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‘Nuestros tribunales no han tenido el valor de hacer plena justicia en DDHH’

En momentos que se ha hablado sobre la posible muerte de Augusto Pinochet, el fundador del movimiento contra la tortura Sebastián Acevedo, lamenta que los tribunales no hayan hecho su trabajo en materia de DDHH. Aldunate señala que si bien nunca se enfrentó con el ex dictador, sí lo hizo su amigo, el religioso Mariano Puga, quien llegó a ser alumno de éste en la Escuela Militar.


En noviembre de 1983 Sebastián Acevedo se quemó a lo bonzo en las afueras de la catedral de Concepción, con el fin de que la Central Nacional de Informaciones (CNI) le devolviera a sus dos hijos. Sin embargo, las quemaduras no le permitieron sobrevivir para volver a verlos, falleciendo cuando tenía sólo 50 años.



El impacto que provocó la muerte de Acevedo, motivó al sacerdote jesuita José Aldunate, a crear, en la década de los 80′, un movimiento en su nombre para luchar contra la tortura en el país.



En la actualidad, el religioso se lamenta de no haber terminado con esta práctica habitual en tiempos de dictadura, pero pese a ello, no desea las penas del infierno a uno de sus principales responsables, el general (r) Augusto Pinochet, quien desde la madrugada del domingo se encuentra internado en el Hospital Militar.



Como se recordará, el ex militar llegó afectado por un infarto, y si bien en un primer momento se habló de que su estado era de extrema gravedad, en el centro asistencial se dijo este lunes que su condición ha mejorado y se encuentra estable, bajando así las expectativas de un fatal desenlace durante esta semana, al menos.



Pinochet destruido



-¿Qué impresión le causa la figura de Augusto Pinochet? Independiente del estado en salud en que se encuentra hoy…

-Su figura es la de una persona destruida, sobre todo por el problema de los derechos humanos, pero también porque no ha tenido el prestigio del cual gozan, en general, los presidentes de Chile, que han podido retirarse sin ninguna incriminación de abuso del poder y enriquecimiento. Cada uno se ha ido para su casa tranquilamente, pero él no. Casi hubiéramos esperado de un militar, que fuera sobrio y honesto… Por eso es una personalidad destruida.



En todo caso, tampoco lo incrimino demasiado porque uno comprende que los militares tienen sus criterios sobre la defensa nacional, sobre el comunismo, sobre los enemigos, tienen toda una formación de la que se han empapado, pero que constituye una cierta deformación de la conciencia ética. No podemos juzgarlos como individuos que han recibido una formación equilibrada, muchos de ellos tienen conceptos equivocados.



-¿Por qué usted no lo incrimina del todo si luchó contra él sin tregua en los tiempos más duros de los 80?

-Lo miro sin ningún deseo de castigo, lo miro con benevolencia y conmiseración (…) Ahora, tal vez los militares tendrán que darles sus honras, pero no creo que vaya a tener un funeral oficial y público que vaya a corresponder a la población en general. Estimo que todo será privado, a eso tiene derecho y sus seres queridos también. La iglesia también hará su oficio fúnebre, la iglesia en eso es muy misericordiosa.



El alumno Puga



-Pero en caso de que fallezca, ¿ve usted que la situación en términos de verdad y justicia para los familiares de detenidos desaparecidos o de víctimas de los derechos humanos se puede complicar?

-Naturalmente (con su muerte), hay juicios que quedan pendientes. Nuestros tribunales no han tenido el valor de hacer plena justicia; han hecho justicia a medias en el campo de los derechos humanos. Ha habido una debilidad en nuestros jueces que han prolongado los juicios y que han trabajado sobre la base de una Ley de Amnistía que no tenía ningún valor ético. Bueno, esa es una muestra de una justicia a medias, algo hicieron, pero algo también dejaron de hacer, no se animaron a hacer plena justicia.



-En algún momento de su vida, le tocó conocer o enfrentar personalmente a Augusto Pinochet?

-No, nunca conversé con él. Otros amigos míos, como Mariano Puga (ex párroco de La Legua) si lo hicieron. Mariano lo conoció más personalmente, fue su alumno y conversó con él cuando tuvo que salir obligado del país. En cierta manera Pinochet le tenía cierto cariño y respeto a Mariano…



-¿Cómo es eso de que Puga fue su alumno?

-Claro, antes de ser sacerdote, Mariano fue alumno de la Escuela Militar. Ahora él es encargado de los sacerdotes de un movimiento que se llama Foucault, en honor a un santo que vivió en África. Hay unos cinco mil representantes en el mundo y Mariano es el jefe de ellos, creo que ahora está en Chiloé.



Contradicción vital



-¿Cómo se puede entender que usted y Pinochet, en bandos tan opuestos, pertenezcan a la misma religión y "crean" en lo mismo?

-Es una situación bien incómoda para nosotros, porque Pinochet practicaba su catolicismo, él comulgaba, recibía los sacramentos, tenía un capellán militar y todo. Entonces, creo que eso fue muy negativo para las convicciones cristianas, porque uno dice: o se es cristiano o no. Ver a un cristiano que hizo lo que hizo y por otro lado práctica su religión, uno se queda con muchas interrogantes. Así que su actitud es muy incomoda.



-Finalmente, ¿qué recuerdos le trae la experiencia en el movimiento Sebastián Acevedo?

-Fue un tiempo muy impactante para nosotros, comprometerse en esas condiciones fue muy serio, pero bonito al mismo tiempo. Cuando nos encontramos, los que fuimos del movimiento, nos sentimos muy unidos e identificados los unos con los otros. Bueno, duró siete años, salimos 180 veces a la calle y perseveramos hasta que terminó el régimen. No terminamos con la tortura, pero creo que hicimos mucho para concientizar al país y al extranjero también.



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