»Yo, que siempre tuve casi la convicción moral que había habido la intervención de terceros organizados en este asunto, me tuve que tragar mis apreciaciones y reconocer que estaba equivocada», dijo la ex ministra de Justicia del régimen militar, quien cambió su posición luego de acceder al sumario y conocer las primeras declaraciones que prestó el único imputado en el crimen, Patricio Pincheira Villalobos (P.P.V.).
Aunque hace algunos meses avaló la hipótesis respecto a que agentes de la disuelta Central Nacional de Inteligencia (CNI) participaron en el asesinato en 1979 del niño Rodrigo Anfruns Papi, hoy la ex ministra de Justicia del régimen militar, Mónica Madariaga, sostiene que estaba equivocada y justifica la decisión de la ministra en visita caso, Dobra Lusic, de cerrar el sumario de este polémico caso.
«Yo, que siempre tuve casi la convicción moral que había habido la intervención de terceros organizados en este asunto, me tuve que tragar mis apreciaciones y reconocer que estaba equivocada no más», dijo la ex secretaria de Estado a El Mostrador, argumentando que llegó a tal convicción luego de acceder al sumario y conocer las declaraciones que formuló el único imputado en el crimen, Patricio Pincheira Villalobos (P.P.V.), al comienzo de la investigación.
«Tuve oportunidad de acceder a los antecedentes del sumario y me encontré con elementos de juicio que yo sabía que iban a terminar en lo que terminó el sumario», dijo Madariaga.
Primeros testimonios
La otrora titular de Justicia se remitió al primer testimonio del entonces joven de 16 años P.P.V., quien relató que los hechos ocurrieron cuando jugaba junto a Rodrigo con un skate board en el sector aledaño a la casa de los abuelos de éste último, en la comuna de Providencia.
En un momento, el adolescente -de acuerdo a esa primera versión- sintió ganas de violar al niño, a lo que éste último se resistió firmemente, por lo que lo estranguló con toda la fuerza de su brazo. Posteriormente relata una serie de detalles escabrosos, entre ellos que arrancó algunos trozos de la camisa de su víctima, los que quedaron tirados en el sitio eriazo donde 11 días después fue hallado el cadáver.
Mónica Madariaga señala que, según consta en el sumario, «dos años después, ese mismo joven P.P.V. ratifica esta declaración. ¿Por qué es importante que dos años después?, porque se podría pensar que P.P.V. estaba adoctrinado, estaba hipnotizado, estaba dirigido por alguien. Pero no va a estar hipnotizado durante dos años, y solamente viene a cambiar su declaración en el último tiempo».
Este antecedente fue el que la hizo desechar hipótesis como el de la participación de agentes de la CNI, como lo señala en su libro «Una verdad pendiente» la periodista y escritora Soledad Pino, como también el testimonio del teniente en retiro de Carabineros Jorge Rodríguez Márquez, quien responsabilizó del crimen a funcionarios de la Policía de Investigaciones.
«Esto a mí me hizo mucha fuerza para pensar que el juez que tenía el proceso no tenía otra posibilidad que cerrar el sumario, porque no había antecedente alguno que permitiera presumir que era verdad lo señalado por este ex oficial de Carabineros. Y nadie lo ratificó, nadie confirmó sus apreciaciones», señaló en alusión a la versión del ex policía.
Sobre los argumentos que esgrime el abogado de la familia del niño, Roberto Celedón, en cuanto a que el cuerpo fue puesto en el lugar de su hallazgo varios días después de su desaparición y con signos que confirmarían que Patricio Pincheira no fue el autor del crimen, Madariaga sostiene que se trata de antecedentes ampliamente investigados por distintos tribunales, los que siempre llegaron a una misma conclusión.
«Todo eso se volvió a revisar, se volvió a comprobar y lo tuvo en sus manos la jueza Patricia González y después pasó a una ministra de Corte -Dobra Lusic-, ya son dos tribunales separados, distintos, que llegan a la misma conclusión y anteriormente el ministro del caso también había llegado a la misma conclusión. Entonces, la justicia, creo yo, está cerrando su ciclo y se producen lo que se denominan las certezas judiciales, y los que pensábamos mal, tenemos que tragarnos el mal pensamiento», manifestó.
«Tuve una convicción intuitiva»
Mónica Madariaga no oculta su decepción al llegar al convencimiento de que los hechos ocurrieron tal como se habían planteado en un comienzo, antes que fuera reabierto el caso.
«Yo soy muy honesta en decir que me trago mi mal pensamiento. Yo estaba convencida, pero tuve acceso al proceso y dije no. Mi convicción era una convicción intuitiva, casi como queriendo que no fuera, casi como queriendo condenar a alguien más relevante por tantas otras cosas por las que no fueron condenados», dijo.
De este modo, Mónica Madariaga se desdijo de sus propias declaraciones de agosto de 2004, cuando tras comparecer ante la titular del 17 Juzgado del Crimen de Santiago, Patricia González -quien se hizo cargo de la investigación tras la reapertura del caso- afirmó que tuvo muchas dudas sobre este tema caso cuando era ministra de Justicia, y que por ello estaba «muy contenta de que se busque una nueva verdad judicial».
Asimismo, en una entrevista televisiva a principios de este año, expresó que compartía la versión de la investigadora Soledad Pino, que indica en su libro que Rodrigo Anfruns Papi fue equivocadamente raptado por agentes de la ex CNI, quienes lo habrían confundido con el hijo de general (R) Luis Iracabal Lobos, un ex oficial de Ejército vinculado posteriormente en la investigación de las cuentas secretas de Augusto Pinochet, así como a las eventuales ventas ilegales de armas de Famae desde fines de la década de 1980 y principios de 1990.
«Yo tenía toda una teoría, la misma teoría de la Soledad Pino, que aquí habían errores, que este era un caso pendiente. Yo estaba con ella, incluso ella vino a conversar conmigo y las dos elucubrábamos, pero estábamos equivocadas. Según la justicia estábamos equivocadas, y así era», concluyó.
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