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La inmigración es uno de los temas mas importantes para la UE en el siglo 21

La oleada de los refugiados de África hacia Europa Occidental no quiere acabar. Y con los casos de Ceuta y Melilla, enclaves españoles en el territorio de Marruecos, el problema es muy actual no sólo para España, el país vecino de esta nación norafricana, sino para todo la Unión Europea. Que en mayor o menor medida se ve afectada por esto y debe buscar soluciones.


En esos días dominados por la lucha contra el terrorismo casi desaparece un tema muy especial de nuestra vista. 18 millones de africanos están huyendo de sus países, hacia al sur de África o al norte, hacia Europa. Las razones no sólo son las guerras, las dictaduras o la tortura sino, la mayoría de las veces, el hambre y la esperanza de una vida mejor. Claro que el tema salta a los titulares sólo cuando algunos fugitivos quieren llegar a Ceuta o Mellila, enclaves españoles en Marruecos, y la policía española o marroquí de frontera debe tirar a matar.



España como portal del mundo mejor



Estas dos ciudades, antes utilizadas como puntos de protección y abastecimiento para el peñón de Gibraltar, aparecen para mucha gente africana como las puertas de Europa. Unos 1300 africanos esperaban en Melilla una solución a su problema, pero el campo de acogida estaba preparado sólo para recibir a 400 personas. España empezó entonces a expulsarlos hacia Marruecos. Pero diferentes organizaciones protestaron por la penosa situación de los refugiados, pues existen denuncias de atropellos y de terror contra ellos en ambos países.



Aunque el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero dio a unos 700.000 inmigrantes ilegales la nacionalidad española en la última primavera (europea), no solucionó el problema de fondo. Sobre todo hombres jóvenes de Malí, Camerún u otros países subsaharianos intentan llegar a Marruecos y desde allí a España. Pagan una suma inmensa para que traficantes de ilegales los hagan pasar, a través de las llamadas «pateras» (naves de precaria estabilidad) al continente. Muchos mueren en el camino y otros tienen que volver a su casa sin nada más que vergüenza y humillación, y apenas unos pocos tienen la suerte de llegar a la «tierra prometida».



Esta inmigración del Norte de África está limitada al sur de Europa (básicamente España, Portugal e Italia) por razones de geografía y también de cultura. Además por la existencia de comunidades islámicas y un catolicismo acusado, religión que también profesan algunos de ellos. Los países que están más al norte como Alemania no sufren tanta presión de migración africana. Los migrantes, en este caso, vienen de oriente y no del sur.



Alemania y el este de Europa



Los turcos son la mayoría en Alemania y ya existen regiones o barrios que tienen más habitantes extranjeros que alemanes. La integración de los turcos parece muy difícil porque tienden a vivir en un mundo propio y cerrado, con pocas relaciones, sino ninguna, con el exterior. Incluso en la tercera generación de residentes en Alemania todavía hay muchos que no saben hablar alemán, porque muchas veces traen las mujeres de Turquía para que se casen con lo hombres que ya viven en Alemania. Pero también hay en este país muchos inmigrantes del este de Europa, como Polonia y Rusia.



Los alemanes ya tenían mucho miedo de una oleada de inmigrantes de este del Europa hacia su país, después de la reunificación y de la ampliación de la UE, pero estos no llegaron y nunca llegarán porque en los países orientales han cambiado también las circunstancias y poca gente tiene interés de irse fuera. Al contrario, se puede observar que a países como Polonia o Eslovaquia llegan ahora trabajadores de Ucrania, todavía más hacia el este.



El gobierno del Canciller Gerhard Schroeder votó el primero de enero de 2005 una ley sobre inmigración, seguridad e integración. Fue la primera vez que un gobierno germano manifestó claramente que Alemania es un país de inmigración. Pero los alemanes tendrán que buscar una solución mejor para este problema porque en algunos años faltarán en su propio país obreros calificados y especialistas.



Francia y las consecuencias de la colonización



Los incendios en edificios muy antiguos de París que les sirven como residencias y los últimos ataques contra la policía de parte de jóvenes norafricanos en la «banlieu» de la capital de Francia han concitado nuevamente la atención de los franceses sobre los inmigrantes y su situación. Son sobre todo de Marruecos, Argelia y Turquía, pero últimamente también de países asiáticos como China, India y Pakistán.



Para mejorar sus condiciones de vida en la sociedad francesa existen desde 2004 programas de integración. Estos incluyen clases de francés e historia y cultura. Además hay un programa para los jóvenes que crecen en situaciones conflictivas o en riesgo social. Desde el 11 de septiembre de 2005 el gobierno ha buscado integrar más a la comunidad islámica en la sociedad francesa. Esta es la más grande en Europa y tiene unos 5 millones de miembros. El país europeo busca también reforzar su condición de país laico. El ultimo año votó un ley sobre la separación de la iglesia y estado. Y todos signos ostensibles de una religión están prohibidas en las escuelas, entre ellos el pañuelo del Islam.



Los últimos conflictos entre la policía y los jóvenes en la periferia de Paris son reveladores de las fracturas sociales que se expresan a través de estos problemas. Sobre todo son musulmanes que expresan su rabia contra el gobierno. Viven en las regiones más pobres de Paris y no tienen trabajo, se quejan por la mentalidad represiva de la policía, y estos no aceptan la actitud rebelde de los jóvenes.



El ministro de interior, Nicolas Sarkozy, llamó a estas personas "golfos" y "punkies", empeorando así la situación. Así, pues, contra este político se concentra ahora la rabia de la gente. El problema de fondo es la notoria disparidad entre los ghettos de los suburbios parisinos y el resto del país. El estado se retiró de esos barrios y sólo quedaron allí como representantes del mismo la escuela y la policía, aunque ambos con poca influencia. Parece que la integración de la tercera generación de los inmigrantes fracasó en Francia porque los ataque siguen aún con más violencia cada día.



La incapacidad de obrar de la UE



La política de los refugios del UE es sobre todo una política de defensa y de intimidación. La Unión cierra sus puertas y en los últimos años no existe casi ninguna posibilidad legal para entrar a Europa. Como se necesita visa para viajar a la UE y estos inmigrantes obviamente no están calificados para obtenerla, el único camino que les queda es el ingreso ilegal, saltando una cerca o llegando a las costas del Viejo Mundo.



En octubre de 1999 fue la primera vez que los gobiernos de la UE comprendieron, en un cumbre realizada en Finlandia, que una política de fronteras herméticamente cerradas no funcionaría. Sin embargo decidieron mejorar sus puestos de control y seguir dando la lucha contra los inmigrantes ilegales. Pero también estaban de acuerdo en que debía existir una política común hacia los refugiados. A partir de esta cumbre realizada en Tampere, se hicieron algunos intentos de arreglar la política de inmigración pero hasta ahora nada concreto. Normalmente los estados más grandes (Alemania, Francia, Italia, España y Gran Bretaña) dan la línea en estas materias y parecen ser los más rigurosos. Pero todavía se está muy lejos de un concepto común que reglamente o codifique el tratamiento del complejo tema de la inmigración ilegal.



Sobre todo Alemania favorece una política que se podría denominar como la del "tercer estado". Es decir, estados donde se pueda expulsar a la gente con menos problemas de conciencia y se puedan instalar campamentos de refugiados. Así el problema se radica fuera de las fronteras de la UE, que resolvería el asunto a través de la entrega de recursos económicos a los países que aceptaran ser anfitriones de estos visitantes indeseables.



Los medios de prensa llevan a su vez el tema al extremo, porque los imágenes que exhiben de los paupérrimos refugios en Marruecos aumentan el miedo de los habitantes de Europa. Aunque se calcula que sólo 500.000 inmigrantes llegan ilegalmente cada año a la UE. Una cifra que no es exorbitante si se compara con el número de habitantes de la Unión. Así, en rigor, no se puede hablar de una oleada tan fuerte, aunque se estima que otros 18 millones de africanos están en marcha, pero no todos con destino a Europa.

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