El ex miembro del comando presidencial de Joaquín Lavín y actual jefe político de la campaña de Sebastián Piñera, está convencido de que las mutuas recriminaciones entre ambos terminarán beneficiando a Michelle Bachelet.
Alberto Espina (49 años) es abogado y pertenece al estudio jurídico Espina, Zepeda, Acosta, y Cía, aunque no ejerce como abogado. Se dedica exclusivamente (recalca esta última palabra) a la actividad política como senador por la Novena Región y como jefe político de la campaña de Sebastián Piñera.
Anda como loco por la vida, sin tiempo para nada que no sean las múltiples tareas que le exige su cargo de presidente de la comisión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado, su participación en la comisión de Salud y sus funciones en el comando de Piñera, entre otras cosas. Se queja que su computador no para de recibir e-mails y que tiene que destinar más tiempo del que quisiera en leerlos.
Una de las últimas misiones que le encomendaron fue la de reunirse con Carmen Ibáñez para comunicarle que Roberto Fantuzzi estaba disponible para asumir como senador por Santiago Poniente y recomendarle moverse a otra zona donde se pudieran aprovechar mejor sus potencialidades. Una tarea difícil, teniendo en cuenta que la diputada llevaba dos intensos meses en campaña, en lo cuales no había logrado subir de 8 puntos de adhesión.
Además, pese a todo lo que defendió la candidatura única de Joaquín Lavín, mientras formó parte del comando estratégico del ex edil de Santiago y Las Condes, ahora dice estar convencido que llevar dos postulantes de la Alianza a las elecciones es mucho mejor que enfrentar a Michelle Bachelet con uno solo.
Campaña inteligente
-En la UDI el principal argumento esgrimido para defender unas primarias es el escaso aporte en votos de la candidatura de Piñera ¿Qué le parece?
– La suma de votos de Sebastián Piñera a la Alianza trajo como consecuencia que Michelle Bachelet bajara desde el 58 por ciento de adhesión a un 45. Antes que Sebastián Piñera fuera candidato, el promedio de las encuestas decía que Bachelet tenía cerca del 58 por ciento y que Lavín tenía cerca del 25 por ciento. Eso significa que habían, aproximadamente, 38 puntos de diferencia. Desde que Sebastián Piñera se incorporó esa diferencia bajó a cerca de 10 puntos. Con esto, la amplitud de la Alianza quedó clara.
Hoy ambos candidatos están, a lo menos técnicamente empatados, aún cuando según nuestras encuestas Sebastián va cuatro a cinco puntos arriba. Y nosotros el tema de las encuestas no lo manipulamos, no nos interesa. Manipular una encuesta es como copiar en los ensayos de la PSU, si al final la gente lo va a saber.
Llegar con dos candidatos presidenciales a mi me parece bueno. Yo lo que no logro entender es que a la gente le parezca negativa una primera vuelta, si es lo más democrático. Esto de que la primera vuelta sea como un pecado mortal es absurdo. Si dos candidatos de una coalición se enfrentan en primera vuelta y hacen una campaña inteligente en donde cada uno potencia sus virtudes y se gastan el tiempo en eso y no destacar las debilidades del compañero de alianza, pueden tener un muy buen resultado.
-¿Si ya está descartado, entonces para que seguir hablando de primarias?
– Seguir insistiendo con una primaria extemporánea, a mi juicio, con el objetivo de crear la sensación de que hay un candidato que quiere la unidad y el otro quiere la división. Entonces, nuevamente se prefiere sacar una ventaja pequeña en la lucha electoral que tener una visión de unidad y entender que cada uno tiene su candidato, cada uno lleva su plantilla parlamentaria, se producen ajustes en esa plantilla para hacer una negociación inteligente y eso da una sensación de orden y unidad. Si competir no significa desatar la guerra.
Si hay voluntad política se debe actuar en todas las instancias bajo la idea de una Alianza Popular, una coalición política que para resolver sus conflictos cree una institucionalidad que permita resolverlos.
"La Alianza hace muchos años que no existe"
-¿Qué tan unida está la Alianza?
-Bueno, está en un período electoral donde la unidad se debilita porque cada partido intenta obtener el mejor resultado y trata de mantener una diferenciación con su adversario, es decir, con su partido aliado. Pero yo quiero decir que la Alianza hace muchos años que no existe. Es una alianza meramente electoral, no es una alianza política.
Aquí ha habido, a mi juicio, dos períodos históricos. Entre el año ’90 y ’95 Renovación Nacional era un partido muy fuerte y la verdad es que nosotros no tuvimos la visión para haber generado con la UDI una complicidad de crecimiento compartido. Después esto se revirtió y la UDI pasó a ser un partido muy fuerte, y no creó tampoco esa complicidad, tratando de imponer una supremacía sobre RN.
Lo que ha demostrado esta elección presidencial es que las posibilidades de que RN o la UDI lleguen al gobierno separados son bajísimas, por no decir ninguna. De manera que el sentido común dice que hay que tener un ideario compartido, aceptar la diversidad de criterios y de opiniones distintas.
-El senador Carlos Cantero dijo que muchas personas en RN se sienten más cercanas a la DC que a la UDI. Si es así, entonces ¿cuál es el sentido de mantenerse unidos?
– Porque si tu ves como se vota en el Parlamento, en lo sustancial, hay muchas coincidencias. Lo que a mi me parece muy mal es que en vez de potenciar las fortalezas que cada sector tiene, más bien cada uno está preocupado de meter el dedo en la llaga en las debilidades.
Esta coalición política, que debió haber sido la Alianza Popular en un momento determinado, debe tener una institucionalidad que le permita resolver sus conflictos, que nunca se creó.
-¿Qué pasará con la Alianza después de las elecciones de diciembre?
-Yo creo que en diciembre hay que tomar una decisión política de fondo, de cara al país y con transparencia. ¿Renovación y la UDI quieren ser una alianza política o no? Si lo quieren ser entonces actuemos como alianza política. Alguien podrá decir que esta alianza debe terminar y que se debe buscar una coalición política distinta. Bueno, que se debata.
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