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Vicecónsul argentino realizó tareas de espionaje en la región austral

Los dos agentes de la inteligencia chilena que ingresaron al consulado trasandino en Punta Arenas en noviembre de 2003 sostuvieron ante la justicia que dentro de la documentación hallada en el escritorio del diplomático había completos perfiles sicológicos de autoridades civiles y militares de la zona, así como registros de movimientos de tropas chilenas y argentinas en la frontera.


Los dos funcionarios de inteligencia de Región Militar Austral que ingresaron al consulado argentino en Punta Arenas el 9 de noviembre de 2003 afirmaron ante la justicia castrense que en dicha operación confirmaron el hecho de que el vicecónsul de dicha legación diplomática, José Andrés Basbus, realizó actividades de espionaje en dicha zona del país.



Se trata del suboficial de Ejército Luis Alberto Robles Ricus y el cabo primero de la Fuerza Aérea (FACH) Jaime Alejandro Espinoza Catalán, quienes fueron condenados por el fiscal militar, mayor (j) Marcos Ibachache Cortés, el pasado 22 de abril, junto al mayor Rodrigo Acuña Délano y al teniente coronel Víctor Poza Reyes, a 61 días de presidio remitido por incumplimiento de deberes militares.



Todos estos uniformados fueron dados de baja luego del bochornoso incidente en que fueron descubiertos por los funcionarios de dicha representación de la vecina nación



La mencionada sentencia fue confirmada por la Corte Marcial a mediados de septiembre de este año, la cual estimó que estos uniformados actuaron con falta de capacidad y conocimiento e incumplieron la normativa legal, reglamentaria y de órdenes superiores, no adoptaron las medidas aconsejadas para el caso y no reflexionaron debidamente antes de dar una orden.



En todo caso, las defensas de los ex uniformados presentaron recursos de casación en la forma para tratar de anular esta sentencia.



Las actividades de Basbus



En todo caso, lo más llamativo de las declaraciones de todos los uniformados que prestaron testimonio en el proceso es que todas ellas apuntan a calificar al vicecónsul de dicha legación, José Andrés Basbus, como un claro sospechoso de realizar actividades de espionaje en la región austral de nuestro país.



Según el relato de uno de los condenados sobre las circunstancias de esta operación, Luis Robles Ricus, éstas se dieron de la siguiente forma: "Un informante nos abrió el timbre eléctrico de la puerta de entrada, mientras que todas las puertas interiores se encontraban juntas. Al interior del edificio nos dirigimos a la oficina de la secretaria donde sacamos archivadores de los estantes de madera sin llave, que estaban abiertos y comenzamos a sacar fotocopias de los documentos que encontramos y que nos servían según la misión, me refiero a ejercicios de militares argentinos en la zona de las ciudades colindantes a nuestro país, movimiento de misileras, etc".



"Asimismo, (dichos archivadores) tenían perfiles psicológicos de todas las autoridades de Punta Arenas, tanto civiles como militares, también había una calificación del cónsul hacia su vicecónsul donde lo destacaba por su capacidad como analista, en lo político, económico, salud, etc.", añadió.



Por su parte, el cabo primero de la FACH Espinoza Catalán, declaró que "fotocopiamos la información de inteligencia que encontramos, de archivadores que fuimos descubriendo al azar, mi mayor Acuña -a cargo de la operación- le entregó una llave a mi suboficial Robles. La otra puerta se encontraba junta, si hubiese estado cerrada teníamos la orden de devolvernos".



"Revisaba los archivadores y fotocopiaba los documentos dejándolos todos en orden(…) la caja de fondos ya estaba abierta, no necesitamos llaves, los escritorios los abrimos los dos, como no había nada con llave, no tuvimos que forzar nada. Se estacionó un jeep y una persona subió, salimos a escondernos por la parte de atrás, el suboficial Robles se fue por la pandereta, yo me devolví pues mi casaca estaba en el lugar con mi documentación y me metí a buscarla, el vicecónsul me agarra la casaca y yo me solté, no hubo forcejeo.



«Sacamos como 25 montoncitos de fotocopias de cinco a diez hojas cada uno, pero no las alcanzamos a llevar cuando huimos. Debo agregar a usted que nos llamó la atención que hubiera en el consulado mucha información respecto a todas las autoridades de la zona, es decir, el intendente, el alcalde, autoridades de justicia, militares, comandantes de la zona, por lo que da para pensar que hay una labor de inteligencia por parte de ellos, es decir, del consulado argentino", concluyó su testimonio.



El jefe de la operación



Respecto a cómo y cuando se planificó esta operación de contraespionaje, el Comandante del Destacamento Especial de Inteligencia Conjunto N° 2, que depende de la Región Militar Austral, mayor Rodrigo Acuña Délano, relató que "dicha actividad se materializó conforme a las actividades propias de inteligencia que realiza el control permanente de las acciones del personal consular de Argentina y especialmente dirigido al vicecónsul, ya que se sospechaba que materializará labores de inteligencia a favor de Argentina (sic)".



"Producto de la misma se produjo la ocasión de ingresar al viceconsulado con el fin de verificar la existencia de algún documento que lo comprometiera por esta situación. A las 9.30 del día 9 de noviembre me confirmaron que el ingreso se había materializado pero que había algunos problemas. Le dí cuenta al comandante de la Región Militar Austral, general Waldo Zauritz Sepúlveda. A esa hora, llegó de improviso el vicecónsul, por lo cual tuvieron que evacuar el lugar, dejando dos chaquetas, una máquina filmadora, lentes de sol y un maletín vacío, también se quedó la cédula de identidad del nuevo modelo de Luis Robles Ricus".



"La misión era revisar el escritorio del vicecónsul donde se le incriminara en alguna actividad, pero como estaba la llave de la caja fuerte en el lugar, se registró también esta última", explicó.



"Esta tarea de ingreso al consulado argentino en la ciudad de Punta Arenas yo se la propuse a mi comandante Poza, sólo el viernes anterior al ingreso (7-11-2003), para hacer una especie de control de las actividades de este hombre. En este caso fue al vicecónsul, uno de los seguimientos era saber con qué personas se juntaba, eso es lo que queríamos comprobar con el ingreso al Consulado, además, encontrar información que lo inculpara como agente de inteligencia encubierto".



"En efecto, se tuvo la noticia que el vicecónsul no se encontraría en la ciudad de Punta Arenas y para ello se destinó a gente de la misma unidad para que verificara el domicilio del vicecónsul en dos oportunidades el día 8 de noviembre, con el propósito de verificar si era efectivo que se encontraba o no en esta ciudad. El resultado fue que el sujeto cuestionado no se encontraba, lo que yo comunico a mi comandante Poza. En vista de eso, mi comandante Poza con los antecedentes que yo le entregué y con el chequeo pertinente ordena el ingreso al consulado argentino (…). Es así que se adopta la decisión de que el día domingo nueve de noviembre de 2003, a las 07.00 hrs. se procede al ingreso al consulado, conforme a la orden impartida, ese día sábado yo reúno a mi gente para planificar detalles de la operación en la mañana siguiente".



"La idea era verificar si existían datos o información que maneja el consulado argentino y que pudiese dañar los intereses de nuestro país. Por lo mismo, las dos personas que ingresan van premunidos de un maletín de color negro y una filmadora", sostuvo el ex uniformado.



Exceso de confianza



Según reconocieron los dos ejecutores materiales de esta operación, la idea de sacarse las casacas fue para trabajar más tranquilos y debido a que el informante al interior de la sede diplomática, cuya chapa es "Lucio", ya había sido probado en cuanto a su confiabilidad, no habían mayores resquemores para trabajar con calma.



Al respecto, el comandante de la Unidad de Inteligencia, teniente coronel de Ejército Víctor Hugo Poza Reyes, declaró "estábamos trabajando al vicecónsul Andrés Basbus con el fin de poder detectar a una red argentina en la ciudad. Se dio la posibilidad de ingreso al Consulado argentino ya que conforme al trabajo realizado por nuestra unidad un informante pagado por la unidad y que trabaja al interior del consulado permitía el ingreso de nuestros agentes el día 9 de noviembre de 2003 al interior del edificio del Consulado, abriéndonos él las puertas como se había realizado en ocasiones anteriores".



"El mayor Acuña, comandante de la Compañía de Operaciones Especiales planificó la acción. En ocasiones anteriores se había ingresado al Consulado de la misma forma que esta vez. Esta actividad se enmarca en las actividades de las operaciones especiales de contrainteligencia que se llama contraespionaje, ya que teníamos nuestras sospechas que el consulado argentino en Punta Arenas justificaba un cónsul, pero no así un vicecónsul, por eso las sospechas iban dirigidas a un tal Basbus".



"Yo di la orden de ingresar y de esta actividad específica el comandante de la Región Militar Austral no estaba en conocimiento. En esta ocasión, a mí parecer, se actuó con exceso de confianza, lo que puede haber llevado a no considerar algunos detalles de planificación de la acción por parte de quien la ejecutó", concluyó.



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