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Los penosos tormentos que se acallaron tras los cercos de Colonia Dignidad

Bajo el régimen de Paul Schaefer, los niños que habitaron en el enclave alemán no sólo estuvieron sometidos a los abusos sexuales del entonces principal jerarca, sino que también sufrieron crueles tratamientos médicos para destruir su propia sexualidad. Conozca los estremecedores relatos de algunas de las víctimas.


Una vez más los hallazgos judiciales que se han registrado en el proceso que indaga los ilícitos cometidos por los ex jerarcas de la disuelta Colonia Dignidad superan la imaginación, y dan credibilidad a las historias macabras que rodeaban al misterioso enclave alemán.



En el procesamiento dictado el miércoles por el ministro en visita a cargo del caso, Jorge Zepeda, contra el ex jerarca Paul Schaefer y la doctora Gisela Gruhlke, quedaron oficializados los relatos de las víctimas más inocentes que dejó el régimen impuesto por el ex soldado nazi y su entorno.



Una muestra del terror y la angustia que vivieron los niños que habitaban el lugar, que actualmente bordean edades entre los 30 y 40 años, fueron la angustia y dolor el que quedaron de manifiesto cuando atestiguaron ante el magistrado, reaccionando con llantos nerviosos mientras escudriñaban en la parte más escondida de su pasado.



A través de ocho relatos, Zepeda logró configurar las torturas y vejaciones a que eran sometidos los mismos niños que cantaban para recibir a los visitantes del fundo «El Lavadero», menores que fueron reprimidos para evitar su instinto gregario y sexual, adaptándose a los abusos deshonestos de Schaefer.



Drogas, electroschok y palizas



La actual enfermera y colona alemana Waltraud Schaak Jabs sostuvo ante el juez que sólo comenzó a dimensionar la magnitud de los apremios ilegítimos a que fue sometida durante su infancia, luego que se titulara de la Universidad Católica de Concepción en 2004.



«En la Villa Baviera el castigo era una forma de vida, ya que los niños eran golpeados por los adultos por cualquier cosa; posteriormente a los niños los separaron de las niñas, alrededor de los siete años y a las chicas las vistieron como niños, enviándolas a trabajar. Cuando trabajaban en el campo, se nos aplicaba corriente con unos instrumentos», afirmó.



La testigo dijo haber sido víctima de vejaciones, que consistían en descargas eléctricas en diferentes partes del cuerpo, golpes, tratamientos con diversos medicamentos que la hacían estar permanentemente en estado de sedación, por lo que sufrió de aislamiento social hasta los 23 años.



Según señaló, en ese entonces nunca entendió porque se le aplicaban esas torturas, pero en una reciente reunión en la actual Villa Baviera alguien le explicó que era para «inhibir el apetito sexual».



«Desde los siete años de edad hasta casi los 14, fue sometida a estos diversos tipos de torturas ordenadas siempre por Schäfer, incluso, en una oportunidad fue golpeada por el con una herramienta al interior de un baño», indicó el magistrado en su resolución, que consigna que la separación entre niños y niñas causó el desconocimiento de las diferencias físicas entre ambos géneros.



El miedo a la oscuridad



Bernd Schaffrik nació al interior de la Villa Baviera y cuando cumplió siete años fue separado de sus padres y de las niñas, para ser sometido durante cuatro años a diversos tratamientos de tortura física con golpes eléctricos y tormentos sicológicos, además de haber sido sedado con Valium 10.



«Schaefer les mintió a sus padres y madres, diciéndoles que las niñas pequeñas estaban perforadas, queriéndoles decir que habían tenido relaciones sexuales con ellos, quienes eran niños pequeños. Los padres se alarmaron y el jerarca decidió que se construyera la clínica denominada Neukra (nuevo hospital)», agregó el juez en el documento judicial.



«En el día tenían que trabajar y marchar, además del tratamiento que consistía en darles lo que ahora se llama diazepán (…) en la noche debían dormir en una pieza grande, con camas separadas entre ellas por cortinas; así, después de la comida les embargaba una gran angustia, porque se les ordenaba acostarse con el cuerpo desnudo de la cintura hacia abajo, a varios de los adultos les correspondía mantener una vigilancia sobre ellos por orden de Shäfer, y a cualquier movimiento, actuaban aplicándoles corriente eléctrica, con un aparato de dos polos que portaban en sus manos«, añadió el fallo.



«Él podía escuchar los gritos de los otros niños cuando se les aplicaba la corriente, sí el grito era muy fuerte (…) los llevaban hacia el baño y les descargaban sobre las cabezas un balde de agua fría o, bien, con más intensidad la aplicación de corriente», relató Schaffrik.



«Nunca entendía por qué se les hacía eso, sino que les daba una gran angustia o miedo cuando llegaba la noche. Por ello, la última reunión del día, en la que cantaban canciones de despedida del día, no obstante que eran buenas, a ellos los envolvía un gran miedo al saber que tendrían que volver de nuevo a la Neukra», agregó.



Siete años en el hospital



Grudun Wagner fue castigada durante su primer año en la Colonia por mantener un romance con Wolfgang Muller, apremios que incluso le significaron la destrucción de su tímpano izquierdo. Intentó huir, pero fue sorprendida por el jerarca Karl Van Der Berg.



«Sostiene que en el hospital de la Colonia estuvo siete años encerrada, expresa que la dejaron trabajar siendo vigilada constantemente. Añade que cuando quería salir del hospital tenía que comunicar a que lugar se dirigía y para qué», sostuvo en su declaración judicial.



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