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«Queríamos que se nos considerara seriamente y lo logramos»

En su primera visita a Chile, una de los principales responsables del desarrollo que ha tenido en Estados Unidos la iniciativa »Museo del Barrio» conversó con El Mostrador.cl sobre el devenir y el potencial que tiene el único espacio que se ha dedicado exclusivamente a la difusión del arte latino en Nueva York.


Durante ocho años, Susana Torruella dirigió el "Museo del Barrio", una entidad fundada hace más de 30 años por la comunidad puertorriqueña residente en Nueva York, en Estados Unidos.



De lo que comenzó en 1969 siendo una sala de clases destinada a la difusión de artistas, hoy es un único y reconocido museo de arte latinoamericano, que ha recibido a creadores latinos, incluyendo a chilenos como Benjamín Lira y Mario Toral.



Torruella, quien llegó a la institución en los años noventa, cuenta que la iniciativa de crear una instancia para reunir y proyectar la cultura puertorriqueña comenzó con la inquietud de la comunidad de inmigrantes de ese país que se establecieron en Nueva York y que se sentían privados de la representación cultural que las clases más acomodadas tenían.



Así, el artista Rafael Montanez Ortiz fundó el museo en una sala de clases ubicada cerca de la Universidad de Columbia, como una alternativa práctica al museo tradicional que sentía no lo representaba, y también como una forma de establecer conexiones con su propia cultura. "La comunidad necesitaba una institución cultural poderosa que revelara su pasado crítica y respetuosamente, afirmara su presente e inspirara su futuro", cuenta Torruella.



Desde su creación hasta la década de 1990, El Museo del Barrio cobijó las manifestaciones artísticas y culturales, principalmente de aquellos provenientes de Puerto Rico. Sin embargo, y desde la llegada de Torruella como curadora, comenzó la apertura hacia los demás países latinoamericanos, incorporando tanto artistas como funcionarios del museo. Según Torruella, "comenzó una serie de mejoras museológicas que permitieron al museo llamarse museo".



Como directora de El Museo del Barrio, Susana Torruella -quien es historiadora del arte- supervisó la renovación de las galerías de exhibición y el Teatro Heckscher, la presentación del alrededor de 100 exposiciones y cuadruplicó el presupuesto del museo y su equipo. En su visita a Chile, dictará la conferencia El Museo del Barrio: Dilema Latinoamericano en Nueva York" este miércoles a las 18:00 horas en el Museo de Arte Contemporáneo Parque Forestal.



-En una ciudad tan competitiva como Nueva York, qué distingue y hace sobrevivir a este museo?
-Es que tenemos algo muy importante, unique content (contenido único), hacemos una obra que no se da en ningún otro sitio y lo hacemos como museo. Esto es importante, porque hay varios sitios excelentes y galerías también. Son varios sitios pequeños pero que hacen labores muy importantes. Pero como el museo como tal, es único.



-¿Crees que han sido un aporte para la difusión del arte latino?
-Hoy en día nos visitan como 300 mil personas al año. Cuando yo llegué eran 16 mil, porque la gente no sabía. Una vez que tienes un éxito la gente vuelve, si hay una buena exposición vuelven a la próxima. Hay fundaciones, como la Rockefeller, que han creído en nosotros y eso ha servido para hacer difusión y marketing, además cada vez salen más reseñas de nuestras exposiciones en los medios. Queríamos que se nos considerara seriamente y eso lo logramos.



"Cuando yo llegué a Nueva York en los años ’70, tú no tienes idea de cómo era la falta de respeto de la crítica norteamericana a los artistas latinos. Constantemente asumían que eran derivativos, de Europa primero y segundo, de los propios norteamericanos. A mí esto me indignaba, porque yo sabía que esto no era así, era una frustración".



-¿Cuánto ha cambiado la posición de la crítica desde ese entonces?
-Ha cambiado mucho. Todavía tienden siempre a comparar, nunca tratan de ver los parámetros latinoamericanos, cuáles son y estudiarlos a fondo. Siempre hay un subtexto de que no está al mismo nivel, de que es derivativo. Hay que buscar críticos nuevos, con nuevas mentes. Uno se queda en las viejas formas de pensar, pero a mí lo que me da rabia es cuando se pierde la ignorancia, porque es gente que no conoce.



-¿Cuál es la posición actual del Museo del Barrio dentro del circuito?
-Hoy en día te puedo decir con orgullo que el museo se reconoce como un museo serio y con programación excelente. Donde a mí me duele es que tenemos un espacio pequeño, que no es nada para la misión tan brutalmente ambiciosa que tenemos. La razón del mínimo espacio es que compartimos el edificio con otras dos grandes organizaciones que han sido muy malos vecinos. Todo lo tenemos que hacer contra viento y marea, hemos recurrido a varias instancias para conseguir otro lugar. Y me da mucha rabia, porque 1 de cada 3 ciudadanos de Nueva York son hispano parlantes, somos la tercera parte de la ciudad. Nos merecemos un segundo piso, digo yo. Si nosotros tuviéramos miembros de la junta del directorio que tuvieran más poder financiero y político, me entristece decir que eso ya se hubiera dado.



"Desgraciadamente, las personas latinoamericanas poderosas, de grandes fortunas en Nueva York, tienen una relación no totalmente de apoyo al museo. Todavía se sienten más cómodos en darles dinero al MET o al MOMA, no ven a éste como su museo todavía. La filantropía individual es muy importante en Estados Unidos, la gente da cantidades inmensas. No se trata de dinero, sino de lo que ese dinero nos puede permitir hacer".



-¿Cree que hay razones políticas, relacionadas con la inmigración, para negar este apoyo?
-Este es un momento duro para conseguir donaciones del público en general, precisamente porque hay una mentalidad un poco encrispada en torno al tema y hay mucha hipocresía respecto del tema. Porque los latinos son una fuerza económica en Estados Unidos que no te puedes imaginar, corren las áreas de servicios que los norteamericanos no quieren hacer y sin embargo, no les reconocen esa importancia. Y la historia de las grandes exposiciones latinoamericanas en Nueva York ha respondido de forma muy interesante al vaivén de ciertos momentos políticos.

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