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Bolivia: Sucre busca recuperar normalidad tras violentos disturbios

Habitantes insistieron en desconocer reforma constitucional aprobada por la mayoría oficialista en un cuartel de la ciudad sin atender su demanda de volver a ser capital plena de Bolivia.


La ciudad boliviana de Sucre permanecía tranquila este lunes, a pesar de la total ausencia de policías, con los funcionarios de la Alcaldía trabajando en la limpieza de las calles, tras los graves disturbios del fin de semana que dejaron tres muertos confirmados y unos 300 heridos.



La calma, sin embargo, no ha hecho desaparecer la indignación e intranquilidad en los ciudadanos de Sucre, que aseguran que desconocerán el proyecto de Constitución aprobado por la mayoría oficialista en un cuartel de la ciudad sin atender su demanda de volver a ser capital plena de Bolivia.



«Este es su merecido», decía a viva voz un jubilado a las puertas del devastado edificio del Comando Departamental de Policía, que fue tomado y quemado en una durísima batalla por grupos de estudiantes en la mañana del domingo.



El reinicio de los trabajos de la Constituyente el viernes desató en la ciudad una auténtica guerra entre los sucrenses y los agentes policiales, que terminó por cobrarse la vida de tres ciudadanos y, según denunció la policía, también la de uno de sus integrantes, aunque esto ha sido puesto en duda en las últimas horas.



Cuando los disturbios llegaron en la noche del sábado a poco más de doscientos metros del cuartel donde estaban reunidos los constituyentes, la presidenta de la Asamblea, la quechua Silvia Lazarte, propuso repentinamente aprobar el proyecto de Constitución, en una primera instancia, con solo la lectura del índice.



Todo fue tan inesperado que de los 145 asambleístas que se habían encerrado en la instalación militar, todos afines al presidente del país, Evo Morales, unos nueve representantes de la ciudad de El Alto se encontraban fuera del salón de reuniones, por lo que solo 136 dieron su visto bueno al proyecto.



Así fue, como se aprobó el proyecto de Carta Magna con el que Morales pretende «refundar» Bolivia y que nadie conoce aún, pues no fue leído aunque se supone que está compuesto por los informes de las comisiones aprobados durante el día del sábado.



Proyecto aún es desconocido



Sin embargo, todavía no deja de ser solo una propuesta que antes de ser sometida a referéndum, deberá ser votada artículo por artículo dentro de la Asamblea, paso que algunos medios y aliados del presidente Morales insinúan que puede ser obviado.



El domingo a mediodía, con la mayoría de los asambleístas fuera de la ciudad, la policía, a punto de ser desbordada y con algunos de los suyos capturados y vejados por los manifestantes, denunció el linchamiento de un agente y anunció su decisión de replegarse y abandonar la ciudad.



La muerte del agente comenzó a ser puesta en duda hoy por los medios informativos, porque nadie ha presentado públicamente su cuerpo, ni se ha denunciado el fallecimiento ante la fiscalía.



Ningún periodista ha sido capaz de encontrar el cadáver en los tanatorios de la ciudad e incluso el comandante de la Policía, general Miguel Vásquez, que había asegurado que el agente Jimmy Quispe había sido «asesinado» se desdijo hoy cuando afirmó que «ojalá esté vivo».



La salida de la policía de la ciudad generó una paradójica reacción en algunas radios locales que llegaron a pedir a los uniformados que no los «abandonaran», poco después de que algunos reporteros no solo incitaron a los disturbios sino los coordinaron y participaron en ellos.



Ausencia policial



La total ausencia de policías desde la tarde del domingo, además de calmar los disturbios, provocó gran intranquilidad en los ciudadanos que pronto comenzaron a organizar lo que han llamado «brigadas familiares» para encargarse de la seguridad ciudadana.



También la propia ciudadanía ha asumido las tareas de limpieza, junto a los trabajadores municipales, ayudados por camiones cisternas y con la participación de la alcaldesa interina Graciela Pinto, ya que la titular, Aydeé Nava, se encuentra en Bruselas.



Por todo el centro histórico de Sucre, ciudad colonial de casas bajas de fachada blanca, la gente se afanaba hoy en las tareas de limpieza.



Cientos de ciudadanos hacían correr ríos de agua ennegrecida por las cenizas de los neumáticos de coche quemados por los manifestantes para contrarrestar el efecto de gases lacrimógenos.



Es casi imposible caminar por Sucre sin engancharse en los nidos de alambres dejados junto a las ruedas quemadas, cuyo penetrante olor todavía impide respirar con normalidad.



Lo que más preocupa a los sucrenses es el hecho de que la cárcel permanece abierta con unos setenta reos que decidieron quedarse dentro, cinco de ellos condenados a 30 años de prisión sin derecho a indulto, la máxima pena prevista en el derecho boliviano.



Sin embargo, son los reos los que denunciaron que sufrieron saqueos por parte de algunos ciudadanos, que se llevaron de allí al menos un televisor y un microondas, además de diversos utensilios del taller de carpintería de la penitenciaría.



EFE

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