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Ofensiva por plaga de castores en el sur: SAG pagará por cada animal muerto

Proyecto piloto de control de especies invasoras en la XII Región -que estudia actualmente el gobierno- contempla la formación de cazadores acreditados, su capacitación en el uso productivo de la carne y piel del animal, además de una recompensa de cerca de $3 mil por cada ejemplar eliminado.


Una controvertida iniciativa está llevando adelante el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de la Duodécima Región para controlar la sobrepoblación de castores que existe en la zona. El proyecto piloto de control de especies invasoras terrestres que estudia actualmente el gobierno contempla subsidiar la caza con trampa de este mamífero y pagar un monto que bordearía los 3 mil pesos por cada ejemplar eliminado.



Gladis Milic, encargada (s) del departamento de recursos renovable del SAG XII Región, explica que "a pesar de que está permitido por la ley de caza, nadie se ha interesado mucho en cazar al castor y esto ha favorecido que la población aumente de manera bastante desmedida", produciendo un daño ecológico, principalmente en los bosques de Tierra del Fuego.



Según un estudio realizado en 1999 por la Universidad de Concepción, la población de castores alcanzaba entonces los 61 mil ejemplares, por lo que se estima que actualmente podría haber unos 80 mil castores recorriendo los bosques magallánicos.



Este escenario motivó al gobierno a tomar medidas y llamar a concesión para controlar la sobrepoblación de estos animales en la zona, destinando anualmente 100 millones de pesos para este propósito, hasta alcanzar un total de 300 millones de pesos.



Tras una fallida primera licitación de todo el proyecto, se determinó separar la preparación para la caza, de la ejecución de esta medida. La primera licitación la ganó -con una oferta de unos 11 millones 500 mil pesos- la empresa Alakaluf, que entre septiembre y diciembre de este año deberá cumplir tareas en tres grandes áreas: investigación aplicada, que consiste en evaluar 11 cuencas de ríos para estimar la población del mamífero; gestión de caza, o crear un registro único de tramperos y cazadores acreditados; y gestión de aprovechamiento, o implementación de cursos culinarios y de artesanía para aprovechar carne y piel del castor.



A fines de enero se llamaría a licitación para la segunda -y también más polémica- parte del proyecto, que debiera adjudicarse en febrero, de manera de empezar la caza en marzo, pero no hasta eliminar totalmente los castores del lugar, sino que sólo hasta controlar la sobrepoblación.



Una caza que incluirá también a otras especies como "la rata almizclera, el bisón y especies asilvestradas como el perro y el gato", afirma Milic. En los dos primeros casos falta determinar los montos a pagar a los cazadores por los animales muertos. Mientras que en el tercero, cuando se identifiquen focos de perros, gatos o cerdos salvajes, sólo la concesionaria podrá eliminarlos, bajo la supervisión expresa del SAG.



Si bien la intención del SAG es que la caza se lleve a cabo bajo la modalidad de incentivo económico a los cazadores, hasta ahora no se descarta totalmente incluir dentro de las bases la posibilidad de que los concesionarios cobren un monto fijo por eliminar una cantidad determinada de animales, contratando ellos mismos a los cazadores.



La caza




Todos los interesados en salir a cazar castores, ratas almizcleras y bisones deberán cumplir antes con ciertos requisitos, como contar con un carnet para cazar animales de menos de 40 kilogramos.



Además, explica José Cabello, encargado del programa de control de fauna dañina del SAG XII Región, deberán efectuar el curso el de reconocimiento de fauna nativa (que dura 4 días), luego el curso de trampa (2 días), el de elaboración de carne y artesanía (3 días) y posteriormente dar un examen para obtener la credencial de trampero.



Una vez adquiridos estos conocimientos, recibirán la infraestructura dispuesta para la caza y que consiste en trampas canadienses conibear y algunos dispositivos necesarios para su instalación, los que, asegura Cabello, tienen un costo de superior a las trampas normales, ya que "matan al animal en menos tiempo que su depredador natural".



Con todos estos implementos los cazadores acreditados deberán salir en busca de sus presas y traer un testimonio de su trabajo, que muy probablemente será la cola del animal.



Al entregar el testimonio, el concesionario -que no recibirá un porcentaje por la transacción de manera de evitar incentivos a prácticas irregulares- otorgará su premio al cazador, cuyo monto quedará fijado al adjudicarse la licitación, pero que, dice Cabello, bordearía los «3 mil pesos» en el caso del castor.



No obstante, el concesionario podrá cancelar un monto adicional al cazador, si además del testimonio desea obtener su piel.





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Lea además:



Lea completo el plan de acción de la Conama





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