200 años vinculados a la formación de las naciones latinoamericanas, tanto en América del Sur, como en el Caribe preferentemente. Cuba, Venezuela, Perú, Colombia, para qué hablar de Chile y las relaciones de José Miguel Carrera con el cónsul Joel Roberts Poinsett.



En el siglo recién pasado, desde los 50 hasta fines de los 80, los EEUU "dirigía" la región a control remoto a través de administraciones "subrogantes", con algunas excepciones. De pronto, con un fenómeno dual de distensión de la arquitectura de la Guerra Fría, tanto en los EEUU como en los países de la región, ese dominio anterior comienza un período de contracción. Los críticos a Bill Clinton que ocupan los cargos de prominencia en la administración actual, señalan que "EEUU había salido de vacaciones durante ocho años", en esta materia (Nicholas Lemann, The New Yorker, diciembre 2003).



Una razón importante de la visita de Bush en este sentido, es comenzar a consolidar la integración de acuerdos de cooperación regional e interhemisférica (con Asia, por ejemplo) en la lucha antiterrorista. En esta integración se deben expresar planes concretos en cuanto a políticas y planes de acción con metas a corto y mediano plazo, que hasta el momento no existen.



Según el profesor Max Manwaring, del War College del Strategics Studies Institute(SSI), en Washington, "La región de América del Sur es altamente proclive a la inestabilidad proveniente de la insurgencia por el narcoterrorismo, o por la inestabilidad política inherente en la región". El Plan Colombia si bien fue un éxito para ese país específico, no ha prosperado como modelo regional. Y no está legitimado porque se cometió el error de no «bendecirlo» por medio de la O.E.A. desde la partida.



El profesor Manwaring destaca que en la región se observa una permanente efervescencia en Venezuela, Argentina y se ha detectado una nueva movilización de Sendero Luminoso, el grupo armado peruano que es la base del vínculo entre narcotráfico y terrorismo que se forma en los años 80. El eje andino y amazónico está lejos de estar controlado y ha pasado a ser una de las zonas denominadas "non state situations", o sea situaciones sin control de ningún estado, según la batería de información del SSI de Washington, donde enseña Manwaring. Una de las prioridades de la estrategia de proteger la seguridad de los EEUU para el 2005 y 2006, es disminuir y derrotar los focos de inestabilidad latentes o manifiestos de estas zonas.



Por estas mismas razones, el renombrado "backyard" (patio trasero), incorporado formalmente en la jerga de los documentos del Pentágono, empieza a retomar la importancia de los tiempos de la Guerra Fría más clásica. "La prosperidad en el hemisferio sur es esencial para la seguridad estratégica de los Estados Unidos", señaló James T. Hill, comandante de la FFAA de los EEUU para el Hemisferio Sur, ante el Senado, en junio de 2003.



El aislamiento y la debilidad estratégica de los EEUU, a los que hacía alusión el candidato demócrata John Kerry en la reciente elección, no era un artificio de la campaña, sino que una realidad. También está reconocida en la propia documentación oficial del Pentágono, pero en otros términos, se lee entre líneas como una situación de mal manejo arrastrado desde la administración del Presidente Clinton.



Viento salvaje



Maureen Dowd, la columnista del New York Times, respetada por su agudeza y profundidad de análisis, le señala al periodista Tim Russert el domingo siguiente a la elección: "La Casa Blanca manejará las cuestiones de estado de la misma forma despiadada (ruthless) con que manejaron la campaña. Sin contemplación, es el estilo, así será dentro y fuera del país."



En los corredores de la ONU en Nueva York se obtiene la visión de que a menos que el multilateralismo se reconstruya y que la agencia que lo sostiene -la ONU- recupere su rol central en la estabilidad mundial, la estrategia de lucha antiterrorista que intenta imponer la administración Bush II, continuará siendo un factor que sostiene el status quo actual. Éste se caracteriza por la desconfinza, el unilateralismo y la incertidumbre en las relaciones internacionales.



En una carta abierta, John Cavanaugh, director del Institute for Policy Studies de Washington -una institución de análisis independiente, quizás la más importante de los EEUU- comparte su visión de un EEUU con una democracia cada vez más comprimida por las disposiciones legales de un país en guerra establecidas en el Patriot Act, sin brújula, aislado, fuera de la órbita de la globalización.



"Los que esperan una moderación durante el segundo período de G.W. Bush, como sucedió en efecto con el segundo período de Ronald Reagan, alimentan una esperanza sin base. Los tiempos son sustancialmente diferentes", nos dice un diplomático apostado en las Naciones Unidas.



Efectivamente, durante Ronald Reagan estaba la ex URSS, y desde la partida no existía el 11 de septiembre de 2001. Esta fecha y sus hechos forman la piedra angular, de una política de reestructuración de todo, a partir del análisis mismo de la situación, y de los planes concretos para abordar el terrorismo: el centro de una agenda que entregó frutos políticos comprobados.



Mundo fragmentado e inseguro



Si bien las ofensivas en Irak y Afganistán representan los actos sinérgicos que han cambiado el ambiente estratégico mundial, al mismo tiempo han desatado un estado de situación complejo e incierto en cuanto a la seguridad.



Si se colorea el mapa mundial señalando las regiones donde los E.E.U.U. cuenta o no con el control desde un punto de vista político y militar (supongamos rojas las zonas de control medio a alto, azules las zonas de control débil o incierto, y blanco las zonas de tensión con los aliados), el rojo aparecería invadido y rodeado de azules y blancos.



Grandes naciones superpobladas o no, por nombrar a China, India, Rusia, y zonas de alta densidad como Europa, no representan en estos momentos estados aliados aún en una lucha frontal conbtra el terrorismo. La OTAN y otros tratados están todos en proceso de revisión, dada la desprogramación de la Guerra Fría real. El Pentágono inteligentemente señala que se observa «un mundo muy vulnerable donde la arquitectura de la seguridad debe ser reestructurada" (SSI, Washington 2004). Después de la elección presidencial, se suma el enemigo interno, esa profunda división detectada y, lo que es peor, con un análisis aún insuficiente en cuanto a sus implicaciones.



Después del aparente final de la Guerra Fría, ningún estratega, por mucho que se le adjudique un peso imperial al poder militar y financiero de los Estados Unidos, podría colocar a ese país automáticamente en un lugar de control de la situación en el mundo, como lo sugieren análisis como los del libro "Imperio" de Negri, o las reflexiones de Noam Chomsky, por citar analistas populares.



"En este sentido, el posicionamiento actual de los EEUU es inferior geo estratégicamente, desde un punto de vista político al que se observaba en los tiempos en que competía por la supremacía territorial con la ex URSS. En un sentido literal, EEUU está a punto de tenerlo todo para gobernar el mundo, pero debe atravesar el punto de la legitimación política, que no la tiene, y para eso debe contar con la ONU y otras instancias internacionales de peso", señala a El Mostrador.cl una fuente diplomática en la ONU.



En la segunda semana de julio de 2003, G. W. Bush realizó una esperada visita al Africa, en medio de la Guerra en Irak. Un objetivo importante de la misión consistió en la búsqueda de aliados para legitimar la estrategia antiterrorista en una parte del mundo geográficamente esencial en esta materia.



La visita a Chile y la reunión cumbre de la APEC se inscriben en esa necesidad imperiosa de legitimar políticamente la estrategia de la lucha global antiterrorista, que le ha dado una razón de ser a su éxito político interno. Según los estrategas de la Casa Blanca, el mundo estará también dispuesto, por medio de la coerción económica, a aceptar esa legitimación.



La APEC Chile será, entonces, un escenario apropiado para detectar cuál es el estado de situación de esa legitimación, más allá del artefacto mediático que una cumbre de este tipo produce.








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