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El cambio de switch tras nombramiento de Urbano Marín en la Suprema

Máximo tribunal dio una potente señal de paridad entre quienes poseen o no la carrera judicial. Para el gobierno, es un alivio tener a un presidente filo radical, cuando los últimos tres titulares de la cartera de Justicia, son de la misma tienda. Si bien esto no implica un control sobre el órgano colegiado, los puentes de comunicación serán más fluidos.


Un verdadero "rito de paso" significó el viernes para la Corte Suprema, la elección -por una amplia mayoría- de un abogado sin carrera judicial para dirigir al máximo tribunal.



Por eso, cuando Urbano Marín Vallejos dio a conocer oficialmente la noticia, en un podium al centro del Pleno rodeado por los sillones vacíos de sus colegas, su cara representaba orgullo por el camino que fue construyendo para llegar al cargo, junto a un plan de aperturismo diseñado por la periodista Mónica González.



La votación fue más rápida de lo habitual. Más bien hubo sólo una. Se escribieron los nombres en las papeletas para el voto secreto y en menos de diez minutos Marín era el nuevo presidente. Dieciséis votos, de un total de 21, fue la cifra final que promovió a este abogado de tendencia radical y ex alumno del Instituto Nacional al máximo cargo del Poder Judicial.



En la cartera de Justicia todo es alegría. Y razones no faltan. El ex ministro José Antonio Gómez es radical, quien le siguió, Isidro Solís, de la misma tienda. El actual, Carlos Maldonado, sigue la misma línea.



Si bien no puede hablarse de que el gobierno controle de esta manera el actuar de un cuerpo colegiado, lo concreto es que los puentes de comunicación sean más fluidos.



Y al Ejecutivo eso le importa mucho, sobre todo porque en diciembre el presidente de la Sala Penal, Alberto Chaigneau, cerebro de la doctrina que ha permitido condenar a los agentes de la DINA en los casos de violaciones de DDHH, deja su cargo al cumplir la edad legal de 75 años.



Y en la designación para llenar ese importante cupo, ya que quien llegue definirá el criterio de fallo, Marín puede tener una influencia vital para las intenciones del Ejecutivo. De esta manera, el abogado externo -que funge como ministro de la Primera Sala (Civil)-, el penalista Carlos Kunsemuller, aparece como el más probable sucesor de Chaigneau.



Hermenéutica



En el aspecto simbólico de la "epistemología" judicial, el nombramiento de Marín es una señal aperturista, que comprende un acto de reconocimiento a la paridad de quienes llegan al máximo tribunal, hayan tenido o no carrera judicial.



Pero también hay otro análisis más político y es que Marín era el único que, en esta oportunidad, podía asumir con presidente.



Uno de los supremos explicó que debido a las condiciones de salud de Orlando Álvarez, juez de carrera, y la negativa de Milton Juica a postular al cargo -de todas formas sacó tres votos-, correr hacia abajo en la antigüedad, llegando incluso hasta el ministro Jorge Rodríguez Espoz, podría haber producido un quiebre innecesario. Esta fue una de las razones de que el consenso fuera tan abrumador en la votación del viernes.



Por ahora queda esperar la próxima elección a fines de 2009, cuando Juica será el presidente del Bicentenario. Mientras tanto, si se mantiene la lógica diseñada en 2007 en el máximo tribunal, debiera convertirse en el vocero por los próximos dos años, lo que le dará la misma figuración pública de Marín. Sin duda, un tinglado bien armado, ordenado y con planes de futuro ya predefinidos.

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