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Nóbel de Medicina afirma que clonar humanos «sigue siendo una locura»

Oliver Smithies recibirá el próximo lunes el galardón por su estudio sobre la recombinación genética en los ratones. Sin embargo, afirma que su descubrimiento «no es útil para los humanos».


«No sólo por una cuestión moral, sino por la actual incapacidad técnica, sigue siendo una locura clonar a seres humanos», explicó Oliver Smithies, el genetista que recibirá el lunes el Nobel de Medicina por su estudio de la recombinación genética en los ratones.



La rama del trabajo por el que ha sido galardonado, junto al italo-estadounidense Mario Capecchi y el británico Martin Evans, ha conseguido «construir los modelos animales de enfermedades sanguíneas como la anemia o la talasemia u óseas como la arterioesclerosis», resume Smithies.



El gran logro de estos investigadores ha sido extraer e inactivar el gen de un ratón y, además, elegir el gen concreto antes de intervenir, que es lo que «marca la diferencia, puesto que si no el éxito en muy aleatorio», y permite «observar claramente qué le pasa a ese animal».



Su colega Martin Evans, nacido en 1941, encontró el vehículo necesario para crear estos animales modificados genéticamente en las células madre embrionarias. «Un día llegó a mi laboratorio con ellas en el bolsillo de la americana, lo que da muestra de la feliz colaboración que hemos tenido entre los premiados», que no ha sido siempre directa, pero sí continua, según Smithies.



De esta manera, y gracias al trabajo que él mismo y Capecchi (Verona, Italia, 1937) habían realizado en los años ochenta para introducir en los ratones el gen homólogo que permitiera extraer el objeto de estudio, se inició el camino hacia el éxito de la investigación.



«Desde el principio sabía que, si lográbamos llevar a buen puerto estos estudios, sería algo muy importante», sostuvo Smithies a la agencia EFE, «pero todos los científicos tenemos que convivir con la idea de que la mayoría de las investigaciones acaban fracasando».



«Por el momento, este descubrimiento no es útil para los humanos», admitió, mientras centra sus esfuerzos en ese objetivo que «llegará en diez o en veinte años, o quizá en dos, nunca se sabe» y con el que se reducirán riesgos como los del rechazo a los órganos trasplantados.



Nacido en 1925, el científico estimó que, después de que el año pasado los premiados en su categoría también fueran genetistas, este campo científico es «muy importante en la medicina actual» y su descubrimiento «abre un enorme campo para el conocimiento».



A pesar de los veintinueve años de trabajo que ha conllevado, Smithies no se considera «muy paciente», sino que ha estado «siempre esperando a que la investigación alcanzara su objetivo». «Lo que pasa es que cada pequeño avance es como una victoria que anima a seguir hacia lo siguiente», explicó.



Como Capecchi, Smithies, nacido en Reino Unido, tuvo que nacionalizarse en Estados Unidos, país al que suman un nuevo Nobel y en el que, sin embargo «no se viven los mejores momentos en cuestión de financiación para investigación y desarrollo».



Quizá por eso, la porción que le corresponda de los diez millones de coronas suecas de dotación del premio (1,06 millones de euros, 1,55 millones de dólares) irá destinada a «algunas de las universidades en las que he estado trabajando».



Actualmente, Smithies, que se doctoró en Oxford a los 26 años, imparte clases de patología y medicina de laboratorio en la Universidad de Carolina del Norte (EEUU), mientras que Evans es catedrático de genética en la británica Universidad de Cardiff y Capecchi imparte lecciones de genética humana y biología en la de Salt Lake City, en Utah.



El premio Nobel de Fisiología y Medicina, nombre completo del galardón que entrega el instituto Karolinska de Estocolmo, es uno de los cinco premios del legado de Alfred Nobel.



A lo largo de su historia ha reconocido descubrimientos clave en la evolución de esta ciencia, como los estudios de los reflejos condicionados de Pavlov en 1906, el descubrimiento de la penicilina de Fleming (1945), así como a siete mujeres y dos españoles: Ramón y Cajal en 1906 y Severo Ochoa en 1959.



EFE

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