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El duro último año que deberá enfrentar el general Juan Emilio Cheryre

La mayor dificultad al interior de la institución se vivirá cuando se dicten los procesamientos a los culpables del crimen del general (r) Carlos Prats, ya que "un militar puede justificar que asesinó y eliminó a los comunistas porque eran sus enemigos, pero cómo explican que mataron a su comandante en jefe», señala Eduardo Santos.


Luego de unas interrumpidas vacaciones marcadas por el suicidio del coronel (r) Germán Barriga y la detención del ex director de la DINA, Manuel Contreras, el comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre, retomó ayer sus actividades en su último año al mando de la institución castrense.



Su regreso no fue a su oficina del cuarto piso del edificio de las Fuerzas Armadas, en la calle Zenteno, sino que viajó directamente a Arica, donde supervisó las labores de desminado en una zona aledaña al aeropuerto de Chacalluta. Allí evitó referirse a temas de derechos humanos, una materia que ha signado su período, y sólo señaló que su institución responde al Poder Judicial «unas 40 cartas» semanalmente con pedidos de antecedentes sobre casos de violaciones a los derechos humanos ocurridos en el régimen militar.



Pese a las insistentes preguntas sobre los procesos abiertos en contra de ex uniformados, Cheyre fue claro y dijo que «los temas de derechos humanos salieron del ámbito del Ejército y están radicados en los poderes correspondientes, en otras autoridades y en otras instituciones. Yo no me voy a pronunciar al respecto».



Pero por más que el general Cheyre quiere zanjar el tema de los derechos humanos y circunscribirse a sus tareas profesionales, lo cierto es que este propósito se le hace muy cuesta arriba. En estos últimos 13 meses que le restan a la cabeza de la institución (el 10 de marzo de 2005 tendrá que dejar el cargo que asumió cuatro años antes), deberá enfrentar un puzzle sumamente complicado ya que el ministro Alejandro Solís deberá dictar sentencia por el asesinato del ex comandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats, ocurrida en el barrio de Palermo, en Buenos Aires, Argentina, el 30 de septiembre de 1974.



Vicisitudes



A juicio del analista de Defensa, Eduardo Santos, "un militar puede justificar que asesinó y eliminó a los comunistas porque eran sus enemigos, pero cómo explican que mataron a su comandante en jefe. Ese tema va a ser muy embromado porque va a quebrar el esquema valórico de las personas que trabajaron en ese problema. Ahí Cheyre va a tener vicisitudes".



Santos cree que frente a este escenario, "Cheyre tendrá que asumir un liderazgo fuerte y evidentemente va a existir un antes y después del crimen de Prats. Ahí el problema es valórico interno, no se va a notar en la opinión pública, pero sí al interior de la institución, donde va a haber una revalorización de los problemas, una aceptación dramática, un duelo de su problema de derechos humanos".



Este año, Cheyre se dedicará a cerrar heridas en este caso y a la modernización del Ejército, según el experto en Defensa, que es lo que quiere dejar como su gran legado. "Con eso ha cumplido en forma excelente su labor. Hizo una modernización que no se había hecho en más de 100 años (reducción de mandos, fusión y concentración de unidades militares y un mayor grado de profesionalización de los efectivos). Le pondría más de un 6 a su gestión".



Ejército como empresa



Más enfocado hacia el tema profesional específico de su fuerza, pero sin dejar de lado el asunto de los derechos humanos, cree que serán los últimos meses de Cheyre al mando del Ejército el asesor para Chile del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, Armen Kouyoumdjian.



"Cheyre mantiene un equilibrio difícil entre lidiar con el tema de los derechos humanos, que le ha tocado bastante fuerte en cuanto a las presiones de los acusados y de los militares en retiro que culpan al Ejército abiertamente de no apoyarlos lo suficientemente, y su labor más concreta como militar. En este terreno, está la tarea que realmente quiso imponer de un principio y que quizá refleja del mejor modo posible sus propias características: crear un Ejército que se maneja en una forma empresarial, técnica, profesional. Es una idea genial eso de presentar un CD y darlo a conocer como la empresa de todos los chilenos, lo cual tiene un pequeño toque populista, pero no es peyorativo».



Para el analista británico, al jefe militar "se le viene un año difícil" porque la generación post golpe está de acuerdo "con esa imagen moderna, profesional y apolítica, pero al mismo tiempo tiene que lidiar con la familia política, que incluye a los militares retirados que sí vivieron el proceso del 73, y en muchas casos están comprometidos ellos personalmente o sus camaradas de armas en situaciones de atropellos a los DDHH. Estos últimos han criticado abiertamente la labor del jefe castrense".



Figura emblemática



El cientista político Guillermo Holzmann coincide con sus colegas en lo que dice relación con los derechos humanos. "El objetivo permanente es zanjar el tema de los DDHH. Eso significa una actitud institucional que tenga un respaldo político, tanto del gobierno como de la oposición. Si bien no se quiere centrar todo el esfuerzo en este punto, será uno de los aspectos que llamará la atención» este año.



También el aspecto profesional y el proceso de modernización marcarán su último año. "La reforma educacional, asociada a cosas simples como que aumente el número de oficiales que hable inglés, que haya una preparación más acorde a los desafíos del siglo XXI, una redefinición del despliegue del Ejército a nivel nacional, que sea más eficiente y a un menor costo y un nivel tecnológico de preparación de los últimos sistemas de armas acorde con lo que exige el mundo moderno» serán aspectos de los que se preocupará el alto uniformado.



A su juicio, Cheyre "será recordado como uno de los comandantes en jefe emblemáticos en cuanto a la modernización. Él tiene post grados, doctorados y una capacidad intelectual que no está en duda y será uno de los primeros comandantes en jefe que tiene esa visión. Será una figura emblemática post Pinochet, considerando que el general (r) Ricardo Izurieta fue el comandante en jefe de la transición".

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