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Antártica: Pruebas apuntan a que procesados serían responsables de homicidio

Varios son los testimonios y antecedentes acumulados en el proceso instruido por el fiscal Marcos Ibacache que indican que habría existido dolo por parte de los tenientes coroneles Mauricio Toro y Armando Ibáñez, para atentar contra la vida de una de las tres víctimas. Entre ellos, se encuentra el eventual abuso en el consumo del alcohol por parte de los dos encausados por cuasi delito de homicidio.


Totalmente inesperada para los querellantes en el caso resultó la decisión adoptada por la Corte Marcial de otorgar la libertad bajo fianza al otrora segundo comandante de la Base Antártica, teniente coronel Mauricio Toro Pardo, uno de los dos procesados en la investigación sobre las responsabilidades penales que les cabrían a los dos oficiales de más alto rango de dicha unidad en la muerte del capitán Enrique Encina y los suboficiales Jorge Basualto y Jorge Burboa.

Esto porque, en el peor de los escenarios, los representantes de los familiares de las tres víctimas apostaron a que sería el comandante Armando Ibáñez el que recibiría el beneficio, pues a su juicio es el que aparecería con menor grado de responsabilidad en los hechos.

Sin embargo, a este uniformado el tribunal de alzada castrense le revocó el beneficio otorgado en primera instancia por el fiscal militar Marcos Ibacache, por considerarlo «un peligro para la sociedad». Según trascendió, la magistratura habría estimado que aún existen aspectos por dilucidar sobre la falsificación de una orden de exploración, fechada el 12 de septiembre de 2005, con la que se intentó justificar la expedición en la que se desencadenó la tragedia.

Los antecedentes acumulados hasta ahora en el expediente sustanciado por el fiscal militar Marcos Ibacache dan cuenta de que una situación bastante atípica era la que reinaba en la base militar del continente blanco, ya que entre el personal destinado a dicha repartición era una opinión generalizada el que las decisiones eran adoptadas por Mauricio Toro y no por Ibáñez, que era el primer comandante.

Pérdida de ascendencia

Según esos testimonios, el clima laboral que imperó durante el tiempo que ambos uniformados estuvieron a cargo de la unidad fue bastante hostil, atribuyendo este hecho al eventual alcoholismo de ambos superiores, quienes se habrían encargado de segregar al capitán Encina, dado que este era abstemio y se negaba a compartir noches de juerga con ellos.

De hecho, el abogado que representa a la familia del fallecido oficial, Eduardo Villarroel, explicó que dentro de las diligencias que ha solicitado ante la justicia castrense se incluyó la realización de exámenes siquiátricos a ambos procesados, con el objeto de corroborar esas presunciones, lo que hasta ahora ha sido desestimado por el fiscal Ibacache.

Irregularidades internas

En un informe reservado, fechado el 11 de octubre de 2005, el jefe del Departamento Antártico del Ejército, coronel Miguel Santibañez, da cuenta de varios hechos irregulares que sucedían al interior de la Base.

«La dotación manifiesta que el comandante (Ibáñez) fue perdiendo su ascendiente de mando frente al 2° comandante (Toro), quien por su actitud extrovertida después de un tiempo impuso su carácter y al final era quien disponía lo que se ejecutaba y la forma de hacerlo. El comandante fue, paulatinamente, autorrelegándose a un papel secundario», consigna el documento al que tuvo acceso El Mostrador.cl.

«Cada vez que mi teniente coronel Ibáñez daba alguna orden general de régimen o lo que sea, una vez que este oficial se retiraba, mi teniente coronel Toro dejaba sin efecto esa orden o la cambiaba, manifestando que se hacía lo que él ordenaba, eso nos causaba mucha extrañeza, ya que en el Ejército no suceden las cosas así», declaró ante la justicia castrense el suboficial Juan Paz Farías, uno de los integrantes de la Base Antártica.

«En el régimen interno, fines de febrero y principios de marzo de 2005, la dotación relató que hubo dos ocasiones en que los oficiales más antiguos (Ibáñez y Toro) se excedieron en el consumo de bebidas alcohólicas (en tiempo de libre disposición y fin de semana) tratando que el resto del personal participara, pero en la dotación el personal prácticamente no bebe ni fuma, con lo que se generó una situación inconfortable, en especial entre ellos y el capitán Encina, que era abstemio. Finalmente, la segunda ocasión que ocurrió una situación así, en que el comandante de Base y el 2° comandante, estando bajo la influencia del alcohol, retaron airados a la dotación por no acompañarlos socialmente hasta que estos se fueran. El personal en forma individual le hizo ver al cdte. de Base que no compartían esos hábitos; que no era agradable beber hasta tarde y por obligación; que lo apoyaban, pero que no era bueno obligarlos a permanecer observando a otros beber», agrega el informe de Santibáñez.

«En ese período, el sargento segundo Juan Carlos Ramírez relató que el teniente coronel Toro le dispuso salir en un bote a motor para navegar por la rada (bahía). El suboficial alcalde de mar de la Armada le solicitó que no lo hiciera por haber más de 20 nudos de viento, siendo peligroso. El oficial hizo caso omiso, ordenó que lo acercaran a un témpano para escalarlo y al intentarlo cayó al agua. Por no tener traje antiexposición y por el peso de su vestuario podría haberse ahogado, salvándolo con dificultad los dos clases que lo acompañaban», sostiene el documento.

Según los testimonios de varios de los integrantes de la Base, en esa ocasión Mauricio Toro se habría encontrado bajo los efectos del alcohol, pero ello fue tajantemente descartado por el oficial en una declaración emitida ante el fiscal Ibacache el 5 de diciembre de 2005.

Respecto al clima interno, el cabo primero Manuel Reyes Rivera afirmó ante el tribunal que «la relación entre los oficiales jefes y mi capitán Encina no era buena, les molestaba que no compartiera en actividades sociales y que no bebiera. Una vez escuché a mi teniente coronel Toro comentarle a mi teniente coronel Ibañez la mala calidad del capitán Encina, por no compartir. Asimismo, en una ocasión mi capitán Encina manifestó que el Ejército ha estado muy escaso de oficiales para haber dispuesto que esos dos comandantes hayan ido a la Antártica».

Hechos sospechosos

La posición que tenían los militares al momento del accidente. Haga click para agrandar la imagen

Para los querellantes del caso, hay varias interrogantes que apuntarían a que la operación para rescatar el trineo que se había perdido 22 días antes intencionalmente habría tenido por objeto arriesgar la vida de los integrantes de dicha expedición.

El primer argumento para ello es la distribución irregular de los funcionarios en el carro Snow-Cat, cuya disposición reglamentaria señala que es el segundo comandante de Base (Toro) quien debió ir al lado del suboficial conductor. Sin embargo, este oficial ocupó el puesto del capitán Encina en la moto nieve, la que no iba adelante del vehículo más pesado, como debería ocurrir en terrenos en que puedan existir grietas tapadas de nieve.

La posición que deberían haber tenido los militares. Haga click para agrandar la imagen

El segundo aspecto que inquieta a los familiares de las víctimas es por qué nunca se solicitó información climatológica a la 4° Brigada Aérea de la FACH, con el objeto de asegurar que habría buen tiempo y no arriesgar innecesariamente a la tripulación. Este hecho está comprobado mediante un oficio firmado por el general de esa rama castrense Federico Klock.

Asimismo, existe un peritaje firmado por el perito especialista en Montaña del Ejército, capitán Glezis Ramírez, que asegura que el informe metereológico emanado desde la Base Frei para el día 28 de septiembre (día del accidente) «advertía que la velocidad del viento era de aproximadamente 15 nudos y temperatura de menos 9°», factores que incidirían que en caso de accidente las personas pueden verse más fácilmente expuestas a sufrir cuadros de hipotermia.

Por lo demás, varios son los testimonios de suboficiales que señalan que los dos comandantes hicieron caso omiso de las recomendaciones del capitán Encina para no realizar el escate de los materiales y el trineo perdido, pues consideraba que era riesgoso ya que no había una ruta demarcada previamente y por las condiciones climáticas inestables.

La ruta demarcada y la zona en que se produjo el accidente. Haga click para agrandar la imagen

Al respecto, el sargento primero Abel Sandoval, quien cumplía funciones de cocinero en la Base, declaró que el día de la operación no autorizada «el primero que pasó por la cocina para buscar su colación fue el suboficial Burboa (Q.E.P.D.), quien pidió llevar café. Le dije algo relacionado con llevar pan, pero recuerdo que me dijo lo siguiente: ‘hijo para qué, si me llegó la hora. Si no vuelvo dile a mi señora que tomé dos seguros de vida’; y se fue. Después pasó por la cocina mi capitán Encina (Q.E.P.D.), y nos dijo: ‘este huevón (sic) nos quiere llevar a la muerte’; se refería a mi teniente coronel Toro y lo dijo por las condiciones climáticas de ese día».

Otro hecho que pesaría en modificar los procesamientos de Ibáñez y Toro de cuasi delito a homicidio simple, sería el que como el rescate del trino no fue operación reglamentada «cuando ocurre el accidente la dotación que permaneció en la base no estaba organizada como patrulla de rescate, en condiciones de actuar rápido y eficientemente», se consigna en el sumario. Este antecedente podría pesar a la hora de establecer por qué los tres heridos no pudieron ser rescatados a tiempo, por lo cual fallecieron de hipotermia.

Para los querellantes, estos hechos demostrarían que hubo una mala intención manifiesta en haber ordenado esa expedición el día 28 de septiembre, por lo cual correspondería procesar a los dos comandantes por homicidio simple o, incluso, calificado.

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