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Proponen fórmula que acredite y fiscalice la educación preescolar en Chile

Entidad que busca la creación de un sistema integral de protección a la infancia, postula una norma de calidad para salas cuna y jardines infantiles, que se aconseja sea aplicada progresivamente, para que luego se transforme en un estándar de cumplimiento constante. Consejo lanza la medida tras advertir que los padres chilenos no tienen indicadores de calidad para elegir entre uno u otro establecimiento.


Atención preescolar de calidad acreditada es otra de las propuestas que plantea el informe final del Consejo de la Infancia, convocado por la Presidenta Bachelet.



A los aspectos más polémicos del informe, pero no más importantes -la ampliación del post natal a seis meses y sacar la condición de más de 19 trabajadores para que una empresa tenga sala cuna-, se suma ahora un sistema de acreditación y fiscalización de calidad para establecimientos preescolares.



El Consejo ha advertido, tal como lo ha dicho quien lo dirige, el economista Jaime Crispi, que actualmente los padres no poseen indicadores de calidad para saber si están frente a una buena o mala salas cuna y jardín infantil, ya que no existe una vara que mide esta manera de educar.



Los trece expertos convocados por La Moneda consideran que el nuevo sistema de acreditación y fiscalización debe contemplar niveles progresivos de cumplimiento de estándares, según la modalidad de que se trate.



Este sistema debe incluir, además, un sistema de monitoreo de calidad permanente, un sistema de acreditación periódica de la calidad y estándares mínimos de calidad relacionados al menos con: (i) infraestructura, equipos, insumos, coordinaciones, recursos humanos y recursos financieros; (ii) competencias y capacidades de los educadores; (iii) existencia de un currículum implementado y una pedagogía con programación y modos de evaluación.



Criterio de implementación



El Consejo hace hincapié respecto de la importancia crítica que tiene que garantizar niveles mínimos de calidad en las prestaciones. «La evidencia internacional es concluyente en demostrar que no existe una relación lineal entre la calidad de las prestaciones preescolares y el impacto en el desarrollo de los niñas y niñas, particularmente los más vulnerables», concluye el informe.



«Esta evidencia muestra, en cambio, que prestaciones por debajo de niveles mínimos de calidad no sólo no generan el impacto buscado, sino que incluso podrían generarse efectos adversos en el desarrollo de niños y niñas», advierte.



Sin embargo, para el Consejo más allá de adoptar la medida, la clave de su éxito radica en los criterios de implementación de esta propuesta, ya que a su juicio asegurar el impacto que se espera obtener con esta propuesta, en el desarrollo de los niños y niñas más vulnerables, «requerirá de estándares de calidad más estrictos que los que actualmente utilizan las instituciones prestadoras que se financian con recursos públicos, técnicamente validados con referencia a los estándares que se utilizan en países con una trayectoria más consolidada en educación preescolar».



«El Consejo estima, además, que asegurar las capacidades requeridas en los recursos humanos del sistema requerirá un reforzamiento de la formación de educadores y educadoras de párvulos y de sus prácticas pedagógicas, para lo cual también se sugiere aprovechar la experiencia de otros países a través de convenios de cooperación, pasantías y otros instrumentos similares», detalla.



Subsidio de cargo fiscal



Finalmente, el Consejo de la Infancia propone que el instrumento financiero que se utilice para asegurar esta garantía a los niños y niñas de dos y tres años de los hogares pertenecientes al 40% socioeconomicamente más vulnerable, sea un subsidio por niño o niña, de cargo fiscal, que financie la atención en centros preescolares acreditados, en base a prestaciones acreditadas según estándares de calidad.



Este subsidio se propone que sea pagado mensualmente por niño o niña al prestador a su valor mensual completo, habiéndose acreditado una asistencia mínima del niño o niña al establecimiento durante el mes. Un ejemplo de la aplicación de este mecanismo lo entrega la Fundación Integra.



«Existe nutrida evidencia internacional respecto de que los niños y niñas de los hogares más vulnerables de dos y tres años obtienen claros beneficios en su desarrollo cognitivo, desarrollo del lenguaje, desarrollo socio-emocional y apresto escolar, al participar en programas de educación preescolar de alta calidad. Esta misma evidencia muestra que, más allá de la modalidad de la prestación preescolar (convencional, comunitaria, u otras) lo fundamental para asegurar el impacto deseado en estas dimensiones del desarrollo del niño
o niña es la calidad de la prestación», finaliza.



La Presidenta Bachelet recibió el 29 de junio pasado el informe final del Consejo de la Infancia, donde se elaboró un diagnóstico y se generó una propuesta de políticas y programas que coordinen y orienten esfuerzos públicos y privados, a fin de asegurar a todas las niñas y niños de Chile un proceso de desarrollo pleno y equilibrado durante sus primeros años de vida.



El Consejo es liderado por Jaime Crispi, economista de la Universidad de Chile, PhD(c) y MPhil en Economía de la Universidad de Cambridge. Crispi es experto en políticas públicas y finanzas gubernamentales, y fue jefe de estudios de la Dirección de Presupuestos.



Entre los trece expertos que lo integran se cuenta a Benito Baranda (sicólogo de la Universidad Católica y director social del Hogar de Cristo), Paula Bedregal (médico de la U. Católica de Chile, especialista en Medicina Familiar del Niño y Salud Pública, magíster en Salud Pública de la U. de Chile y tiene estudios de postgrado en Gestión y Políticas de Salud en la Universidad de Londres), Rodrigo Castro (PhD(c) en Economía de la U. de Georgetown y director del Programa Social del Instituto Libertad y Desarrollo), Bárbara Eyzaguirre (sicóloga educacional de la U. Católica de Chile, especializada en desarrollo cognitivo, e investigadora del Centro de Estudios Públicos), Dagmar Raczynski (socióloga y PhD de la U. de California en Los Ángeles) y a Carolina Schmidt (ingeniero comercial de la U. Católica y diplomada en Marketing de la U. de Nueva York).





lsolis_deovando@elmostrador.cl
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