Oficialismo finalizó el 2007 con dos senadores menos con los que partió el año: Fernando Flores renunció al PPD y Adolfo Zaldívar fue expulsado de la Democracia Cristiana. Hechos que grafican los que deben ser los doce meses más complejos para el bloque de gobierno, agudizados por el polémico Transantiago.
El 2007 podría ser descrito como el año en que quedó en evidencia que la mayoría alcanzada por la Concertación en el Senado y la Cámara de Diputados fue sólo una efímera realidad, lo que dio como resultado un gobierno que, ante el desorden del conglomerado, salió a buscar acuerdos con la oposición lograr sacar adelante sus propuestas, a pesar de las protestas de muchos integrantes oficialistas.
Y si el 2006 terminó con la expulsión de Jorge Schaulsohn del PPD, lo que marcó el camino para que durante los primeros días de enero de 2007 el senador Fernando Flores y el diputado Esteban Valenzuela dejaran el partido; el año que acaba de terminar deja a una DC inmersa en una crisis interna por el caso del líder colorín Adolfo Zaldívar, quien terminó expulsado del partido, mientras está abierta la interrogante sobre quiénes lo acompañarán.
Mientras, las micros articuladas que transitan por las calles de la capital recuerdan lo que se ha convertido en una verdadera bestia negra para la Concertación: el Transantiago, porque si el 10 de febrero se lanzó el sistema con bombos y platillos, a la hora de formular deseos en la noche del 31 de diciembre muchos en el oficialismo seguramente habrán rogado por dejar en el olvido el ‘revolucionario’ sistema que llevó a la interpelación de ministros, a la creación de una comisión investigadora y finalmente a que Ricardo Lagos Escobar saliera de su ostracismo político y se lanzara de lleno a defender las obras de su gobierno y la Concertación.
Las dificultades del gobierno en el Congreso quedaron en evidencia con las dificultades que enfrentó para las designaciones en puestos claves como el Contralor General de la República, los integrantes del directorio de TVN y el Fiscal Nacional, entre otros.
Desencuentros gobierno-Concertación
En la Concertación se destaca que, como nunca antes, ha funcionado en lo formal la institucionalidad interna del oficialismo con la reunión semanal de los presidentes de la Concertación, la cita de éstos con el comité político y los encuentros regulares de los secretarios generales de los partidos.
Sin embargo, el gobierno y la Concertación han hecho gala de una escasa coordinación, y que acuerdos que las directivas de las colectividades han respaldado, terminan trastabillando, algunos inclusos hasta caerse, en su tramitación legislativa.
En ese escenario, el Ejecutivo ha tomado una actitud práctica: si no logra los votos que necesita en las filas del oficialismo, opta por buscar acuerdos con la derecha. Así ocurrió con dos temas claves, la reforma a la educación y la agenda de seguridad ciudadana.
Si bien la mayoría en el oficialismo -principalmente los legisladores ligados a las directivas- respaldan esta política de acuerdos, no son pocos los que ven con desconfianza y algunos con franco rechazo, esta actitud.
Entre el gobierno y la Concertación uno de los principales puntos de conflicto radica en las diferencias entre los legisladores y el equipo económico liderado por el titular de Hacienda, respecto al gasto social.
Hasta ahora Andrés Velasco había contado con el fuerte respaldo del presidente del PS, Camilo Escalona. Sin embargo, la decisión de Codelco que rechazar en tribunales la instrucción de la Dirección del Trabajo de internalizar a casi cinco mil trabajadores subcontratados, trizó ese apoyo, pues para los socialistas se trata de un tema emblemático.
Otro punto que despertó mucha controversia es lo que ven en la Concertación como una excesiva preponderancia de los tecnócratas por sobre las definiciones políticas.
Tanto en este último tema, como el de las definiciones económicas, en las filas oficialistas reclaman que se impondrían los criterios de Expansiva, por sobre las indicaciones que se hacen desde los partidos. Ello, agudizado porque dicho centro de estudios está bien representado en el gabinete, con el propio Velasco, Karen Poniachik, en Minería, Marcelo Tokman, en Energía y Eduardo Bitran, en Obras Públicas.
Una de las manifestaciones de mayor contrariedad respecto a este tema, surgió al alero de Chile 21, cuando en mayo figuras de la Concertación emitieron un documento llamado "La Disyuntiva" en el que se cuestiona el manejo económico y político de la administración Bachelet.
El fantasma del Transantiago
Ni siquiera la figura del futbolista Iván Zamorano logró salir bien parada del Transantiago, después que el 10 de febrero los santiaguinos, lejos de encontrarse con un mejor servicio de locomoción colectiva, se vieron con una disminución notable de buses, recorridos nuevos y atochamientos en el Metro.
Desde entonces, el sistema se convirtió en el gran dolor de cabeza del oficialismo, que llegó a tensionar profundamente al bloque de gobierno en sus tareas legislativas, con puntos de ebullición máxima a la hora de aprobar recursos para su funcionamiento.
Mientras el 21 de marzo el entonces titular de Transporte, Sergio Espejo, enfrentó una dura sesión especial en la Cámara de diputados, donde debió soportar los llamados de la oposición a que renunciara; en agosto el ministro del Interior, Belisario Velasco, también fue interpelado por la puesta en marcha del sistema.
Y si los secretarios de Estado eran llevados a la testera del Congreso, en las filas de la Concertación la situación no era más calma. Por el contrario, fue la causa de que quedara claramente de manifiesto las diferencias entre la directiva de la Democracia Cristiana y el senador Adolfo Zaldívar, quien adoptó su rechazo al Transantiago como su bandera de lucha.
En junio, cuando el gobierno pidió al Congreso la aprobación de US$ 290 millones para inyectar al sistema de transporte público capitalino, debió salir a negociar voto por voto los respaldos para su propuesta y debió meter la meno en el bolsillo para comprometer la misma cantidad de dinero para las regiones.
Justo en medio de ese proceso, Zaldívar comunicó, a través de una inserción de prensa, su decisión votar en contra del proyecto y pidió la renuncia de Velasco y Bitran.
Finalmente, el gobierno logró la aprobación del proyecto gracias al voto del independiente senador Carlos Bianchi, pues el líder colorín se mantuvo en sus treces, votando en contra.
Ello provocó el enojo de la directiva de la DC, que envió los antecedentes del caso al Tribunal Supremo del partido por la inserción de prensa hecha por el senador por Aisén. Esto dio como resultado su primera sanción en la entidad disciplinaria de la colectividad.
En tanto, a principios de junio los diputados aprobaron por unanimidad la creación de una comisión investigadora por el Transantiago.
Por la instancia desfilaron ex ministros, dirigentes, autoridades actuales, incluso cartas del ex Presidente Ricardo Lagos y la Mandataria Michelle Bachelet, hasta que finalmente en diciembre, en medio de la polémica porque a juicio del oficialismo el único objetivo de la Alianza era atacar a Lagos, el informe final de la comisión -en la que se estableció una larga lista de responsables por el sistema- vio la luz y fue aprobado.
Ello provocó un efecto casi inmediato, Ricardo Lagos Escobar salió de su ostracismo político y decidió iniciar una ofensiva comunicacional, pidiendo disculpas a la población capitalina por los malos efectos del sistema, pero también defendiendo las obras de su gobierno.
Nadie en la Concertación quedó indiferente con la reaparición del ex Presidente, que recibió calurosas muestras de respaldo de figuras oficialistas y dejó en la retina del oficialismo la posibilidad de que sea una figura presidencial para las elecciones del 2009.
El capítulo final del caso Zaldívar
En septiembre, nuevamente el Ejecutivo fue al Congreso para obtener recursos para el Transantiago, esta vez como parte del proyecto de presupuesto para el 2008, y otra vez se encontró con la oposición de Adolfo Zaldívar, pero esta vez más legisladores lo respaldaban.
En la Cámara de Diputados, por una iniciativa de los propios representantes del ala colorina de la DC, sólo se aprobaron $1.000 para el Transantiago, lo que provocó la ira del oficialismo y que la bancada falangista quedara definitivamente dividida, lo que de paso abrió una serie de interrogantes sobre cómo se acordará la sucesión del actual presidente de la Cámara, Patricio Walker (DC).
En el Senado la situación no cambió. Sorpresivamente, el senador Fernando Flores, que en el paso fundó el movimiento Chileprimero, dio a conocer un documento que había firmado con todos los senadores de la Alianza por Chile, Bianchi y Zaldívar, en el que criticaron el Transantiago y anunciaron su rechazo a inyectarle recursos.
Para la directiva DC aquel papel fue la gota que rebasó el vaso y en medio de ácidas críticas contra el senador por Aisén, enviaron los antecedentes al Tribunal Supremo del partido pidiendo la expulsión del parlamentario.
Ello dio pie a una serie de intercambios de declaraciones, entre las cuales se contó una en que Zaldívar comparó a la mesa nacional del partido con "una asociación ilícita". La respuesta fue inmediata de parte de los aludidos, quienes hicieron una nueva presentación pidiendo la expulsión del parlamentario, esta vez por injurias.
Así, la Navidad fue un periodo difícil para la DC. Mientras en las calles se cantaba "noche de paz", el ambiente festivo era lo último que se percibía en la tienda política. Cuando muchos se preparaban a celebrar Nochebuena, la renuncia al Tribunal Supremo de su presidente, Carlos Figueroa, por la filtración de un borrador del fallo en el que se señalaba que Zaldívar sería expulsado, encendió las alertas.
Finalmente, en una maratónica sesión de siete horas, que terminó a la 01:30 del 27 de diciembre, Figueroa -a quien sus pares no le aceptaron la dimisión- informó que Adolfo Zaldívar fue expulsado de la DC y borrado de los registros del partido.
Y como en un déjí vu, si el 2006 se fue con la expulsión de Jorge Schaulsohn del PPD, lo que dio como resultado la formación de Chile Primero, que en 2008 espera convertirse en partido; el 2007 se va con el anuncio de Adolfo Zaldívar de crear un nuevo referente político, lo que abre la interrogante sobre quiénes de la Democracia Cristiana lo seguirán y cuál será su efecto electoral en el futuro.