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Cinco años y miles de muertos

Hace cinco años, las primeras bombas norteamericanas cayeron sobre Bagdad, y marcaron el comienzo de la prevista caída del régimen de Saddam Hussein. Con el método de conmoción y espanto se intentaba expulsar al viejo régimen para crear un nuevo Irak. Sin embargo, cinco años más tarde, el país no sólo sigue sumido en el caos, sino que en Estados Unidos se empieza a desmoronar el apoyo a la guerra.


«Hace cinco años yo seguía, en un todo terreno blanco, las tropas que penetraban en Irak. Cinco años más tarde, viajo igualmente en un todo terrenos blanco, pero ahora en el país que desató la guerra, Estados Unidos. En la playa de Santa Bárbara, en California, me encuentro con una marcha de protesta muy singular.



"Nos hemos detenido en los 3 mil, pero ya son casi 4 mil los muertos," comenta Robert Potter, de la organización Veterans for Peace, que se ha congregado en la playa, frente a un campo en honor de los soldados que han perdido la vida en Irak. Le han dado el nombre de Arlington West, a ejemplo del cementerio militar en las cercanías de Washington.



Potter opina que la protesta es útil, porque permitirá a muchas personas comprender que un Presidente no puede sin más desatar una guerra ilícita.
Ciudad dividida



El repudio a la guerra crece, y no sólo en Estados Unidos, ya que también en Irak la población la ha rechazado durante años, incluso en Bagdad, pese a que los atentados han disminuido en los últimos tiempos.



Divisiones



El periodista Irakuí Leith Hussein, considera que en Bagdad reina una paz aparente, y que la capital es una ciudad dividida, en la que los chiítas y sunitas viven separados.



No obstante, la población bagdadí coincide en lo que consideran la causa de la reducción de la violencia. El líder chiíta Moqtada al Sader, ha detenido las actividades de sus milicias y todo indica que se está logrando resultados en el terreno político. Por su parte, los sunitas han dejado de combatir a los estadounidenses, y ahora se enfrentan a Al-Qaeda, utilizando armas que les han facilitado los norteamericanos.



A pesar de todo lo anterior, la gran mayoría teme que se trata de una paz temporal, pues, después de cinco años, Irak es un país ocupado por una potencia extranjera. Incluso Tahseen Sheikhly, el portavoz del Plan de Seguridad Bagdadí que se constituyó hace un año, no se expresa en términos muy favorables a Estados Unidos, y advierte que a los irakíes les desagrada que su país esté ocupado.



"Los norteamericanos pueden alegar que con 30 mil soldados garantizan la paz en Bagdad, pero no lo creo. A mi juicio, los norteamericanos son más parte del problema que de la solución", señala el funcionario.



Nueva embajada



Cabe preguntarse qué sucederá en los próximos cinco años. Estados Unidos acaba de inaugurar una enorme embajada en Bagdad. Otra interrogante es el futuro de Estados Unidos. La mayoría de la gente en la playa de Santa Bárbara se manifiesta partidaria de retirar, a la brevedad posible, las tropas norteamericanas de Irak, porque ya se han sacrificado suficientes vidas de jóvenes estadounidenses.



Sin embargo, aún es incierto si un eventual presidente demócrata agilizará el repliegue. El portavoz gubernamental irakí, Tahseen Sheikhly, opina que los norteamericanos deben abandonar Irak en el lapso de dos años. Y seguidamente comenta con una sonrisa que «si después de salir se quieren quedar con su gigantesca embajada, pues nadie se lo va a impedir».

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