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Movimiento rápido del ojo: una crítica a través del cuerpo

Desarrollando el lenguaje del teatro físico, los actores Cristián Arriagada y Rodrigo López interpretan una obra que plantea una reflexión en torno a la vida contemporánea a través de la expresión corporal.


Después de un mes de vacaciones, la cartelera teatral santiaguina vuelve a nutrirse de nuevos montajes. Dentro de la diversidad de ofertas, una propuesta innovadora es la que plantea la obra Movimiento rápido del ojo, del Colectivo de Arte Latente, integrado por el actor de la teleserie "17" Cristián Arriagada y su compañero Rodrigo López, quien asume la dirección del montaje.



El título de Movimiento rápido del ojo alude a un fenómeno que se produce en la última de las cuatro etapas del sueño, en la que el cuerpo alcanza un estado de somnolencia profunda. Es en ese momento cuando se produce el denominado "movimiento rápido del ojo", donde ocurren la mayoría de los sueños. Este estado es el que da nombre a esta obra, que pretende ser una radiografía de la vida contemporánea.



Bajo la etiqueta de teatro físico multimedial, la puesta en escena desarrolla el lenguaje corporal con el fin de construir un montaje donde el movimiento de los cuerpos y la interacción con el espacio y los objetos son la esencia. Sin palabras y sirviéndose de la destreza física de los actores y su capacidad de reflejar emociones, la obra va presentando distintas escenas de un día cualquiera en la vida de dos jóvenes que comparten un pequeño departamento, adornado únicamente por la presencia de un sofá y un televisor.



En medio de este escenario minimalista se desarrolla creación colectiva, fruto de un trabajo de investigación que se extendió por poco más de un año. El punto de partida fue la obra de Samuel Beckett "La última cinta de Krapp", de donde extraerían la temática existencialista como eje fundamental de su propuesta. De esta manera, estos jóvenes actores profundizaron en esa temática, identificando como referente además la obra del pintor norteamericano Edward Hopper.



Así, cada movimiento y la interacción entre los personajes, los objetos y los estímulos que los rodean sugieren, de manera sutil, una reflexión en torno al conformismo y la inercia de la vida moderna, que transcurre sin mayores conflictos al interior de espacios cada vez más reducidos, y por ende, limitados. La puesta en escena encierra una autocrítica al vacío que nos rodea, apuntando al cómo vivimos y cómo nos relacionamos con los otros.



Con una planta de movimientos que intenta recorrer cada rincón del pequeño y despojado departamento, los jóvenes actores se desplazan con agilidad y dinamismo por la escenografía. Por su parte, la iluminación y el ruido constante de la televisión sugieren rasgos esenciales de nuestra sociedad, mediatizada y cada vez más exenta de contenido. Todos estos elementos se complementan para contar esta historia contada desde la "no historia", donde el espectador puede realizar múltiples interpretaciones, con el fin de descubrir cuál es el mensaje que la puesta en escena intenta reflejar. Así, el espectador puede quedarse en la simple apreciación de los movimientos, o bien puede tratar de leer más allá.



En definitiva, Movimiento rápido del ojo apunta a un público que, en busca de una propuesta visual y corporal atractiva, esté dispuesto a descubrir la reflexión que esta obra plantea. Un público que se entrege a la provocación de no recibir el contenido de manera literal y directa, sino más bien a través del lenguaje corporal. Una invitación a dejarse sorprender y deleitarse con cuerpos que hablan y van develando una crítica a la vida moderna.

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