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«Hoy en Bolivia estamos viendo el nacimiento de otro nacionalismo»

»Bolivia está hoy en crisis, mirándose hacia adentro, por lo tanto, Chile no es una prioridad para el gobierno ni para el pueblo boliviano», explica Gustavo Rodríguez, uno de los invitados al Foro Bicentenario que se realizará en el Centro Matucana 100, el 10 y 11 de octubre. El experto desmenuza la revisión que realizan hoy los indígenas bolivianos a la mítica Guerra del Pacífico.


Bolivia es un ser humano en posición fetal, mirándose hacia adentro, mientras que Chile es otro ser humano que enfoca el horizonte desde una inaccesible atalaya.



Así graficaría el historiador boliviano Gustavo Rodríguez Ostria, ex viceministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología del destituido gobierno de Carlos Mesa, el desencuentro actual entre ambas naciones, la versión 2.6 de un atávico distanciamiento que ha tenido como principal vector al mar.



"Bolivia está hoy en crisis, mirándose hacia adentro, por lo tanto, Chile no es una prioridad para el gobierno ni para el pueblo boliviano", explica Rodríguez, uno de los invitados al Foro Bicentenario que se realizará en el Centro Matucana 100, el 10 y 11 de octubre.



El historiador, quien tendrá que compartir panel con el ex comandante en Jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre, también lanzará en Chile un libro que analiza "la otra lucha» del Ejército de Liberación Nacional (ELN) boliviano, posterior a la muerte del Che Guevara. El grupo, que elige a Chile como base de comunicaciones y puente entre Cuba y Bolivia para la viabilidad del proyecto revolucionario, tuvo entre sus primeros integrantes a Beatriz Allende (la hija del ex presidente Salvador Allende), Elmo Catalán, asesinado en La Paz en 1970, y Arnoldo Camú, abatido por la dictadura de Pinochet en 1973.



Pero sobre todo Rodríguez viene a hablar del cisma cultural que los indígenas bolivianos están provocando en su país, uno que a su juicio tiene a Bolivia con un tremendo signo de interrogación sobre su espalda. Si durante años la derecha boliviana y la oligarquía levantaron el estandarte de la Guerra del Pacífico, con la consiguiente moraleja del derrotado y el perverso Chile, hoy Rodríguez cree que los indígenas están volviendo atrás, analizando la historia, preguntándose quizás si se han equivocado durante tantos años al defender una guerra en la que no tuvieron participación, porque ser indio en esos tiempos era no ser boliviano.



El historiador agrega que ese nuevo cuestionamiento ha traído de la mano el reposicionamiento de una guerra de la década del ’30, un conflicto armado olvidado, escondido bajo la alfombra, en el que murieron 50 mil bolivianos, muchos de ellos, sí esta vez, indígenas: la guerra del Chaco contra Paraguay.



Paralelamente, los habitantes de Santa Cruz (con una cultura de blancos, globalizados, pro libre comercio) buscan independizarse del resto de Bolivia, zona dividida entre la cultura de los mestizos y del indigenismo. Estos últimos son los que hoy levantan la voz para rebautizar el símil boliviano de la Plaza de la Constitución, llamada Plaza Pedro Domingo Murillo, en honor al padre de la independencia (lo que sería en nuestro país Bernardo O’Higgins), como Tupac Katari (serpiente resplandeciente), en homenaje al líder indígena de la rebelión de 1781.



Márketing militar



"Vengo con cierta regularidad a Chile, pero este viaje me pareció en especial interesante porque tendré que compartir el panel con Juan Emilio Cheyre, de quien mis amigos chilenos me han dado una muy buena impresión. Desde la perspectiva boliviana, los militares en general no son académicos. Por lo tanto, nunca hubiera imaginado que me iba a tocar compartir la mesa con un ex comandante, y menos con uno que a su vez es académico. Es una grata sorpresa, un buen desafío", subrayó Rodríguez.



En Bolivia, la entrada de los militares a la academia es un proceso de corta data, que se ha expandido en las nuevas generaciones a través de la universidad que posee el Ejército. "En dictadura ellos no podían ir a las universidades, a pesar que las universidades estaban intervenidas. Trataban de evitar el mundo universitario, civil, que siempre era visto como de izquierda y podía infiltrarse en los militares. Hoy en democracia es distinto. Van, discuten, debaten, pero los más jóvenes", aclara.



-A pesar de la entrada de los militares al mundo civil, académico, éstos han jugado y siguen jugando en Bolivia un papel clave en la construcción del nacionalismo. ¿Cómo evalúa su actuación en ese proceso?
-La Guerra del Pacífico es el punto central del discurso nacionalista boliviano. Por eso es tan fuerte, agarra tanto. Por eso ha penetrado por todos los poros de la sociedad. Dicho de otra forma, este es un fenómeno de la década del ’50. Es tan tardío como eso. Con un enemigo externo que es Chile y la oligarquía boliviana como aliado. Sin embargo, no un fenómeno similar al caso de Chile. Acá pareciera que se toma rápidamente la victoria en la guerra y se la proyecta. Nosotros no, nos tomamos muchos años en ocuparnos de la guerra.



-Dicho márketing político ha seguido siendo utilizado en Chile. Tanto en dictadura como en democracia. Aglutina, y salvo excepciones, hay un discurso común: no al mar para Bolivia. Así lo dicen las encuestas.
-Bolivia es un país que se siente agredido. No es el que gana. No es la moral del vencedor. En Bolivia nos preguntamos por qué perdimos. Qué perdimos y hay que buscar los culpables.



-Sin embargo, son un país muy heterogéneo, que tendrá respuestas muy diferentes para ese periodo.
-Somos un país muy heterogéneo, a diferencia de Chile, pero por eso mismo necesitamos de mitos y de íconos muy fuertes para cohesionarnos. Ese gran mito es la guerra, el Océano Pacífico. Bolivia en 50 años, desde 1882 a 1935 tuvo dos guerras. Una con Chile y otra con Paraguay (1932-1935). Y casi todas las familias bolivianas, incluyendo la mía, tuvo familiares que combatieron en el conflicto con Paraguay. Sin embargo, hoy nadie o muy pocos, recuerdan la guerra contra Paraguay. No forma parte del panteón de los héroes, ni de la iconografía nacionalista, ni hay marchas, ni desfiles ni canciones.



-Es curioso que el nacionalismo y que el Día del Mar en Bolivia hayan surgido tan posteriores a la Guerra del Pacífico.
-El primer Día del Mar se celebra en 1924, por ahí. Y las verdaderas festividades del mar se comenzaron a hacer en la década del ’50, cuando estalló la revolución de 1952. Y el nacionalismo fue parte del discurso del Estado. Todos somos bolivianos, todos somos mestizos y todos tenemos adversarios: la oligarquía aliada a los chilenos y el imperialismo estadounidense. Sin embargo, hoy en Bolivia estamos viendo el nacimiento de otro nacionalismo. Y quizás ese nacionalismo no participe del todo de este conjunto de miradas del nacionalismo criollo y mestizo de la década del ’50.



-El nuevo nacionalismo ha sido esbozado por Evo Morales, con un indigenismo dispuesto a dialogar.
-Ese nacionalismo tiene una proyección diferente, por lo tanto, es de esperar que tenga una lectura diferente del pasado y del futuro. Por eso puede ser que el tono de la complejidad con Chile, que fue parte íntegra del pasado, en el mañana se reduzca.



-La mirada del occidente boliviano, del ciudadano de clase media, mestizo, que mantuvo con vida al antiguo nacionalismo, pareciera verse potenciado con el nuevo chileno, ese que es mirado por el resto de Latinoamérica como el arrogante argentino de los ’80.
-Chile ha privilegiado demasiado la frontera abierta, la mirada hacia EEUU, China, Europa, y muy poco hacia el mundo andino. A pesar que en la iconografía cultural chilena hay una sorprendente incorporación de elementos andinos. Chile es un país que me parece que mira, pero no mira. Es decir, mira desde lo cultural, pero no reproduce ese nexo en su economía. Me tocó hacer clases sobre historia de Bolivia en la Universidad de Valparaíso, hace poco. Y justo estaban dando por esos días el Festival de Viña. La canción que ganó la competencia folclórica era una canción muy boliviana. Inti-Illimani entró tocando una diablada, algo muy andino. El grupo de baile del festival también bailó algo muy boliviano. Y no digo todo esto desde una perspectiva nacionalista, sino para resaltar que Chile vive en una ambigüedad cultural.



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lsolis_deovando@elmostrador.cl

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