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«La transformación del Ejército es un cambio fundamental de la democracia»

La investigadora acaba de presentar su libro Chile: ¿de qué estamos hablando?, un retrato del país actual que incluye aspectos como el cultivo de salmones, la reforma judicial y la modernización del Ejército. Se trata de un texto lleno de matices, que no escatima optimismo sobre el devenir de la Nación, pero tampoco evita la crítica.


Desde la modernización del Ejército al cultivo de girasoles y sandías en el Valle Central de Chile, pasando por la acuicultura, la minería y la reforma judicial. Diferentes ángulos de una misma realidad o, si se quiere, pinceladas de un retrato al Chile de hoy. Una óptica bastante menos pesimista que a la que nos tienen acostumbrados algunos sociólogos y opinólogos, por cierto. Con cifras como apoyo y más de 400 testimonios como centro, la investigación periodística da cuenta de aspectos generalmente pasados por alto en el desfile de dramas que día a día protagonizan los noticiarios.



La autora, presidenta del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), inició este ‘reportear Chile’, como dice, a partir de una fractura entre lo que se dice y lo que se ve. A partir de una imposibilidad para ver la situación actual del país, más allá de las cifras macroeconómicas. Quiso entrar en distintas esferas y comprobar en qué estamos, con 16 años de democracia a cuestas, con un desarrollo económico elogiado en todo el mundo y una de las desigualdades más vergonzosas del planeta.



Más de un año de recorridos, entrevistas y correcciones le tomó a Patricia Politzer escribir Chile: ¿de qué estamos hablando?, un libro que, en rigor, estuvo listo hace algún tiempo, pero debió esperar hasta después de la segunda vuelta para salir a la venta. "No quise publicar el libro ni un minuto antes de terminado el proceso electoral, porque no quería por ningún motivo que se confundiera con un libro de campaña", relata.



Agrega que lo suyo fue una necesidad más personal que académica, y que tiene como base la humanidad de sus testimonios, más que lo macizo de las cifras. "No he pretendido hacer teoría ni sociología -asegura. No estoy discutiendo si el modelo económico es bueno o malo, si de una vez por todas terminó o no terminó la transición. Lo que hay en este libro son cientos de voces de chilenos de los más diversos ámbitos, que nos dicen cómo estamos viviendo ahora".



¿Por qué hay que re-mirar Chile?
– Ha habido cambios importantísimos en los últimos 15 años, y han sido tan rápidos que no los vemos. En este reportear Chile, hubo muchas cosas que me sorprendieron, y de ahí la bajada del título, ‘retrato de una transformación asombrosa’. Me asombré con esta investigación, y en general, quienes han leído el libro me han dicho ‘aprendí muchas cosas’; eso significa que hay mucho que no sabía sobre el país, y por eso me parece que hay que mirarlo de nuevo.



El Ejército de la democracia



-¿Por qué el tema del Ejército fue central en este retrato?
-Porque creo que la transformación del Ejército es uno de los cambios fundamentales en la profundización democrática. Es, además, una modificación intensa, que se manifiesta, por ejemplo, en la autorización que me dio el comandante en Jefe del Ejército para recorrer cualquier regimiento o local, a la hora que quisiera y para hablar con quien quisiera.



-En su recorrido por las instalaciones del Ejército, uno como lector se va asombrando, porque parte con varios prejuicios acerca de los militares. ¿Le pasó eso?
-Me pasó eso, no sólo con los militares, sino también con las personas que trabajan el campo, con los mineros del cobre, con los que de desempeñan en la reforma judicial. Me sucedió con casi todos los capítulos del libro.



-Era un cambio mayor que lo que había pensado.
-Y era un cambio diferente de lo que había pensado. En mi generación íbamos a hacer la revolución, la teníamos al alcance de la mano. La realidad fue distinta, a mi generación le tocó un tremendo sufrimiento durante todos los años de la dictadura y finalmente reconstruir la democracia. Siento que hemos reconstruido un país con muchas cosas buenas, lo cual no significa que no haya problemas. Sigue habiendo tres millones de personas que viven en la pobreza, hay problemas en la educación, en la salud, en los sueldos, que son bajísimos; sin embargo, en general analizamos esos problemas sin discutir su contexto. Y ese contexto ha cambiado radicalmente. Cuando hablamos de la pobreza, no estamos hablando de la misma pobreza que existía hace 20 años; es diferente ser pobre teniendo agua potable, teniendo un baño adentro de la casa, teniendo lavadora o refrigerador. Eso no significa que esas personas no tengan carencias, pero es necesario conocer esa realidad para enfrentar la pobreza, tal como la vivimos hoy día.



-Todos tenemos una hipótesis de trabajo cuando empezamos una investigación. A veces esa hipótesis incluye una serie de prejuicios. ¿Cuáles eran los suyos?
-Quizás en este libro es el que he tenido menos prejuicios, porque estaba un poco a ciegas. Mi motivación para escribir fue precisamente esta sensación de no saber en qué país estábamos viviendo, se me había perdido el país. No me calzaban las cifras macroeconómicas, los tratados de libre comercio, el crecimiento sostenido con la visión que nos entregan habitualmente el debate público y los medios de comunicación, que es una mirada de los problemas en su mayor crudeza. Me era difícil imaginar cómo era el país, porque en general estamos hablando de los blanco y negros, y un país está lleno de matices. Eso es lo que fui a buscar.



La persistencia de los mitos en la modernidad



-Leyendo el libro, uno tiene la sensación de que está en un país que avanzó sin cambiar ciertas costumbres o tradiciones. Cuenta, por ejemplo de la creencia popular de que si una mujer está con la menstruación y mira una sandía, el crecimiento se detiene de inmediato; eso ilustra el modo en que conviven la modernidad y el imaginario popular.
-Sí. Los seres humanos tenemos esa tremenda complejidad. La gente cree que yo escribo sobre política, y la verdad es que escribo sobre los seres humanos. Lo que hay en este libro son personas que abren su corazón. Ellos tienen esos contrastes: pueden tener una idea primitiva muy arraigada y al mismo tiempo estar insertos en la máxima modernidad. Eso me conmovió mucho.



-En esta investigación explora diferentes contextos: el cultivo de salmones, la reforma judicial, la minería, la modernización del Ejército. ¿Nunca sintió que estaba tratando de abarcar demasiado?
-No, pero sí me frustré un poco porque no fui capaz de meter el país entero en un libro, que era mi ambición. Cada uno de los capítulos del libro puede ser la materia prima para un libro completo, pero yo espero que el que compre el libro para saber cómo han cambiado los militares descubra también cómo cambió Codelco, la justicia, el campo. Y viceversa.



-¿Se encontró con un país mejor del que imaginabas, o simplemente distinto?
-Me encontré con un país mejor. Te decía que en el debate público tenemos un país en blanco y negro; en ese debate el país bueno se nos muestra con cifras, y el país malo, a través de las personas. Las personas nos llegan mucho más al alma, y por eso pensé que el país estaba peor.



-Llama mucho la atención el nexo que hace en su conclusión entre la falta de carnaval que hay en Chile y el clasismo.
-Desde hace muchos años me preguntaba por qué, siendo Chile un país católico no tenemos carnaval, que es un momento en el que cada uno se pone el disfraz que quiere, pero detrás de ese disfraz todos somos iguales. Podemos decir lo que queremos y dar rienda suelta a nuestras emociones. Esa experiencia los chilenos casi no la tenemos. El momento en el que vamos a votar es el único momento en el que todos valemos lo mismo. Nos falta experimentar más esa igualdad profunda, en la que no importa si somos ricos o pobres: tenemos los mismos gustos y los mismos deseos.



-En la introducción cuenta que su terapeuta atribuyó su compulsión por querer comprar parcelas en distintos lugares de Chile a su necesidad de apropiarse del país. ¿Lo logró con este libro?
-Creo que sí. Al menos mis raíces están más profundas.

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