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La profunda envidia de la UDI por la conducción de Carlos Larraín

Joaquín Lavín se convirtió en una verdadera piedra en el zapato para el senador Hernán Larraín. Eso, porque sus actuaciones son la principal causa para que algunos dirigentes hayan puesto en tela de juicio el liderazgo del presidente del partido, comparándolo derechamente con el del timonel de RN. Al punto que se lamentan de que la tienda de calle Suecia ha sido relegada a un molesto segundo plano al interior de la Alianza.


A poco menos de dos meses del Consejo General en que el gremialismo deberá renovar su directiva nacional o ratificar por un nuevo periodo a la actual, comenzaron a surgir las críticas a la administración del senador Hernán Larraín. La gestión de su tocayo Carlos, en RN, salta como principal punto de odiosa comparación, por esa sensación ambiente de que "la UDI ha perdido protagonismo en la derecha".



Lapidario diagnóstico en un partido que está sufriendo la carencia de un candidato presidencial, frente a un aliado que le saca todo el provecho posible. Y en un escenario que ni se hubieran soñado el primer semestre del 2005.



Quienes ponen en duda el liderazgo del timonel gremialista frente a un agrandado Carlos Larraín, acusan particularmente su "falta de carácter" para contrarrestar la avanzada de Joaquín Lavín. Estiman que el senador ha sido "demasiado blando" ante las "provocaciones" del ex abanderado que han "perjudicado fuertemente la imagen de la UDI", en contraste con la actuación del presidente de RN, que "dirige el partido con mano firme".



Es que lo que en la tienda de calle Antonio Varas es visto como un problema (exceso de autoritarismo), en la de Suecia resulta ser una virtud. De ahí que quienes aspiran a que el partido sea manejado con mayor firmeza observen con cierta envidia el manejo de Carlos Larraín.



Las críticas no comenzaron ahora. Cuando en octubre del año pasado Lavín se declaró públicamente bacheletista-aliancista, algunos dirigentes veían con estupor la falta de reacción. En esa época esperaban que Hernán Larraín "llamara a terreno" al ex alcalde y le exigiera "seguir la línea del partido". Pero eso nunca ocurrió.



Esa es una de las cuentas que algunos desearían cobrarle al máximo dirigente del partido previo al Consejo General, que tentativamente se efectuará el primer fin de semana de julio.



Pero suma y sigue. Porque "alentado por el silencio de Hernán y el respaldo de otras figuras de la UDI", Lavín nunca se retractó de sus dichos y, lejos de eso, profundizó en su nueva forma de hacer política que claramente "no va en la línea del partido".



Y justo cuando Larraín consiguió lo impensado: juntar a los senadores Juan Antonio Coloma, Pablo Longueira y al propio Lavín, en un triunvirato encargado de encabezar al gremialismo en su ruta hacia las municipales de octubre, el ex alcalde hizo estallar una bomba en el corazón mismo de la UDI.



Al denunciar la existencia de corrupción en algunos municipios de su partido, provocó "una verdadera caza de brujas", pero sobre todo echó por tierra una de las más importantes, si no la más importante herramienta del gremialismo para enfrentar a la Concertación. Y de nuevo Larraín no reaccionó como sus críticos esperaban. A lo que se sumó el rechazo de Lavín a la acusación constitucional contra Yasna Provoste.



También se le critican a Larraín sus declaraciones en el tema de la "píldora del día después", y el que no haya defendido a los alcaldes que resultaron perjudicados por las denuncias de Lavín, "como lo hace Carlos Larraín en Renovación con Carlos Valcarce y Amelia Herrera".



En defensa del presidente



Todos estos episodios son vistos como una señal de debilidad. Muchas de esas cosas no hubieran pasado si los senadores Pablo Longueira o Jovino Novoa estuvieran a la cabeza del partido, dicen. En defensa del timonel, el diputado Felipe Salaberry sostiene que constituye "una falta de respeto" comparar el liderazgo de Larraín con el de Longueira.



Para el legislador, durante la actual administración "se dieron malas coincidencias, desafortunadas declaraciones" que no son de responsabilidad del timonel. Y, además, está el hecho de que por primera vez en mucho tiempo la UDI no tiene candidato presidencial.



Molesto por el hecho de que las críticas al timonel no se hagan "con nombre y apellido", Salaberry advirtió que "el partido debe aprender a convivir en procesos de análisis y convencimiento, más que de adoctrinamiento. Muchos dirigentes tienen que asumir que estamos creciendo y que no somos la UDI de hace 20 años".



Y aunque admite el protagonismo que ha adquirido RN bajo la conducción de Carlos, "sin restarle méritos a él, eso se debe principalmente a que tienen candidato presidencial". Agregó que todos, al interior del partido, deberían preguntarse "qué estoy haciendo para mantener el liderazgo de la UDI al interior de la Alianza".



Un integrante de la Comisión Política de la UDI admite que "se han cometido muchos errores en cuanto a conducción. Hemos perdido la capacidad de tomar decisiones a tiempo, en cuanto a estrategia electoral, por ejemplo. El ganar a toda costa nos quitó la libertad, la capacidad de arriesgarnos", pero inmediatamente aclara que "esto no ha sido sólo durante la conducción de Larraín, sino que se viene arrastrando desde mucho antes".



El mismo dirigente se lamenta de que "los últimos años hemos sido poco audaces en materia electoral, hemos ido a la segura, hemos llevado nombres que creemos que les va a ir bien en votación y no porque respondan al proyecto de la UDI". Cosa que ha seguido sucediendo bajo la atenta mirada de Larraín.



La sangre no llegará al río



En la directiva reconocen que han recibido críticas, pero responden a cada una de ellas asumiendo que dirigir a la UDI con Joaquín Lavín haciendo un camino propio "ha sido complejo".



Un importante dirigente sostiene que el principal problema político de la directiva en general y de Larraín en particular, ha sido "cómo hacer convivir a la UDI de la línea de la oposición dura, con el discurso de Joaquín".



Así es como surge la discrepancia entre "gente que cree que hay que ser más duro con Lavín, y los que creen que hay que cuidarlo".



El mismo dirigente responde a quienes sostienen que el escenario generado por Lavín desde el bacheletismo-aliancista en adelante no hubiera ocurrido con Longueira encabezando la UDI. "Lavín le pidió por la tele la renuncia a Longueira", recuerda con una sonrisa que más parece de resignación para demostrar que algunos están pintando el escenario más oscuro de lo que en realidad es.



Respecto a dejar a los alcaldes que están siendo investigados por la Contraloría -debido a las acusaciones de Lavín-, en la más completa indefensión, la misma fuente aclara que ese comentario es "pequeño y superficial, porque lo complejo de este caso es que los ataques no venían de la izquierda, la Concertación o el gobierno, sino de Joaquín Lavín por un lado y de Carolina Plaza, por el otro,…qué querían, ¿que expulsáramos a alguno?»



Y en coincidencia con lo dicho por Salaberry en la directiva admiten que "este ha sido un mes muy complejo en el que hubo muy poca colaboración de los protagonistas de los hechos". Y se niega el mayor protagonismo de Carlos Larraín sobre Hernán. El hecho de que RN tenga candidato presidencial y la UDI no, "ha sido lo que ha puesto a Renovación en un primer plano".



Aunque el senador Larraín declinó pronunciarse acerca de si tiene decidido o no continuar encabezando la UDI, integrantes de la directiva dan por hecho que así será. Todo indica que la sangre no llegará al río, sobre todo porque en un frío análisis político estiman que cambiar directiva con un proceso electoral andando no sería nada positivo para la tienda.


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