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El sello de Mónica Jiménez en Educación y sus diferencias con Yasna Provoste

En menos de doce días la secretaria de Estado ha llevado a cabo una completa reingeniería en la cartera. Les pidió la renuncia a los principales asesores de su antecesora y convocó a un comité de expertos. Esta tarde se reúne con el contralor Ramiro Mendoza para discutir la pesada herencia que recibió: el método usado por el Mineduc para hacer las conciliaciones bancarias de los $ 261 mil millones que la seremi metropolitana no pudo respaldar con documentos.


A las 16:30 de esta tarde Mónica Jiménez de la Jara entrará caminando sin problemas al despacho del contralor Ramiro Mendoza en el noveno piso del edificio de Teatinos 56.



La ex rectora de la Universidad Católica de Temuco, que juró como ministra de Educación apoyada en un bastón, debido a una operación en una de sus rodillas, pretende -dicen sus cercanos- expresarle a Mendoza su "disponibilidad" para colaborar con la Contraloría en la aclaración del destino de los 261 mil millones de pesos que el ex seremi regional metropolitano Alejandro Traverso (PS) no pudo respaldar con documentos.



Además, se supo que Jiménez conversaría con Mendoza sobre el sistema usado por el Mineduc para hacer las conciliaciones bancarias de los subsidios entregados. El método fue criticado por el contralor quien envió a Educación un instructivo sobre el tema, antes de que Yasna Provoste fuera destituida por el Senado el 16 de abril pasado (lea editorial)



Este encuentro, aseguran en el entorno de Jiménez, es sólo una de las señales de los nuevos aires que la titular de Educación pretende darle a la cuestionada cartera en las primeras semanas de los "20 meses", como ha llamado Jiménez al período que le queda de gobierno a la presidenta Michelle Bachelet. Para empezar, agregan, reafirmó al subsecretario Cristián Martínez en su cargo y sacó escoba para "limpiar la casa".



Adiós a los Provosteboys



Reconocida como una profesional de alto perfil técnico con amplias redes en el establishment educacional vinculado a la DC, Mónica Jiménez ha llevado a cabo una completa reingeniería desde que arribó a la cartera.



Sacó a varios personeros emblemáticos de la anterior administración, como el director jurídico del ministerio, Rodrigo González, quien estuvo en el ojo del huracán en marzo pasado, cuando se supo que su hija recibía sueldo del Mineduc mientras estudiaba en España. Además les pidió la renuncia a los asesores políticos de la destituida Yasna Provoste, Freddy Ramos y Ricardo Halabí. Ambos apoyaron a Provoste en el diseño de su estrategia de defensa ante la acusación constitucional que terminó con su destitución y prohibición de asumir cargos públicos en los próximos cinco años, el 16 de abril pasado.



En reemplazo de González, la nueva secretaria de Estado nombró a Regina Clark, ex abogada integrante de la Corte Apelaciones de Santiago y ex asesora del ministro del Trabajo Osvaldo Andrade. Además, designó a la ex embajadora de Chile en Israel, Sally Bendersky a la cabeza de la división de Educación Superior y a Rosita Puga, profesora experta en gestión de proyectos en educación en sectores de alta vulnerabilidad social, como encargada de Educación General. Puga reemplazó a Mónica Luna, que pasó a la Unidad de currículo y evaluación.



Los doce apóstoles



"La ministra tiene claro que su misión es marcar y mejorar la gestión interna y que debe abocarse a los temas de corto plazo", asegura una fuente del ministerio.



Con el mencionado deadline de los 20 meses en mente, Mónica Jiménez, además, se reunió el lunes pasado a las 17:00 por más de dos horas con un grupo de doce expertos en educación, convocado para sacar adelante la Ley General de Educación (LGE).



El grupo lo componen entre otros el director académico del Centro de Estudios Públicos, Harald Beyer, el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, la presidenta de la Sociedad de Instrucción Primaria, Patricia Matte (hermana de Eliodoro y Bernardo Matte), Juan Eduardo García Huidobro, del Consejo para la Calidad de la Educación, quien sonó brevemente como reemplazante de Provoste, y la ex ministra de Educación Mariana Aylwin. Esta última tuvo fuertes diferencias con Provoste y la une a Jiménez su trabajo en Aprender, corporación educacional vinculada a la DC que tiene dos colegios en sectores populares de Santiago.



La Ley General de Educación reemplazaría a la Loce (Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza) y podría enfrentar demoras en el Congreso, según le plantearon a Jiménez el viernes pasado el senador Jaime Gazmuri y los diputados Isabel Allende y Carlos Montes. Los parlamentarios del PS le expresaron "algunas preocupaciones" y le advirtieron que se tomarán su tiempo para analizar la iniciativa. Algo que podría afectar los planes del gobierno que aspira a cerrar su mandato con la LGE aprobada.



"Que nos haya llamado tiene que ver con eso pero también es una señal de su interés por buscar acuerdos y de blindarse, sin duda", agrega uno de los "doce apóstoles" que se reunieron con Jiménez el lunes.



Otro de los expertos convocados explica que el encuentro fue positivo pero puso en evidencia las diferencias entre la nueva titular de Educación y la ex ministra Provoste. Ambas son católicas practicantes pero la primera no tendría el manejo político y comunicacional de su predecesora. Aunque sí "posee las redes y el vínculo con la elite que Yasna Provoste no tenía".



"Esto, que puede ser visto como un activo en el entendido de que entre pares se puede conversar y llegar a acuerdos, también puede convertirse en un peligro para ella si le toca negociar el proyecto de ley en el Congreso", asegura la misma fuente que destaca la declaración que dio Mónica Jiménez a la salida de la reunión del lunes: "No estamos a favor del lucro. Estamos a favor de una agenda de probidad. Que se conozcan cuáles son los destinos de las platas, de las subvenciones del Estado y de otros ingresos".



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