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El gerencial y polémico estilo que Alcaíno quiere imponer en Santiago

Si bien en principio su política fue más bien agresiva, al eliminar el Plan Pololo y dejar sin trabajo a 37 funcionarios municipales, ahora se comprometió a encontrar fondos para conceder subsidios a los ex beneficiados de los planes sociales mientras encuentran trabajo. Y pretende mantener un bajo perfil.


El intenso calor que se ha dejado sentir sobre la Plaza de Armas durante los primeros días del 2005 no ha sido obstáculo para que cerca de 80 personas se turnen manifestándose en contra del sucesor de Joaquín Lavín porque acabó con los planes de emergencia gracias a los cuales recibían una ayuda económica. Efectivamente, en una de las primeras medidas con las que marcó su nuevo estilo, el ex animador de televisión e ingeniero Raúl Alcaíno Lihn resolvió no continuar adelante con los programas de quien lo escogió para sucederlo en el sillón edilicio.



Aunque recién entera un mes a cargo de la principal municipalidad del país, ya tiene a su haber dos decisiones que llamaron la atención. La primero y más notoria fue el fin del Plan Pololo, creado por Lavín y que había llegado a ser la principal fuente de ingreso de 400 habitantes de Santiago. Pero los beneficiados no tuvieron una notificación oficial hasta el viernes 31 de diciembre pasado, en la víspera de un amargo Año Nuevo.



Ese día, según indican fuentes del concejo, y en un estilo casi empresarial, Alcaíno ocupó los servicios de la directora de Desarrollo Social, Bernardita Bakovic, para notificar a los eventuales empleados del Plan Pololo que sus servicios terminarían ese día y que en el futuro no serían requeridos.



Esa fue la primera y única noticia del cese de los programas recibida por los vecinos de la comuna, ya que hasta entonces este tema se había hablado sólo extraoficialmente y a través de la prensa.



Otro tanto ocurrió con los 37 profesionales y empleados a quienes la municipalidad no les renovó el contrato para el 2005. Este personal fue notificado de su situación el jueves 30 o el viernes 31, luego de que la alcaldía conociera los informes que entregaron los directores de servicios sobre cuál era el mínimo de personas con el que sus respectivas reparticiones podía funcionar.



De nuevo, aquí se hizo presente el estilo gerencial del ex animador televisivo, ya que esta decisión la tomó acogiendo eventualmente memos de la Contraloría, donde se dice que la Municipalidad de Santiago que heredó de Lavín tiene exceso de personal.



El retroceso táctico



Sin embargo, durante la última semana la dura posición de Alcaíno de eliminar los costos excesivos -el presupuesto 2005 es $ 1.300 millones menor que el último de Lavín- mostró un ablandamiento.



En los almuerzos que junto con los concejales decidió realizar todos los martes para tener una instancia informal donde abordar los problemas municipales, Alcaíno se comprometió ante el resto de los asistentes a encontrar fondos para entregar unos 200 ex Plan Pololo, un subsidio equivalente al aporte mensual del año pasado mientras hallan trabajo. El subsidio será sólo por enero. La idea de un paliativo ya había circulado, en especial en voz de la concejala DC Ximena Lyon.



De hecho, fue precisamente en este último almuerzo donde también abordó la posibilidad de contactar a empresas que puedan interesarse en los servicios de estas personas o, en el más largo plazo, incorporarlos a planes de capacitación, vía Sence, que hagan más factible una oferta laboral.



Precisamente ha sido en instancias como ésta donde algunos de los concejales han tomado conocimiento de que Alcaíno quiere, por sobre todo, transformar la municipalidad en una oficina eficiente. De hecho, se comenta que ha estudiado los planes sociales, llegando a la conclusión que hay varias reparticiones que superponen sus funciones. Por eso, entre sus principales propósitos estaría centralizar gran parte del sistema en una sola parte.



De hecho, se reconoce que si bien el alcalde hasta ahora no se ha caracterizado por mostrar una gran empatía con la gente -es muy extraño que conceda audiencias o atienda prensa- sí se le reconoce que está estudiando las distintas herramientas de las que se puede servir. Sin embargo, entre quienes observan esta conducta, también existe conciencia de que Alcaíno tendría que mostrar al menos en el mediano plazo algunos logros para justificar el estilo que ha adoptado.



Quienes han tenido acceso a las razones de por qué mantiene la distancia, explican que lo que busca Alcaíno es evitar a las personas que buscan alguna clase de permiso especial, como los comerciantes ambulantes. De hecho, esto ha llevado a que Alcaíno y su equipo tengan un sistema especial para que cuando el alcalde deba salir a terreno, lo haga de la forma más discreta posible.



En estas salidas, que principalmente en este mes han considerado las propiedades que el municipio tiene, es acompañado por su antiguo jefe de campaña, Roberto Hernández, un abogado que es hijo del diputado UDI Javier Hernández. Otro de sus asesores cercanos es -dicen quienes conocen el funcionamiento municipal- el director de Cultura, José Joaquín Valenzuela.



Sin embargo, Alcaíno también conserva dentro de la municipalidad parte de la estructura que dispuso Lavín, como lo refleja que también entre sus más cercanos figure el actual administrador municipal, Héctor Feeley, quien llegó desde la municipalidad de Las Condes junto con el presidenciable de la Alianza el año 2000.



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