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«Hemos hecho estudios y la verdad es que estoy en un muy buen momento»

El ex timonel de Renovación Nacional analiza los pro y contra de su eventual candidatura a la Cámara Alta, dando una pausa a las dos materias que hoy lo tienen entusiasmado al interior de su colectividad: la redacción del documento sobre derechos humanos y la Comisión Programática para »renovar» la colectividad.


A sus casi 55 años, Sebastián Piñera no pierde la energía que lo caracteriza. Rodeado de montañas de documentos en su amplia oficina, a la vez que habla revisa sus mail, contesta el celular e intenta concentrarse en la conversación, para lo cual decide entregar el teléfono a su secretaria. Algo que se agradece, pues de lo contrario la entrevista podría llegar a ser interminable, con las permanentes interrupciones telefónicas.



En el piso 18 de sus oficinas ubicadas en un moderno edificio del barrio El Golf, Piñera se prepara para responder a todas las preguntas, aunque algunas le agradan más que otras, y a sólo algunos días de la constitución de la Comisión Programática que le dará un nuevo rostro a Renovación Nacional, analiza con El Mostrador.cl sus expectativas sobre el tema.



Pero no por ello deja de abordar una serie de otros aspectos recientes de su vida política, aunque todo apunta a que su principal preocupación hoy es el futuro de la colectividad que le ha dado satisfacciones, pero gracias a la cual también le ha tocado vivir momentos bastante duros, como su salida de la presidencia, empujado por Joaquín Lavín, a principios de año. No por nada sus canas, abundantes a esta altura, escaseaban cuando se hizo cargo del partido, en momentos en que éste se encontraba en una crisis a la que lo condujo la directiva encabezada, entonces, por el diputado Alberto Cardemil.



Comisión Programática



-¿Qué espera del debate que se inició con la constitución de la Comisión Programática?
-Un profundo, honesto y valiente proceso de renovación al interior de nuestro partido. En primer lugar, hoy día se está viviendo un proceso creciente de divorcio entre los partidos políticos y la ciudadanía, que están cada vez más distantes de la gente. O, mejor dicho, es la gente la que está cada día más distante de los partidos políticos, porque no han evolucionado, siguen actuando de la misma forma como actuaban hace diez, 20, 30, 40 ó 50 años, y el mundo, en los últimos 50 años, cambió dramáticamente. Y, por lo tanto, el objetivo de este proceso es un diagnóstico que va a requerir profundidad, sabiduría, realismo; pero por sobre todo una voluntad de cambio, de producir una renovación interna en muchos frentes y terrenos distintos.



-Por de pronto, yo creo que en el caso de Renovación Nacional, y esto es aplicable a cualquier otros partido, tiene que haber un esfuerzo muy grande en el terreno de las ideas, las visiones, los proyectos, las misiones, porque hace mucho tiempo que no hay ideas nuevas en la política chilena. Eso tiene que ver con los fines. Pero también se requiere una renovación profunda en el terreno de los medios, los instrumentos, las imágenes. Los partidos no pueden seguir viviendo solamente de sus sedes, con un grupo cada vez menor de militantes que se miran el ombligo entre ellos mismos y que está cada vez más alejado y distante de la sociedad. En tercer lugar, se requiere también un proceso de renovación en los liderazgos, que se han estancado. Se requiere crear liderazgos nuevos, darle tiraje a la chimenea y, en el fondo, permitir una actividad de los partidos políticos mucho más abierta con la ciudadanía, mucho más mirando hacia fuera.



-¿En concreto cuál fue su propuesta?
-En primer lugar, tener un Congreso Programático para definir con meridiana claridad y simpleza cuál es la visión de futuro, el proyecto de país y, en último término, el programa de gobierno que nosotros queremos proponerle a los chilenos durante la elección presidencial del próximo año. Y para eso, yo preparé un documento que contiene propuestas e ideas en muchos campos distintos, que tiene que juntarse con muchos otros documentos y converger hacia una visión compartida dentro de Renovación Nacional y dentro de la Alianza. Pero, en segundo lugar, también planteé la necesidad de trabajar no solamente los fines, sino que también los medios y los instrumentos, que tienen que ver con las imágenes, con los estilos. Y yo creo que en ese frente hay que hacer muchos cambios, incluso de algunas simbologías.



-¿No le parece una ironía que Renovación Nacional, siendo un partido tan joven, en comparación con sus pares de la Concertación, que tienen mucho más historia, tenga que generar esta ‘renovación’ tan brusca?
-El mundo cambió tanto en los últimos 20 años, que el que hoy día tiene 20 años y sigue actuando igual como lo hacía hace 20 años, ya está obsoleto. Y, por tanto, independientemente de si uno tiene 20, 30 ó 40, todos los partidos requieren pasar por este proceso de renovación que tiene que ver con la visión del mundo, del país, del futuro, de un proyecto de país. Tiene que ver con sus instrumentos, con sus medios, con sus simbologías, con su forma de acercarse y contactarse con la gente. Por ejemplo, en el caso de Renovación Nacional yo planteo que hay que hacer una revisión de dos componentes internos muy fundamentales. Uno, la Declaración de Principios, que es de la década de los ’80 y todavía habla del gobierno militar, el comunismo, de la Guerra Fría, que es un mundo que se acabó hace mucho tiempo y hay que actualizarlo a la realidad del siglo XXI.



-En segundo lugar, también creo que hay que hacer una revisión de los estatutos del partido, para definir claramente dónde se discuten las ideas y dónde se toman las decisiones. Porque lamentablemente en Renovación Nacional ni la mesa, ni la comisión política, ni el consejo general, son instancias donde realmente se están debatiendo las ideas ni se están tomando las decisiones. Y, finalmente, en el proyecto país, visión de futuro y programa de gobierno yo identifico tres niveles distintos en los que debemos trabajar. Unas son las ideas país, las ideas grandes: cómo perfeccionamos la democracia, cómo logramos mayor igualdad de oportunidades, cómo fortalecemos el crecimiento económico o cómo logramos una sociedad más pluralista, que es un terreno tradicional. Pero también tenemos que entrar a un segundo terreno que es un mensaje a cada grupo de la población chilena. Qué tenemos que decirle a los jóvenes, a las mujeres, a la tercera edad, al mundo rural y eso tiene que ser un mensaje mucho más preciso y orientado a la realidad, a los problemas y a las esperanzas de esos sectores.



-En tercer lugar, yo creo que nosotros también tenemos que hacer una propuesta en el terreno de los proyectos físicos. Cuando yo recorrí el país, como presidente de Renovación Nacional, y me reunía con las comunidades, les preguntaba cuál es el proyecto más importante para una determinada ciudad, que muchas veces es una cosa muy concreta. La conexión con la autopista, un estadio o más espacios deportivos, un lugar donde pudiera haber más actividad cultural; cosas muy concretas. Yo creo que los partidos políticos no pueden dejar eso de lado y tiene que entrar a ese terreno muy concreto de aspiraciones muy sentidas y muy propias de cada comunidad, de acuerdo a su propia realidad y preferencias.



-Mirado desde afuera, da la impresión que Renovación Nacional adolece de demasiados caudillos y escasos liderazgos fuertes que puedan concretar esta ‘renovación’ tan ambiciosa.
-Comparto en parte el diagnóstico. Hay muchos liderazgos individuales, pero no se ve un liderazgo institucional. La gente puede saber muy bien qué piensa cada uno de los líderes de Renovación Nacional, pero muchas veces le cuesta saber qué piensa Renovación Nacional, y eso tiene que ver, precisamente, con la ausencia de instancias donde se puedan discutir todas las ideas, donde pueda haber confrontación de pensamientos distintos. Y bienvenidos sean los pensamientos distintos, porque generan vitalidad y riqueza, pero en algún instante tiene que haber una decisión democrática que sea respetada por todos, que le dé una línea matriz orientadora a Renovación Nacional como un todo. Y ese es un terreno sobre el cual tenemos que trabajar y avanzar mucho.



-¿Qué le parece que a la luz de los resultados municipales se hayan realizado críticas solapadas al desempeño de la directiva?
-Es perfectamente natural que puedan existir críticas. Lo importante es que se hagan en forma respetuosa y constructiva. Por lo demás, la actitud que he visto en Sergio Díez es muy abierta y receptiva a la crítica. La crítica constructiva es algo deseable, es algo positivo, que moviliza, que motiva, que encauza la fuerza. Yo no le temo a la crítica constructiva. Al revés, a lo que realmente le temo en los partidos políticos es a la indiferencia total en que nadie critica, porque ya a nadie le importa nada. Ese es el peligro para la sobrevivencia de un partido: que no exista la vitalidad de la crítica, en la medida que ésta tenga dos características: respetuosa y constructiva.



-Eso no se ha dado mucho en Renovación Nacional
-Yo creo que sí. La reunión de ayer (martes 23) fue extraordinariamente constructiva. Cada uno tuvo la oportunidad de hacer un pequeño diagnóstico, pero el énfasis estuvo puesto, más que en el diagnóstico, en el cual estamos básicamente de acuerdo, en el plan de acción para corregir ese diagnóstico, para evolucionar del punto en que estamos hoy, con el cual no estamos contentos, al punto al que queremos llegar mañana. Y, por tanto, todo el énfasis estuvo puesto en dónde queremos llegar: el objetivo, el fin, y cómo vamos a llegar a él. Así que fue una reunión extraordinariamente respetuosa y extraordinariamente constructiva, a pesar que hubo mucha confrontación de ideas distintas.



-Eso se presume a partir del hecho que en esta comisión, como nunca, están representadas todas las sensibilidades del partido.
-Mire, yo me quedo con lo que alguien dijo alguna vez, que el hacer la pregunta correcta ya significa la mitad de la respuesta. Y yo creo que ayer (martes) se hicieron las preguntas correctas en Renovación Nacional, en el sentido que existe un diagnóstico respecto de que hay un problema por la forma en que los partidos políticos están actuando y funcionando en la democracia chilena, que están cada vez más distantes y alejados de la gente, que hay que producir una profunda renovación, como se ha producido en todo el resto de la sociedad, excepto en los partidos políticos o en el mundo de la política en general. Y, en segundo lugar, existió ayer mucha imaginación y propuestas hacia dónde queremos ir y cómo hacemos esa transición.



-Es decir, que entre los liderazgos que se perciben al interior de Renovación Nacional hay acuerdo para avanzar en estos temas.
-Definitivamente existe acuerdo en la necesidad de una profunda renovación, modernización, de evaluar, de escuchar con atención la voz de la gente. Qué quiere, qué espera de los partidos políticos y preguntarnos si estamos, nosotros, respondiendo a esa inquietud y a esa demanda. Y la respuesta categórica fue que no y, por tanto, hubo varias propuestas de hacia donde tenemos que movilizarnos, no solamente hacia dónde queremos llegar, sino cuáles son los pasos y los medios que tenemos que utilizar para llegar a esa nueva realidad que aspiramos todos juntos a construir.



-En ese sentido ¿qué siente cuando ve que iniciativas suyas como esta comisión programática, junto con el Programa Avante, que se creó para la municipales, se están concretando? ¿Que siempre estuvo en el camino correcto?
-Efectivamente. Nosotros no solamente propusimos, sino trabajamos mucho, tanto en un encuentro programático, como en la creación de una universidad o escuela de alcaldes. En el caso del encuentro programático yo tengo una enorme cantidad de documentos que elaboramos durante el tiempo que estuve como presidente del partido. Y en el caso de una universidad para alcaldes, también logramos avances muy significativos. El hecho que estas dos ideas finalmente puedan materializarse ahora, bajo la conducción de otro presidente, me produce mucha satisfacción. Lo importante es que las ideas germinaron, maduraron y fueron fecundas.



Buen momento



El ex presidente de Renovación Nacional sigue retardando su decisión acerca de si será o no candidato a senador. Sin embargo, admite que los estudios de opinión pública que ha realizado demuestran que está en un buen momento de su carera política, a pesar de los malos ratos que debió sufrir a comienzos de año, cuando Lavín, secundado por Andrés Allamand, lo obligó a dejar la presidencia de RN, para apaciguar los ánimos al interior de la Alianza por Chile.



-¿Aún está en duda que vaya a ser candidato a senador?
-No está resuelto, esa es la verdad. Y, por tanto, va a depender de un diálogo que vamos a sostener al interior de Renovación y al interior de la Alianza, que espero que se produzca pronto. Ojalá sea un diálogo constructivo, respetuoso y que terminemos con estas odiosidades y descalificaciones que no nos conducen a ninguna parte.



¿Qué es lo que dificulta su decisión? Porque el presidente del partido ya ha dicho que espera que usted sea candidato
-Mire, si lo importante no es que yo quiera o no quiera ser senador. La pregunta es ¿para qué quiero ser senador?, ¿en qué proyecto, con qué grupo humano? Porque estos no son proyectos individuales, son proyectos grupales que no dependen de la voluntad de una parte, sino de la voluntad de todos y yo creo que este esfuerzo en una renovación programática, en una modernización del partido, apunta a darle ese significado grupal, y no que sea, simplemente, la suma de proyectos individuales. Los más pesimistas dicen que Renovación Nacional es una asociación de enemigos; los más optimistas dicen que es una asociación de amigos, y nosotros queremos que sea un partido político, es decir, que haya un proyecto compartido, una voluntad común, comprometida, que va mucho más allá de los proyectos individuales. En consecuencia, este es un tema en que mi decisión no depende solamente de mi voluntad o aspiración personal, sino que depende de lo que ocurra con el proyecto, con el grupo, con la misión, con la visión de futuro.



¿Está conciente de que la suya sería una de las candidaturas más fuertes de su partido y que contribuiría a equilibrar la balanza con la UDI?
-Yo comparto ese diagnóstico, aunque no quiero pecar de falsa modestia. Nosotros (la Fundación Futuro) hemos hecho estudios de opinión pública y la verdad es que estoy en un muy buen momento, y tengo una muy buena expectativa como candidato a senador, por cualquiera de las dos regiones metropolitanas.



Absurdo pensar en las presidenciales del 2010



Resulta casi irreconocible el nivel de cautela con el que se está manejando el ex timonel por estos día, tanto así, que al abordar la posibilidad de que se esté preparando para una eventual carrera presidencial, con miras al 2010, señala con tono algo cansado que "francamente es absurdo empezar a pensar hoy día en el candidato de 2010. (…) Anticiparse tanto al tiempo me parece un absurdo, recordando aquello que no por mucho madrugar amanece más temprano. Así es que ese tema habrá que discutirlo en mucho tiempo más. Tenemos tantos problemas y tantas oportunidades hoy día, que no creo que valga la pena perder el tiempo en ello". Esto, a pesar que hasta no hace mucho tiempo no ocultaba sus aspiraciones presidenciales.



-En el supuesto caso que Lavín no ganará la elección presidencial, ¿usted cree que en la Alianza existe el ánimo de volver a apoyarlo en una tercera oportunidad?
-Nuevamente me está llevando al terreno de la elección presidencial del 2010, y no tiene ningún sentido discutir eso hoy día. Por lo tanto, ese es un tema que no se ha discutido ni se ha analizado. Escuché a Joaquín Lavín decir que éste iba a ser su último intento por llegar a La Moneda. Esa es la opinión que tiene hoy día, mañana puede tener una opinión distinta. Yo le digo una cosa: al final va a depender de los hechos, de las realidades y no sabemos cuáles van a ser esos hechos y realidades, porque puede pasar mucha agua bajo el puente de aquí al 2010.



-¿Y cómo visualiza la elección presidencial de 2005, a la luz de los resultados municipales?
-Por supuesto pienso que la Alianza tiene un camino difícil. Nunca compartí ese triunfalismo absurdo de creer que estaba el camino pavimentado y que era cuestión de sentarse en la vereda a esperar ver pasar el cadáver del enemigo; nunca creí en eso. Pero tampoco en el fatalismo y en el pesimismo de algunos que creen que está todo perdido. Yo creo que la elección presidencial del 2005 sigue siendo un libro abierto, no escrito. Nadie la ha ganado, nadie la ha perdido. Algunos pueden estar hoy día en una mejor posición que otros, pero falta todavía más de un año, por lo tanto, va a ganarla el que haga las cosas mejor y va a perderla el que haga las cosas mal.



-Para eso la Alianza tiene que demostrar que es capaz de gobernar. ¿Qué más tendría que hacer para colocar a Lavín en La Moneda?
-Creo que la Alianza tiene muchas fortalezas que son reconocidas por la opinión pública. Su capacidad de generar crecimiento económico, crear empleo, luchar con eficacia contra la delincuencia, generar grandes modernizaciones, de estar sintonizado con los tiempos modernos, con un mundo global que se abre, que se integra. Pero también tiene algunas debilidades que tenemos que reconocer y enfrentar. Por ejemplo, creo que requiere un compromiso mucho más categórico con el perfeccionamiento de la democracia. También tiene una debilidad sobre la cual existe plena conciencia: que es que el proyecto de la Alianza tiene que privilegiar la igualdad de oportunidades, para que sea un proyecto para todos los chilenos y, especialmente, favorable para la clase media y los sectores más pobres, y no solamente para los favorecidos de siempre. También tiene un terreno a conquistar en el campo de la diversidad y el pluralismo.



-¿A sus debilidades se podría sumar la falta de habilidad para la formación de equipos? Se lo pregunto a propósito de las críticas que se han hecho internamente- a la forma cómo se llevó en ese aspecto la campaña municipal del conglomerado. Se dice que faltaron rostros importantes, entre otros el suyo.
-Yo trabajé mucho en la campaña municipal, en forma más silenciosa- porque el presidente del partido es Sergio Díez. La mesa directiva tenía esa responsabilidad, pero yo comparto la necesidad de un cambio de enfoque y de orientación en materia de liderazgos. Joaquín Lavín es el candidato presidencial, sin duda que es el principal líder de la Alianza, pero no es el único líder de la Alianza, o sea, no es el único que puede aportar valor a la Alianza. A diferencia del ’99, en que la elección presidencial no coincidió con la parlamentaria y todo se centró en el candidato presidencial, en esta oportunidad tiene que haber muchos liderazgos. Que florezcan todas las flores, como dicen los chinos, ojalá trabajando en forma armónica, amistosa, hacia un objetivo común. En el fondo, este avión tiene que tener muchos motores si queremos que, no solamente despegue, sino que llegue a buen destino, que es La Moneda, en diciembre del próximo año.



-Usted ha dicho que el escenario para las elecciones del 2005 no es el mismo del ’99 ¿Qué le parece que Lavín esté planteando que está elección va a ser "de chico a grande", asemejando el escenario al de las pasadas presidenciales?
-El hecho que él reconozca que esta elección va a ser de chico a grande no significa que quiera volver al mismo escenario del ’99. Porque el ’99 ocurrió hace cinco años y el mundo y Chile y los chilenos, hoy día, vivimos una realidad distinta. Déjeme decirle algunas diferencias: El año ’99 la economía chilena estaba en los suelos, con crecimiento negativo y había un sentimiento de pesimismo generalizado; hoy día la economía está creciendo como avión y hay un sentimiento de optimismo creciente. Segundo, el año ’99 Lavín era la novedad, era el cambio y, además, venía de un mundo municipal donde había obtenido muchos logros, muchos aciertos; hoy día las cosas son distintas, porque la idea de la novedad y el cambio está mucho más repartida.



-El año ’99 existía un cierto temor a un presidente socialista, por un recuerdo en la memoria colectiva de lo que había sido el último presidente socialista. Hoy día ese temor ha desaparecido, porque el presidente Lagos ha hecho una buena gestión. Y, por tanto, el escenario es distinto y la gente inteligente se adecua a los escenarios distintos. No es que cambie sus principios y sus valores, que son permanentes, pero evidentemente que se adapta y se adecua para proponerle al país las soluciones más adecuadas a los problemas y a la realidad de cada momento. Y, por lo tanto, yo creo que Joaquín Lavín no pretende reproducir con papel de calco lo que fue la campaña del ’99. Una cosa muy distinta es reconocer que en este minuto está compitiendo de chico a grande, en el sentido que las encuestas muestran que otros candidatos van delante, en este instante, en la carrera presidencial.



-Todos los argumentos que usted ha dado para mostrar la diferencia entre el escenario 2005 y ’99 le dan una ventaja considerable a la Concertación, sin mencionar además el desgaste de Lavín- que viene siendo candidato presidencial desde la elección que perdió con Ricardo Lagos.
-El año ’99 se produjo un virtual empate entre Lagos y Lavín. Hoy día estamos partiendo diez puntos abajo, de acuerdo a la última elección municipal, y a eso hay que sumarle el efecto de Juntos Podemos que tuvo una votación muy significativa y que probablemente está más cercano a la Concertación que a la Alianza y, por lo tanto, evidentemente que e camino a La Moneda, para la Alianza por Chile, no está pavimentado. No es tirar y abrazarse, como dicen los jugadores de fútbol, va a haber que trabajar duro, con mucha imaginación, con mucha fuerza, con mucho entusiasmo para recuperar el tiempo perdido. Y mientras antes hagamos el diagnóstico correcto, mientras antes enmendemos el rumbo, antes vamos a empezar a recuperar el tiempo perdido y, en consecuencia, mejores posibilidades vamos a tener de ganar las próximas elecciones presidenciales.



-Usted ha sido muy crítico al trabajo realizado por los samuráis. ¿Es muy necesario que este círculo se abra para que a la Alianza le vaya bien?
-Lo que yo he planteado es que la campaña presidencial tiene que incorporar a muchas más personas, muchos más sectores, muchas más ideas, mucho más fuerza, que solamente este círculo que rodea a Lavín y que se denomina los samuráis y, por tanto, hay que darle un amplio campo de participación a un enorme cantidad de gente quiere participar y que hasta ahora no ha encontrado los caminos ni los conductos apropiados.



El golpe de timón "fue un error"



-A la luz de la actual situación de la Alianza ¿Qué piensa ahora, visto con distancia, del golpe de timón con el que Joaquín Lavín lo sacó a usted de la presidencia de RN y a Pablo Longueira de la de la UDI?
-Siempre pensé que ese golpe de timón fue un error y creo que los resultados (municipales) en cierta forma lo ratifican. Porque, reconozcamos la verdad, Renovación Nacional y la UDI tienen orígenes distintos, historias distintas, culturas distintas, estilos distintos y no hay ningún problema con ello. Cada uno tiene sus fortalezas y sus debilidades. La UDI tiene muchas fortalezas, su disciplina, cohesión, espíritu de trabajo, su compromiso, pero como siempre ocurre las propias fortalezas se transforman en debilidades, porque ese exceso de disciplina y cohesión, para mucha gente, genera un sentimiento de temor y de rechazo. Renovación Nacional tiene sus propias fortalezas. Es un partido mucho más abierto, más acogedor, mucho más pluralista, mucho más amplio y nuevamente esas mismas fortalezas se transforman en debilidades, porque es un partido muy desordenado, a veces muy ingobernable que pierde eficacia. Entonces, la solución no es tratar que un partido termine hegemonizando al otro o que un partido termine clonándose con el otro, la verdadera solución era encontrar un marco que permitiera que los dos partidos, respetando sus diferencias, tuvieran la posibilidad de actuar de forma más coordinada, más amistosa, en la consecución de un objetivo común. Y eso no se logra con golpes de timón, sino que se logra enfrentando el problema de fondo con más diálogo y con más debate.



-Esa es una antigua propuesta suya que apunta a institucionalizar la Alianza, algo a lo que siempre se ha opuesto la UDI ¿a su juicio hay alguna señal concreta para que ahora el escenario sea distinto y sus aliados la acepten?
-Efectivamente, yo propuse un millón de veces iniciar una nueva etapa en la Alianza, una etapa de mayor institucionalización, de mayor diálogo, pluralismo, de mayor respeto por la diversidad de ideas y tratar de darle a la Alianza no el carácter de un embudo, sino el carácter de un arcoiris. Y la verdad es que nunca hubo la menor recepción a esa propuesta. Yo como presidente y toda la mesa directiva de Renovación Nacional enviamos muchas cartas a la UDI proponiéndoles esta nueva etapa y les proponíamos simplemente: sentémonos a la mesa, enfrentemos nuestros problemas, sin censuras, sin prejuicios, sin precondiciones y digámonos de frente lo que nos tenemos que decir, porque es absurdo que nos estemos comunicando a través de los medios de comunicación y tratemos de encontrar una nueva forma de compatibilizar las diferencias que ¡gracias a Dios! existen al interior de la Alianza, como un elemento positivo, como una riqueza y no como un elemento negativo o como una debilidad. Frente a eso obtuve oídos absoluta y totalmente sordos.



-Insisto ¿Cree que ahora hay señales que indiquen que esa aspiración de RN se puede concretar?
-Definitivamente que sí. Los tontos no aprenden ni siquiera de sus propios errores, la gente inteligente sí. E incluso aprende de los errores de los demás y, por ejemplo, yo veo que al interior de la Concertación, donde pueden haber muchas más diferencias, han logrado crear una cultura de Alianza que les permite convivir en mejor forma y, por tanto, estoy seguro que los dirigentes de la Alianza, que son personas inteligentes, bien inspiradas y patrióticas, van a aprender de sus propios errores y que vamos a ser capaces de crear una nueva forma de relacionarnos al interior de la Alianza. Una nueva forma de entender lo que significa una alianza, que tiene que tener al menos dos componentes para que sea una alianza de verdad. Uno, un objetivo común en la línea matriz y que acepte, naturalmente, diversidad en lo no esencial, y segundo, aliados que trabajen leal y amistosamente en la consecución de sus objetivos. Y yo creo que hoy día, a la luz de la experiencia del pasado, todo el que mire hacia atrás tendrá que reconocer que se cometieron muchos errores y que ahora, en cierta forma, estamos pagando las consecuencias de esos errores.



Conservadores, liberales y…



-Da la sensación que a principios de año se podía dividir RN en dos alas, liberales y conservadores, en cambio ahora se ven muchas más sensibilidades ¿De alguna manera se desmembró el ala liberal o no hay líderes en ese sector?
-No, lo que pasa es que el tema de los liberales y los conservadores se concentró mucho en cómo veíamos la democracia. Algunos estaban muy contentos con la democracia protegida que heredamos del gobierno militar y, otros, creíamos que esa democracia tenía que perfeccionarse y evolucionar, abandonar los enclaves autoritarios que, en mi opinión, eran absolutamente contradictorios con la esencia de una democracia. Esa fue la línea matriz que separó a los liberales de los conservadores, a los duros de los blandos.



-Hoy día, que llegamos a un acuerdo en materia de reformas constitucionales a mi me gustaría preguntarle a los que se opusieron tenazmente hace diez años a las reformas y que decían que significaba desmantelar la Constitución del ’80, descarrilar al país, quebrar su institucionalidad y que era el camino directo al fracaso, por qué hoy día las aprobaron, por qué lo que ayer era malo es bueno hoy día. Creo que simplemente en esa época no hubo voluntad para analizar con inteligencia, con apertura, sin prejuicios, los perfeccionamientos que la Constitución chilena necesitaba. Ahora, como ese tema ya se acordó, naturalmente que existen otros temas en que hay diferencias u opiniones distintas y es natural que así sea. Por tanto, no está tan nítida esa división en dos grandes grupos y hoy día las agrupaciones se hacen en función de los temas más que en torno a esa columna vertebral que era la concepción de la democracia, que fue lo que dominó la década de los ’90.



-Las principales figuras del ala liberal eran usted, Andrés Allamand y Alberto Espina. ¿El alejamiento entre ustedes ha provocado este desmembramiento?
-Bueno, existen grandes coincidencias y también existen algunas diferencias, si no somos gemelos ni clones para pensar igual en todo y en cada momento



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