En su nuevo libro »Joaquín Lavín sonriendo por la vida», el periodista Ignacio González Camus da cuenta de la trayectoria pública del abanderado presidencial de la UDI y describe algunos de sus principales rasgos: su eterna sonrisa, su simplicidad, su lado práctico y, sobre todo, su capacidad mediática, principal responsable de su éxito y su posterior desgaste.
Ignacio González Camus asegura que es sólo una casualidad que su libro "Joaquín Lavín, sonriendo por la vida", que hace una semana salió al mercado, haya sido publicado este año, en pleno período de elecciones presidenciales. Afirma que inició este trabajo hace dos años, principalmente porque le llamaron la atención las características del abanderado UDI, en ese entonces alcalde de Santiago y el único representante de la Alianza.
"Lavín era un personaje, un paradigma de los políticos mediáticos, quienes fundan su carrera en los medios de comunicación", explica este periodista de la Universidad de Chile y dueño de un extenso currículum con cargos como el de subjefe de prensa de TVN, gerente de prensa de Canal 11 y director del diario La Nación.
Según cuenta González Camus, hubo muchos políticos que intentaron copiar el modelo instaurado por Lavín -como el alcalde de La Florida y también militante de la UDI, Pablo Zalaquett-, pero ninguno lo logró con la maestría del original.
Dada su completa apertura y disponibilidad para hablar con la prensa "Lavín era una persona que prácticamente no tenía secretos". Su vida personal, sus opiniones y sus valores los transmitió una y mil veces en entrevistas a la televisión, a la radio y a diarios.
Y no es casual, añade González. La atracción del ex edil por los medios se remonta a los tiempos de su niñez, cuando admiraba profundamente al periodista deportivo Julio Martínez y, cuando tuvo que elegir una carrera para entrar a la universidad, su primer impulso fue inscribirse en periodismo, pese a que finalmente optó por ingeniería comercial.
Sin embargo, su opción por ventilar su vida privada y el desgaste que ello le acarrearía terminó siendo el motivo de la espectacular caída de su adhesión popular. A esto también contribuyó el hecho de que "Lavín es reiterativo en sus frases, en sus conceptos y en sus ideas. Y si analizas porqué se ha desgastado ahora, es porque ha sido el mismo, desde que apareció hasta ahora. Se ha repetido", explica el periodista, actual editor general de Asuntos Públicos.
Las contradicciones de Lavín
Llama la atención, al leer el texto, las innumerables contradicciones en las que ha incurrido Lavín a lo largo de su carrera política. Al hacerle ver esto, el comunicador social precisa que todos los políticos caen en lo mismo. Afirma convencido, que el ex edil ha ido evolucionando, aunque reconoce que lo hace por motivos electorales.
Una de sus mayores contradicciones se registró hace 16 años, cuando postuló a diputado por Las Condes por primera vez era uno de los principales defensores de la competencia inteligente, ya que quería ser el candidato único del bloque opositor en Las Condes, aunque posteriormente se enfrentó con la entonces RN Evelyn Matthei y fue derrotado. Hoy, 16 años después, le parece mucho más beneficiosa la competencia total en materia parlamentaria.
Lo anterior pasa a ser un dato de la causa si uno se pone a analizar las contradicciones en materia de derechos humanos o la más reciente, cuando dijo sentir una desafección profunda por la figura del general (R) Augusto Pinochet, cuando antes había sido uno de los más fervientes admiradores del ex gobernante de facto.
"Yo he sido partidario de este Gobierno y del presidente Pinochet durante dieciséis añosÂ… No comparto la actitud de los que habiendo sido partidarios del presidente Pinochet pretenden ahora distanciarse de él", señaló Lavín a El Mercurio en 1989, en una entrevista que recuerda González en su libro.
"Efectivamente Lavín se ha contradicho mucho, pero a la vez, si analizas sus convicciones te das cuenta que tampoco tiene una convicción demasiado profunda", señala González, quien luego de leerse una voluminosa cantidad de recortes de prensa sobre el candidato de los últimos 20 años, pudo armar una imagen bastante completa del ex edil de Santiago y Las Condes.
"Creo que Lavín es una persona inteligente, con buenos resultados escolares y universitarios, pero tiene poca médula. No tiene convicciones medulares, salvo la religiosa, porque ni siquiera la de libre mercado la tiene tan clara", indica el escritor.
La campaña del terror
El miércoles recién pasado el diputado Pablo Longueira organizó una gran comida en Casa Piedra para recaudar fondos para su postulación a senador por Santiago Oriente. En su discurso se pudo apreciar un lenguaje y una estrategia muy parecida a la que usó la derecha en la campaña presidencial de 1989.
Se apeló al miedo y se advirtió de los riesgos que acarrearía la izquierdización de la Concertación, tal como lo han hecho ahora varios parlamentarios de la UDI, preocupados por la predominancia de los "Navarros" o "Girardis" en el Senado. Otra coincidencia es el discurso en torno a la supuesta pérdida de los valores que conlleva el triunfo de la centroizquierda.
"Hay personas que ya se creen dueñas de este país y que están diciendo que después del 11 de marzo próximo van a pasar una ley de aborto, van a subir los impuestos, van a derogar la Ley de Amnistía y tantas otras cosasÂ…" decía a fines de la década del ’80 Lavín, advirtiendo sobre las consecuencias para el país si es que salía electo Patricio Aylwin.
En la misma línea, Longueira señala hoy: «Yo creo que el matrimonio homosexual y el aborto son temas que la agenda socialista ha ido imponiendo en el mundo. Eso, sumado a la falta de liderazgo de Michelle Bachelet y al dominio de la izquierda en el Parlamento, va a generar un país distinto, donde se destruye el alma de Chile, se destruye la familia…»
Otros rasgos distintivos
Una de las características más propias del "Joaco", que resalta Ignacio González, es su capacidad de aplicar rápidamente lo aprendido en sus viajes y en sus libros, es decir, su lado práctico. "En 1993, ya fue notorio que a Lavín le atraía de un modo extraordinario la figuración pública. Para lograrla procedía muy rápidamente. Lanzaba propuestas sin someterse a las tramitaciones exigidas por los reglamentosÂ…Dichas por él, las ideas parecían muy fáciles de materializar. Las dibujaba en el aire", escribe González.
Un ejemplo de ello fue cuando se le ocurrió disminuir la contaminación en agosto de 1996, pagando para que varios aviones cisterna rociaran agua en la comuna de Las Condes. Aunque el entonces alcalde no tomó en cuenta que el calor evaporaría las gotas, y que la operación resultaría un total desastre.
"En Santiago, los concejales de la Concertación detectaron que no tenía una visión de conjunto. A él se le ocurrían ideas puntuales para la administración de la comuna, pero ellas no iban ligadas a una concepción global", asevera el autor.
Agrega que durante su largo período como alcalde, tanto de Las Condes como de Santiago, se caracterizó por destinar una parte importante del presupuesto en la promoción de sus logros, aplicando los conceptos de marketing aprendidos en las aulas de ingeniería comercial de la Universidad Católica.
Otro de sus rasgos más típicos y más analizado es su sonrisa, amplia y acogedora, aunque no siempre bien evaluada. El periodista recoge al escritor Carlos Franz, quien la describió como "Â…imborrable, impajaritable e indelebleÂ…Una mueca feliz y automática, de esas que se activan al menor contacto visual con un extraño".
Además, el autor destaca que "el eterno candidato" se caracteriza por la ausencia del miedo al ridículo. Y es cierto, con la misma soltura con que sonríe, Joaquín se disfraza de aymara, saluda de beso a travestis y visita un café con piernas.
"Hay algo interesante que decía (Eugenio) Tironi y es que el hecho de que Lavín perteneciera al Opus Dei era un plus, porque la gente de derecha veía que este supernumerario tenía actitudes de absoluta apertura con respecto a los valores. Y en vez de criticarlo, lo tomaban como una astucia. El hecho de pertenecer al Opus Dei era como la patente que le permitía esto", señala González.
Sin embargo, asevera el escritor, la fórmula Lavín se desgastó. Luego de siete años como candidato presidencial, sonriendo de la misma manera y repitiendo las mismas ideas, la gente optó por la novedad y la cercanía ahora asociadas a la figura de Michelle Bachelet.
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