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El año en que la derecha se pacificó pero igual recibió un golpe imprevisto

La salida de Longueira y Piñera fue un golpe de timón de Lavín que dio tranquilidad al sector. Pero si bien la pacificación fue un logro no menor, quedó opacado por el resultado en las municipales, donde la derecha retrocedió, lo que puso en duda la fuerza del ex edil, que presidencializó estos comicios.


Si bien el 2004 empezó para la Alianza con una intensa pugna interna gatillada por el caso Spiniak, el año concluye con el sector pacificado, pero con grandes dudas sobre su destino en las elecciones de diciembre de 2005. En especial, éstas nacieron luego del recuento de los comicios municipales, donde la oposición bajó dos puntos en relación al 2000, cuando esperaban -los más optimistas- superar por primera vez a la Concertación en los votos.



Dos hechos asoman como fundamentales en el derrotero del 2004. El primero sucedió en marzo, cuando en una audaz jugada el líder de la Alianza, el alcalde de Santiago, Joaquín Lavín, provocó el descabezamiento de la UDI y Renovación Nacional al solicitarle a sus respectivos presidentes, Pablo Longueira y Sebastián Piñera, que no repostularan, ya que mediante ese recurso cortaba la pública disputa entre ambos por el caso Spiniak.



El cambio en el gremialismo si bien en un principio fue difícil de digerir, tuvo una solución rápida, ya que en poco tiempo Jovino Novoa fue escogido como el reemplazante. En las filas de la UDI a la vuelta de los meses, existe la reflexión de que el paso al costado de Longueira fue el costo que tenían que pagar para un objetivo superior: que también se fuera Piñera, visto como el mayor obstáculo para la armónica relación del pacto.



Además, la salida de Longueira dejó de ser un golpe en agosto, luego de que la tesis que él había levantado para explicar la arista política del caso Spiniak lograra su validación en los tribunales. El procesamiento por falso testimonio de Gemita Bueno, la joven que acusó a Novoa de haber abusado de ella, no sólo fue analizado como la primera señal del triunfo de la defensa gremialista, sino también como otro golpe contra Piñera, valedor de la diputada Pía Guzmán, que hizo estallar el caso en octubre del 2003.



La pugna de poder que el giro de timón de Lavín provocó en RN fue mucho mayor, ya que fueron necesarias elecciones internas entre dos listas. Ganó la conducción de Sergio Díez, apoyada por Piñera y los suyos, quienes se habían opuesto a alternativas previas, como una mesa consensuada, en gran parte porque éstas eran encabezadas por personeros que no se habían opuesto a que Lavín le pidiera que dejara la presidencia.



Las municipales



La conducción de Díez logró ponerse al día en puntos donde Piñera no había podido, como hacer más fluida la relación con la UDI y el lavinismo, y la pacificación interna. Todo esto condujo a un acuerdo municipal donde públicamente no se ventilaron mayores diferencias, pese a que por los resultados, al interior del partido, fueron mirados de forma crítica. RN cayó de 88 a 51 alcaldes y las explicaciones para esto algunos la endosan a la mala idea de la anterior mesa de »el que tiene, mantiene», lo que impidió revisar la calidad de quienes iban a la reelección.



En la UDI también existieron voces críticas por el manejo de las cartas presentadas, lo que provocó que la Alianza cayera del 40 por ciento (octubre de 2000) al 38 por ciento de los votos, en circunstancias que esperaban llegar al 45 por ciento y superar por un punto a la que -según sus sondeos- sería la votación del oficialismo. Pero los reparos apuntan más bien a que las encuestas no fueron bien leídas y incluso -los más optimistas- dicen que fue mejor que este problema se hubiera dado ahora y no en diciembre del 2005.



Al cerrar el año, la Alianza busca renovarse para superar el golpe de las municipales y que Lavín vuelva a tomar fuerza, pues luego de prácticamente cuatro años en campaña comienza a mostrar signos de flaqueza. Y en ese contexto, la propuesta de construir una Alianza Popular no parece algo casual. Y tampoco la creciente figuración pública que está logrando Andrés Allamand, un factor que puede ayudar a acercar los votos de centro.



Sin embargo, en las filas de RN es donde se sienten los mayores daños debido a que -entre los más críticos- lo que ahora el partido necesita es diferenciarse de la UDI si quiere un triunfo en las municipales y no ven a la mesa de Díez con la capacidad de conseguir ese objetivo.



Precisamente, en el crudo debate que se dio por el tema de la refundación de RN, muchos vieron el último intento de algunos sectores por articular un cambio y conformar una mesa más acorde con los nuevos requerimientos. Fracasada esa operación, fuera de la mesa no hay muchos que apuesten por un resultado parlamentario donde RN evite que la UDI, una vez más, crezca a sus expensas y además, esté en condiciones de moverse hacia el centro.

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