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«No vamos a tener el mal gusto de conformar una comisión negociadora»

Timonel socialista, líder del partido de la Presidenta electa, asegura que ella tendrá la misma libertad para escoger los nombres de su gabinete que la que tuvo Ricardo Lagos en su momento. Tanto él como Camilo Escalona sacan cuentas alegres tras el triunfo, dan por superadas aprensiones respecto de la DC y analizan el rol de Ricardo Lagos una vez que salga de La Moneda.


Nada más que sonrisas y abrazos victoriosos se veía entre los socialistas que celebraban el triunfo de Michelle Bachelet. Las razones eran varias, todas obvias: una militante suya es la primera mujer en acceder a La Moneda; es el segundo gobierno consecutivo al que accede la colectividad, y amplificado además, con el triunfo parlamentario, que los dejó con la parte del león en la repartición de escaños en el congreso. Repuestos de las aprensiones que hubo en los primeros momentos de la segunda vuelta, y con una Democracia Cristiana decididamente alineada en torno a la campaña bacheletista, en el Partido Socialista sólo había palabras optimistas para festejar la continuidad en el poder.



Los cambios en el estilo de hacer política, dicen, serán importantes. Una primera variante, cargada de simbolismos: para la mayoría de los dirigentes, la presidenta electa es "Michelle", y no "Bachelet", como hasta ahora ha ocurrido con los liderazgos masculinos. Y entre cuentas alegres y felicitaciones mutuas, se autoconvocan a la calma, para no dejarse llevar por los triunfalismos. Las tareas para los primeros tres meses de gobierno, por lo pronto, son abundantes: 36 medidas que ha prometido la futura primera mandataria y para las que necesitarán importantes acuerdos dentro de la coalición y también con la Alianza por Chile. "La Concertación tiene que ser consciente de que tiene una responsabilidad mayor: por primera vez tenemos mayoría en ambas cámaras, y la ciudadanía va a estar mucho más alerta. Los éxitos van a depender en más alta medida de nuestra capacidad, de la iniciativa que tengamos, de la solución oportuna de nuestros acuerdos, de la visión para sintonizar con las demandas de los ciudadanos y cómo logramos que el desarrollo económico golpee a la puerta de cada familia", afirma, entre vítores, el senador electo por la X región, Camilo Escalona.



La primera valla será conformar un gabinete que cumpla dos condiciones básicas: proporción entre colectividades políticas y paridad de género. Conformados los equipos, uno de los proyectos más importantes y emblemáticos de la campaña, deberá ser puesto en marcha: el fin del sistema binominal. Este punto no sólo fue central en la campaña de Bachelet, sino también corresponde al núcleo del acuerdo con el Partido Comunista, que le permitió a la abanderada de la concertación contar con los votos de la izquierda extraparlamentaria.



A pesar de lo auspicioso de la situación para la nueva administración, hay aún algunos asuntos de cuidado, como la cohesión del pacto electoral principalmente en lo que dice relación a la unión con la Democracia Cristiana. Asimismo, lo que ha sido uno de sus capitales podría también transformarse en una complicación: ser la sucesora de Ricardo Lagos, que deja La Moneda con un 75% de aprobación a su mandato, una cifra histórica que lo convierte en figura central de la política, más allá de su salida del sillón presidencial.



No a los comités de negociación



La formación del gabinete del nuevo gobierno estará condicionada por dos pies forzados: el anuncio, durante la candidatura de Bachelet, de que ‘nadie se va a repetir el plato’ (reforzado por su promesa de que habrá ‘tiraje a la chimenea’), en alusión a que en su administración habrá caras nuevas, y su plan de generar paridad entre hombres y mujeres en los cargos de poder.



Frente a este escenario, el Partido Socialista ha anunciado que la primera mandataria tendrá total libertad para elegir los nombres que le parezcan, si que haya grupos de los partidos asesorándola al respecto. "Desde luego, nosotros no vamos a conformar ninguna comisión negociadora, porque nos parece de mal gusto. Michelle Bachelet tiene que actuar como lo hizo Ricardo Lagos. Tiene a disposición a todos los hombres y mujeres para cumplir cualquier tarea en su gobierno", expresa el presidente de la colectividad, Ricardo Núñez. Coincide con él Camilo Escalona, líder de la tendencia de la Nueva Izquierda: "creo que acá lo único central es la decisión que tome Michelle Bachelet. Ella es la presidenta y nosotros debemos depositar toda nuestra confianza en ella", dice.



Una postura similar es la de la Democracia Cristiana. Allí, el diputado electo Roberto León expresa que la decisión más responsable, teniendo en cuenta el amplio apoyo popular que obtuvo la candidata en segunda vuelta, es mantener a los partidos al margen de las decisiones en la designación de los cargos de confianza. "Tenemos que dejar que Michelle tome las decisiones que ella crea que son mejores para su gobierno -asegura. En ese sentido, lo peor que podría pasarle es que los partidos intenten cogobernar con ella. Ella tiene que ser capaz de armar sus equipos, y nosotros respaldarla, porque la gente nos ha dado una confianza espectacular. Hay que dejarla gobernar y elegir a la gente que ella crea que mejor la puede acompañar."



La relación con el Partido Comunista



Aunque también en la elección de Ricardo Lagos los votos comunistas fueron centrales, esa vez la dirigente de la colectividad, Gladys Marín, llamó a sus correligionarios a votar nulo, a sabiendas de que la gran mayoría optaría por impedir el triunfo de la derecha. Esta vez, sin embargo, los comunistas negociaron su apoyo, condicionándolo a cinco puntos, de los cuales el central es el cambio del sistema electoral, de modo que el término del binominalismo les permita acceder a cargos de elección popular.



Michelle Bachelet, por lo tanto, está doblemente comprometida: por su programa -en el que esta reforma era clave- y por el apoyo que el las urnas le dio el PC. En este sentido, Núñez asegura que, más que haber obligaciones de un sector con el otro, lo que hay es coincidencias. "Michelle Bachelet tiene un primer compromiso, que es materializar su programa. En él, está contenida parte importante de las aspiraciones del Partido Comunista y otros sectores de la izquierda extraparlamentaria. Por ese camino vamos a seguir. Esperamos que de una vez por todas algunos partidos de derecha, y particularmente parlamentarios que se han comprometido, den efectivamente sus votos para cambiar el sistema electoral", enfatiza, y agrega que hay otros puntos de confluencia con el PC, como las reformas laborales y al sistema previsional.



"Sabemos que el Partido Comunista seguirá siendo un partido de oposición, pero esperamos que -al igual que la derecha- sea una oposición responsable, mirando los intereses del país, más que el de los partidos", reflexiona el timonel del partido.



Sin embargo, en lo que a sistema binominal se refiere, no basta con el contingente parlamentario con el que contará a partir de marzo la Concertación, y aún harán falta algunos votos -cinco o seis- de la derecha, por lo que las negociaciones con la oposición serán clave.



Coqueteos RN-DC: ‘cosas del fútbol’



Una de las principales aprensiones del Partido Socialista, y del comando de Michelle Bachelet, era el modo en el que la DC reaccionaría para la segunda vuelta, en especial después de los catastróficos resultados para la colectividad en lo que a parlamentarias se refiere.



Con un conglomerado marcado por las divisiones internas y manifiestamente ‘tentado’ por Sebastián Piñera en nombre del ‘humanismo cristiano’, los ojos estaban puestos en la decisión que tomaría el partido de centroizquierda, y de qué modo se integraría a todos los sectores, para que no hubiera fuga de apoyos hacia la Alianza por Chile.



Ya superado el pánico inicial, y con cifras favorables a cuestas en el balotaje, queda pendiente el modo en el que la DC se integrará al nuevo gobierno. "Esperamos que la lealtad que demostraron durante la campaña se materialice también en esa misma lealtad y responsabilidad para conducir los asuntos públicos de nuestro país cuando Michelle asuma como presidenta", dice Núñez, quien opina que el número de cargos que la tienda falangista conseguirá en el gabinete de Bachelet es un tema ‘baladí’ en este momento.



Camilo Escalona es optimista en sus pronósticos y asegura que la actitud de la DC en esta segunda vuelta da una idea de lo que podría ser la colaboración futura. "Veo una disposición generosa en los dirigentes de la Democracia Cristiana, y la manera en que se desenvolvió la segunda vuelta, con un altísimo grado de acuerdo entre los partidos. Eso nos hace albergar confianza", expresa.



Respecto de los coqueteos de Renovación Nacional con la falange, León resta importancia al intento, en términos de alcance. "Ésas son -como diría un futbolista-, ‘cosas del fútbol’. Por muchos coqueteos que haya habido, la derecha no fue capaz de sumar a nadie relevante: normalmente eran ex militantes, o personas con un pasado demócrata cristiano, pero muy poco conocidos."



La sombra de Lagos



Ricardo Lagos caminaba por los pasillos del Instituto Superior de Comercio (Insuco), y a su paso se desataba una espontánea ovación que expresaba in situ el inédito nivel de adhesión que el Mandatario alcanza, después de casi seis años de mandato. A su salida del recinto, un hombre, incluso, le besaba la mano, en un gesto que habla por sí solo en términos de simbolismo.



Acusaciones de intervencionismo electoral aparte, es indesmentible que el apoyo que suscita el Presidente de la República fue un poderoso espaldarazo para Michelle Bachelet. Ese capital se podría convertir en un obstáculo, en la medida en que la nueva gobernante sea juzgada con la vara de lo que haría o no Lagos. Ello dependerá, además del desempeño de la líder socialista, del protagonismo que tenga el entonces ex gobernante en términos políticos y mediáticos.



"Ricardo Lagos se retira del gobierno con un reconocimiento como nunca en la historia tuvo un presidente -afirma Escalona. Como dijo Felipe González, en cualquier salón, un jarrón como ese no pasa desapercibido. Esto me hace pensar que el Presidente Lagos tiene una enorme responsabilidad, en el sentido de evitar que ese reconocimiento con el que se retira, y la potencia de su liderazgo pueda, involuntariamente, afectar al gobierno que se inicia, sobre todo en su comienzo, en las primeras semanas, cuando cualquier opinión que entregue tendrá un impacto enorme. Él es el primero que debe cuidar esa realidad."



Núñez, en cambio, prefiere evitar los temores, y asegura estar convencido de que no habrá coprotagonismos en lo que a gobernantes se refiere. "Tengo la plena seguridad de que no va a hacer sombra a Michelle Bachelet, ni mucho menos. Cuando Michelle lo requiera, seguramente va a contar con Ricardo en el momento adecuado, pero no será él quien se entrometa en los asuntos propios de la presidenta de Chile."



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